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Opinión

Un sincericidio en el Congreso

Por: Verónica Rabb | Publicado: 27.01.2024
Un sincericidio en el Congreso Congreso, 24 de enero | AGENCIAUNO
Un partido que es un invento de los medios de comunicación, que tiene más prensa que adherentes, encontró la excusa perfecta para seguir velando por sus intereses, ahora con el traje de víctima, y ser beneficiado una vez más con una generosa cobertura mediática al exigir disculpas públicas al susodicho.

Para qué estamos con cosas. Somos un país acostumbrado a callar verdades, a decir lo contrario de lo que pensamos, a decir ‘yo te llamo’ cuando sabemos que no vamos a llamar, o ‘juntémonos’ cuando sabemos que no nos vamos a juntar. Así es como nos vamos creyendo nuestras propias mentiras, que incluyen chivas grandes y chicas, graves y leves. Todas. Qué le vamos a hacer, somos así, dirán algunos. Otros dirán que siempre hay que ser sinceros, que no hay pecado en eso.

Decirlo todo como en una explosión verbal es una debilidad, creo. Cuando alguien no calcula una verdad, comete sincericidio y muchos ven ese acto como desconsiderado, sin tacto e irresponsable. Yo también lo creo. Hay que encontrar el contexto, el momento y la oportunidad para soltar una verdad. No se puede llegar y contar una información sin un filtro ¿Será que como seres humanos que somos, los errores que cometemos son achacables a nuestra imperfección?

En este sentido, el discurso del diputado Ibáñez contra la senadora Ximena Rincón fue un acto de sincericidio. Si el entorno no es el adecuado para expresar en público nuestro parecer, me callo. Punto. Pero el diputado eligió otra cosa: no evaluar con anterioridad lo que iba a decir, y cómo iba a afectar a los demás y en particular a sus propias huestes.

Generar una tensa discusión durante la votación de la reforma previsional, fue una impericia política tremenda. “No se dejen iluminar por la senadora Ximena Rincón, exdirectora de AFP Provida, porque ustedes aquí no tienen conflicto de interés y el Gobierno sí acogió su propuesta de 3 y 3 completita. Ustedes la pidieron y el Gobierno la timbró. Entonces, ¿por qué rechazar? Que no los obliguen a traicionar su palabra empeñada”.

El parlamentario criticaba así a la timonel de Demócratas por haber sido directora de AFP Provida. ¿Había que hacerlo si en la colectividad indicaron que votarían a favor de la idea de legislar el proyecto aun cuando no estuvieran de acuerdo con la distribución propuesta para los nuevos recursos ? Juzgue usted.

Las palabras del congresista causaron molestia en algunos sectores políticos y perplejidad en el gobierno. Y cómo no si acababa de dejar la mesa servida para para que se rechazara el proyecto de las pensiones, «EL» proyecto que le va quedando al gobierno. Con razón Ibáñez fue increpado en su pupitre por los mismos diputados de su sector. Poco después se le acercaron Vallejo y Elizalde.

También lo hizo el PPD Raúl Soto, el independiente PPD Héctor Ulloa y el liberal Luis Malla. Al reanudarse la sesión Ibáñez planteó que quería seguir hablando porque, dijo, aún le faltaba parte de su discurso. En el hemiciclo se escuchó un rotundo rechazo, que provino desde la derecha, pero también de sus propias filas. “¡Gracias Diego!”, le gritaba de manera irónica el diputado Sergio Bobadilla (UDI) a Ibáñez en pleno parlamento.

¿Estaba consciente de lo que significaba soltar esa bomba, por lo demás de público conocimiento y archirrepetida, en medio de un acuerdo tan pero tan importante como endeble? Diego Ibáñez le dio agüita a Demócratas para este show.

Un partido que es un invento de los medios de comunicación, que tiene más prensa que adherentes, encontró la excusa perfecta para seguir velando por sus intereses, ahora con el traje de víctima, y ser beneficiado una vez más con una generosa cobertura mediática al exigir disculpas públicas al susodicho. Si hasta el propio ministro de Justicia, Luis Cordero, salió al día siguiente a decir que las ya famosas declaraciones constituían «expresiones impropias» y lo llamó a reflexionar disculpas públicas.

Se me vienen a la cabeza muchos epítetos muy usados en nuestro país para aplicarlos a dirigentes como Ibáñez, pero no decido cuál usar primero. Y antes que se me acabe la columna, no puedo dejar de expresar que la política también es táctica y cuando un acuerdo es tan delicado como una reforma de pensiones, no se puede patear el tablero con el gustito político de torear a quienes se les necesita para que den su voto al proyecto más importante que le va quedando al gobierno. En ocasiones hay verdades que es mejor callar, pajarón, le habría dicho mi abuela

Verónica Rabb
Periodista, magíster en Antropología y Desarrollo. Profesora de Periodismo en el Instituto de la Comunicación e Imagen de la Universidad de Chile.