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Opinión

¿De qué colegio eres?

Por: Marcelo Trivelli | Publicado: 02.03.2024
¿De qué colegio eres? Image referencial – Retorno a clases | AGENCIAUNO
La política pública en educación está llamada a jugar un papel determinante en nivelar la cancha y redistribuir las oportunidades según capacidad, talento y mérito, pero aún se enfrenta con quienes niegan ese rol al Estado considerando la educación como un mercado y no como un bien público.

Llegó marzo y el regreso a clases. Se inicia el año escolar y se mantiene el statu quo. No hay cambios en el currículum, no hay cambios en el financiamiento, no hay cambios en la relación entre el colegio de profesores y el Ministerio de Educación, no hay cambios en el programa de alimentación escolar, etc.

Lo más preocupante, alarmante y angustiante para millones de estudiantes y sus familias es que hoy, al igual que ayer, la pregunta ¿de qué colegio eres? sigue teniendo una respuesta que da cuenta de la segregación socioeconómica de la sociedad chilena y de la regresiva distribución de oportunidades.

Si la familia tiene recursos, contactos, influencia, vive en el sector correcto de su ciudad, y por sobre todo si tiene dinero, él y la pequeña aspirante a ingresar a prekínder tendrán la opción casi segura, después de un proceso de selección de sus apoderados que valida los atributos antes señalados, de ser admitida en uno de los pocos colegios particular pagados que ascienden al 5,5% de los establecimientos del país.

La estructura del sistema educativo en Chile, muy similar a la de casi todos los países de América Latina, es un mecanismo de involución social de la elite social, económica y cultural. Quienes asisten a colegios particulares pagados tienen su futuro asegurado, no por la calidad de la educación sino más bien por las relaciones y redes sociales que se establecen en el colegio.

La otra cara del encapsulamiento de la élite al educar a sus hijas e hijos en colegios particulares es la exclusión de quienes, pudiendo tener capacidad y mérito, no logran acceder a las mismas oportunidades que aquellas disponibles para las niñas, niños y jóvenes de la clase dominante que se ven beneficiados por las redes que establecieron en la niñez y que perduran para toda la vida.

La sociedad estratificada y segregada ha normalizado en todos sus niveles la estructura del sistema escolar, tanto así que nombrar el colegio en el cual se cursó la enseñanza básica y media aparece como un estándar para confeccionar un currículum vitae. Una práctica inentendible para quienes vienen de países europeos, norteamericanos y asiáticos desarrollados en los cuales la educación pública es el gran motor de la inclusión e integración social.

La política pública en educación está llamada a jugar un papel determinante en nivelar la cancha y redistribuir las oportunidades según capacidad, talento y mérito, pero aún se enfrenta con quienes niegan ese rol al Estado considerando la educación como un mercado y no como un bien público.

Reconozco ser un privilegiado en un sistema que no le hace bien al país en su conjunto. No se trata de “bajarnos de los patines” sino de empujar por una educación pública integral y de calidad. Mientras eso no suceda, a falta de Estado hay muchas instituciones en el tercer sector que aportan para desarrollar el potencial de cientos de miles de estudiantes para que la pregunta ¿de qué colegio eres? quede en el pasado como un mal recuerdo de un país que logró adaptar su sistema educacional a nuestra época.

Marcelo Trivelli
Presidente de la Fundación Semilla.