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Opinión

Un partido para la izquierda chilena

Por: Bastián Moreno y Andrés Argandoña | Publicado: 04.10.2023
Un partido para la izquierda chilena Imagen referencial – Partido único | Agencia Uno
Si bien consideramos que la unidad se debe abordar con premura dado el escenario que se avecina y las ventajas pragmáticas y electorales que eso significa, es primordial recordar que la verdadera unificación recién comienza con la fusión, no termina. Luego de este primer paso, nuestra tarea es encontrar una identidad dentro de las izquierdas que sea predominante y hegemónica, que se aboque en conjunto al fortalecimiento del gobierno, evitando la fragmentación de su núcleo político y social, para pensarse más allá del 2026 en base a una mirada realista de las necesidades del país.

Mucho se ha escrito ya, desde que el presidente Boric invitara a la militancia del Frente Amplio a “pensar en grande”, como una manera más de incentivar las conversaciones en torno a una eventual unificación de las fuerzas del Frente Amplio (FA) en un solo partido. Más allá de los necesarios cálculos electorales y las situaciones administrativas, desde esta columna, buscamos profundizar en algunos aspectos sustantivos de tal fusión y en las posibilidades que abre a las luchas presentes y futuras de un sector hoy relevante de la izquierda chilena.

Si bien este debate ha generado diferentes posiciones en las colectividades, no es un asunto nuevo; tendencias, liderazgos y militancia de base vienen desde hace años instalando esta idea indicando que, de manera deliberativa, la militancia de los partidos debe definir. Así es como las diferentes fuerzas del Frente Amplio, con sus mecanismos y tiempos, han planteado sus argumentos a favor de consolidar la unidad de parte importante de la nueva izquierda chilena. Hoy el debate está superando su etapa de definiciones de temporalidad, asumiendo la clara necesidad de enfrentar en unidad los próximos comicios municipales.

El FA ha actuado como agente diferenciador en el recambio generacional de la izquierda en Chile, sin embargo la definición de diversidad en este gran grupo de izquierdas no se agota en el elemento generacional, sino que resulta pertinente reconocer la capacidad del FA en instalar una agenda de profundización democrática, derechos sociales, mayor redistribución de la riqueza y en cómo fortalecerla.

La unidad de las fuerzas del FA optimiza la acumulación de voluntades necesarias para hacer sentido en la sociedad, evitando la atomización y las trincheras identitarias. Sin embargo, existe la dificultad de tener un significado ideológico claro en grupos de trayectorias políticas diversas, que terminan aglutinando más en base a vínculos personales que en razón de definiciones políticas claras y entendibles desde la ciudadanía no politizada. La coalición de hoy, como fuerza política en permanente cambio, se caracteriza por una disputa de su identidad, por un horizonte difuso que no logra entregar claridad a la ciudadanía, por tanto, es cierto que es necesario, hoy más que nunca, consolidar un sentir ideológico común.

Se debe tener en cuenta que los diversos procesos de quiebres y convergencias que han vivido las diferentes fuerzas que dieron vida a lo que conocimos como Frente Amplio, permiten hoy considerar confluir en una sola fuerza unificada. El desafío que tenemos por delante es sobrepasar la política identitaria relevando el horizonte común de las diversas fuerzas que dan origen al FA.

El fantasma de la unidad ideológica como motor debe resolverse en el reconocimiento de la ausencia de diferencias profundas, que en unidad decidida pueda el partido avanzar en “resolver” con un propósito común claro. Superando las desavenencias coyunturales y momentos que cada partido arrastra, y el estigma que ha generado el caso “fundaciones”, el nuevo partido del Frente Amplio debe proponerse en sus principios que, con un horizonte socialista, se avance hacia la desarticulación decidida de los componentes integradores del neoliberalismo. Abrir un proceso de instalación de una nueva racionalidad a través de un antagonismo marcado que favorezca la capacidad de una gubernamentalidad para profundizar la democracia, y sin lugar a dudas, acometer un modelo de acumulación que permita una justa redistribución.

El contexto actual de crecimiento exponencial de la influencia del partido del presidente, Convergencia Social, genera también la oportunidad para que la unificación del bloque se cristalice en un nuevo partido clara y orgullosamente de izquierda, que consolide tanto su capacidad electoral como su incidencia territorial, estableciendo una alternativa real de disputa y construyendo mayores capacidades de administrar el Estado, haciéndolo más capaz de reducir la desigualdad.

Esta consolidación no solo tiene relación con lo orgánico, sino además con la configuración y el tipo de partido que construimos en su comprensión como instrumento frente al amenazante avance de las derechas. Entonces, ¿un instrumento para quienes?, es necesario encauzar la organización y política de este partido hacia y para los más desprotegidos, los bloques populares acechados por la delincuencia y el narcotráfico, pobladores víctimas de la depredación inmobiliaria, el deterioro del medio ambiente, la desprotección del espacio público y la segregación social, trabajadores abusados por las isapres y AFP, profesionales precarizados por la informalidad y la inestabilidad laboral, mujeres despojadas de derechos fundamentales y así los diferentes sectores de nuestra sociedad con una identidad común en el abuso y la falta de bienestar.

Tenemos además un desafío inmediato, este es presentar una alternativa política de izquierda a la ciudadanía, que recoja los sentires materiales reales de la población. Es tarea de todos redoblar los esfuerzos para enfrentar las elecciones municipales en unidad. Cualquier indefinición respecto a la celeridad de este plazo favorece la continuación del avance derechista y ultraderechista en nuestra sociedad y nos posiciona en un escenario de confrontación interna catastrófico para el momento político que estamos viviendo.

Si bien consideramos que la unidad se debe abordar con premura dado el escenario que se avecina y las ventajas pragmáticas y electorales que eso significa, es primordial recordar que la verdadera unificación recién comienza con la fusión, no termina. Luego de este primer paso, nuestra tarea es encontrar una identidad dentro de las izquierdas que sea predominante y hegemónica, que se aboque en conjunto al fortalecimiento del gobierno, evitando la fragmentación de su núcleo político y social, para pensarse más allá del 2026 en base a una mirada realista de las necesidades del país.

El Frente Amplio debe generar una apuesta consistente para el período venidero y esto implica hoy fortalecer los liderazgos locales apostando por una decidida política municipalista que sirva de sostén político y social al gobierno, y que constituya progresivamente una nueva forma de organizar lo social consolidando una gobernanza local de mayorías.

Bastián Moreno y Andrés Argandoña
Bastián Moreno, Docente / Militante Comunal Ñuñoa Convergencia Social Andrés Argandoña, Cientista Político / Militante Comunal Ñuñoa Convergencia Social