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A 50 años, Vicaría de la Solidaridad: ¿Reabrir la memoria o instaurar una indolencia pública?

Por: Benjamín Escobedo | Publicado: 08.09.2023
A 50 años, Vicaría de la Solidaridad: ¿Reabrir la memoria o instaurar una indolencia pública? Imagen referencial – Liturgia 40 años de la Vicaría de la Solidaridad | Agencia Uno
Recordemos que se estableció por ley el secreto de aquellos archivos por un período de 50 años, disposición que es muy discutida y considerada por otros como una medida para facilitar la impunidad en los casos de prisión política y tortura que afectó a un número significativo de personas.

Hace algunos días ha surgido la pésima idea de querer reabrir los archivos de la Vicaría de la Solidaridad en nuestro país. Y pese a que solo es una mala “idea”, ella resulta bastante inverosímil, desacertada y con profundas heridas que, sin duda, podrían visibilizar grietas gratuitamente.

En diciembre de 1992 la Vicaría de la Solidaridad comenzó a preparar su cierre luego de luchar por 16 años por los Derechos Humanos. Hoy, pensar en despolvar intencionalmente los archivos de dicha organización, instaura una premisa que podría conllevar dolor, una memoria sufriente y un desgarro para todos aquellos que este 11 de Septiembre intentan suturar y no agudizar su historia.

Primero, los archivos son un testimonio material del arduo y valiente trabajo en defensa de los Derechos Humanos que llevó a cabo la Vicaría de la Solidaridad durante el periodo militar experimentado en nuestro país. El viernes 12 de mayo del año 2017 se reconoció a la Vicaría de la Solidaridad como Monumento Histórico, por ser la principal institución defensora de los Derechos Humanos entre 1973 y 1990, otorgando protección patrimonial a un registro de la represión ejercida contra los opositores del periodo aludido.

Para el director de la Dibam y vicepresidente del Consejo de Monumentos Nacionales, Ángel Cabeza, los fondos documentales producidos por el Comité de Cooperación para la Paz y su continuador, la Vicaría de la Solidaridad, constituyen un archivo de carácter nacional en Chile, que dan cuenta de las acciones de defensa y promoción de los derechos humanos, del rol desempeñado por la Iglesia, de la historia de las víctimas y en sentido amplio, de una página oscura del país, pero que es importante preservar para la memoria.

A su vez, cabe recordar que tras el periodo que inicia el año 1973 en Chile, y enterado de los primeros y dramáticos testimonios sobre masivas violaciones a los Derechos Humanos en el país, el Cardenal Raúl Silva Henríquez, creó junto a iglesias cristianas y la comunidad judía una organización ecuménica denominada Comité de Cooperación para la Paz en Chile, organización que posteriormente se convertiría ya bajo el alero exclusivo de la Iglesia Católica en la Vicaría de la Solidaridad.

El patrimonio documental consta del trabajo de profesionales de la Vicaría de la Solidaridad y su antecesor, el Comité Pro-Paz, que en la actualidad se encuentran resguardado y administrado por la Fundación de Documentación y Archivo de la Vicaría de la Solidaridad, desde el año 1992 hasta la actualidad. El archivo está constituido por información recopilada sistemáticamente y consta de testimonios de familiares de víctimas, de causas judiciales, gestiones administrativas, testimonios de represores arrepentidos, material gráfico y audiovisual. Por consecuencia, nos encontramos frente a un repositorio no meramente de memoria histórica, sino también de sensibilidad inconmensurable.

Segundo, el acceso a los archivos de la memoria, por ejemplo los contenidos en el Museo de la Memoria, así como los de la Fundación Documentación y Archivo de la Vicaría de la Solidaridad, se rige por políticas que priorizan el apoyo a las víctimas y sus familiares o sus representantes que requieren información o documentación para iniciar o mantener procesos judiciales para obtener justicia o acceder a los beneficios de las políticas de reparación; también se da acceso a los estudiantes o académicos e investigadores que realizan estudios sobre los temas relacionados con las violaciones de los derechos humanos, así como los que desarrollan proyectos de educación o sensibilización en torno al tema.

