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Milei, más allá de las PASO

Por: Javier Molina Johannes | Publicado: 17.08.2023
Milei, más allá de las PASO Javier Milei | Twitter @feguz77
Más allá de lo que está pasando con los números y la futurología de las presidenciables en el país trasandino, hemos venido observando la creación de este aparente Frankestein, partiendo del grito, el chiste y terminando con la seriedad de las últimas intervenciones. Es una película que se está repitiendo bastante en nuestro continente, y parece que también la han pasado en cines de otros continentes.

Milei se impuso con un porcentaje importante en las PASO, que son un termómetro político en Argentina. Lo que no asegura que sea el próximo presidente. Pero, sin importar que gane o no las próximas elecciones presidenciales, ya ha logrado imponer un ímpetu: primera mayoría. Ha puesto una vara, ha otorgado diferentes frames, o eslóganes, a los medios y con ello también al pueblo argentino.

Entre ellos, se puede destacar la noción de “casta política”, “los mismos de siempre”, su mítico “viva la libertad carajo” y “manga de zurdos”, entre los otros más descabellados como reventar el Banco Central, la (re)dolarización de la economía argentina, mudar la embajada argentina desde Tel Aviv a Jerusalem por una cuestión teológica, o bien, borrar la mayoría de los ministerios del Estado argentino para concluir con un Estado jibarizado –sueño que comparte con su amigo Axel Kaiser–.

Como buen minarquista que es, su objetivo está bastante claro. Ahora, su lado conservador, le lleva a rechazar los avances en despenalización del aborto.

Sin embargo, “el peluca” es solo un falso mesías. En general habla “como economista”, como salvador frente a los “delirios socialistas”, como llama a las políticas peronistas. Y lo dice, precisamente, luego de haber señalado que ese binarismo no hace bien a la política, y que sería algo de populistas –se autodefine en su propia contradicción–. Este falso mesías se propone como única solución, y lo ha hecho –gracias a quienes lo promueven– en términos jocosos, emotivos, o de bastante intensidad.

Habría que revisar cómo funciona el algoritmo (¿para quién trabaja?). Han utilizado cumbia villera para repartir panfletos, han ocupado símbolos estéticos alternativos para distanciarse de la “casta”, como también su ánimo de enfrentamiento, que parecería hacer falta en otros sectores.

La figura que se constituye tiene cierta novedad, al menos en el maquillaje, no es un prototípico personaje de derechas conservadoras como J. A. Kast. Habla un lenguaje popular, aunque muchas veces incorpora términos económicos desde otra vereda y, al mismo tiempo, discute directamente a feministas, “zurditos” y a todo lo que considera “casta”.

Ni siquiera acredita la cantidad de violaciones a los DD. HH. durante la dictadura argentina, es decir, también es negacionista –como parte importante del Partido Republicano chileno–. E incluso, en una entrevista hace ya varios meses y que después intentó desdecir, llegó a hablar de la posibilidad de vender bebés y órganos. En cualquier caso, un gorila –como dirán del otro bando–.

Más allá de lo que está pasando con los números y la futurología de las presidenciables en el país trasandino, hemos venido observando la creación de este aparente Frankestein, partiendo del grito, el chiste y terminando con la seriedad de las últimas intervenciones. Es una película que se está repitiendo bastante en nuestro continente, y parece que también la han pasado en cines de otros continentes.

Milei señaló explícitamente en una entrevista realizada este 14 de agosto, en el “El noticiero de LN+” de La Nación, que “para mí los derechos son: el derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad, después son todas cuestiones ideológicas para sacar ventajas”. Y cierra: “mis aliados son Estados Unidos e Israel”, golpea la mesa, y continúa “Israel lo considero tan aliado (…)” repitiendo la idea de trasladar la embajada de ciudad, tal como quiso su amigo Trump.

Por último, recordemos que la defendida figura de Carlos S. Menem, junto a Domingo F. Cavallo, y sus políticas monetarias, representaron los principales culpables del descalabro del 2001. Es decir, medidas que, precisamente, el paleolibertario de Milei buscaría reimpulsar.

No hay cabida, su única ley es la de la liberalización económica y la consecuente precarización de las clases subalternas. El nombre de su partido es “La libertad avanza”, con ello lo dice casi todo. Y teniendo como buen ejemplo a Donald Trump, Giorgia Meloni y Santiago Abascal, entre otres –como desprecia decir–, es al menos muy difícil que salga algo bueno.

Por eso, alerta: su maquillaje no hace variar que los únicos derechos que promueve sean los expuestos en la entrevista de hacer unos días: Tradición, Libertad económica y Propiedad Privada.

Javier Molina Johannes
Doctorando en Estudios Latinoamericanos.