Es importante señalar que la transferencia de documentación a terceros sólo se hace con la autorización de las víctimas directas o sus representantes, por ende, ¿Cómo es posible que algunos quieran reabrir los archivos de la Vicaría de la Solidaridad a rajatabla? ¿Dónde está la empatía histórica frente a un hecho que conmovió al país? ¿Es necesario hacer vociferaciones de pseudopopulismo en estos días fosilizando el hecho histórico que, dicho sea de paso, es el precepto por excelencia de aprendizaje y reconciliación a 50 años en nuestro país?

Recordemos que se estableció por ley el secreto de aquellos archivos por un período de 50 años, disposición que es muy discutida y considerada por otros como una medida para facilitar la impunidad en los casos de prisión política y tortura que afectó a un número significativo de personas.

Tercero, a partir de todo lo enunciado, cabe preguntarnos ¿Cuál es el fin último en aquellos que promueven reabrir los archivos de la Vicaría de la Solidaridad a 50 años desde lo que para muchos es uno de los momentos más amargos, desoladores y mutiladores de la historia de Chile? Hace algunos días, la expresidenta Michelle Bachelet volvió a Villa Grimaldi e hizo un recorrido por el lugar donde fue torturada el año 1975, junto a su madre Ángela Jeria.  Tal vez, dicha visita instaura una memoria olvidada, amarga y vulnerable que, entre paréntesis, gime por el reconocimiento histórico del hecho esbozado, no positivista en su fin último, sino más bien con la pretensión de ser aceptada, validada, empatizada y abrazada por todos los chilenos y chilenas de nuestro país.

Por tanto, para estos efectos no se necesita escudriñar empíricamente detalle a detalle la reconstrucción de los hechos, por el contrario, el acento está puesto en reconocer un episodio donde reabrir los archivos de la Vicaría de la Solidaridad no resulta obligación, ya que la memoria y aceptación se erigen como símbolos de un cambio de paradigma a 50 años. Por ende, si Chile deja el ambiente polarizado del último tiempo en la política, y pesquisa las sensibilidades de aquellos sobrevivientes, se comprenderá que realmente el fin último es abrazar la memoria.

De ahí que izquierdas y derechas deberían aunar esfuerzos por conquistar este sentir, de lo contrario, pasarán los años y el primer grupo continuará pensando en izar la bandera de la justicia a partir de los documentos, y el segundo grupo, permanecerá en una retórica de enajenación histórica, no aceptando una parte de la historia vivida, claro, con matices, pero igualmente permaneciendo en deuda hasta hoy en día.

Las palabras del Ejecutivo al señalar que “el ambiente está eléctrico” no ayudan en absolutamente nada, tampoco las intenciones de algunos por reabrir los archivos de la Vicaría de la Solidaridad, la tecla a tocar es el reconocimiento histórico, la valorización de la coyuntura y una transversalidad política frente al periodo.

De no ser así, podríamos seguir acumulando estopa de frialdad, negación y polarización en el espacio público, por tanto, insisto, la solución no es reabrir los archivos de la Vicaría de la Solidaridad, aquello sería instaurar una especie de indolencia pública in situ; donde las subjetividades no se sienten escuchadas, abrazadas y curadas, más bien, olvidadas y usadas por algunos que desean reabrir una herida con la pretensión de escudriñar los archivos de la Vicaría de la Solidaridad a través del eslogan de “justicia”. En palabras del Dr. Marcial Sánchez (Centro de Estudios Bicentenarios), “El pasado nos ayuda a comprender nuestro presente, pero si nos quedamos en el pasado es muy difícil proyectar un futuro”.

Benjamín Escobedo
Académico, teólogo e investigador de Historia.