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Mirko Macari: «Ex-Ante solo es posible con Boric. Si estuviera Piñera no existiría»

Por: Joaquín Castro Mauro | Publicado: 17.06.2023
Mirko Macari: «Ex-Ante solo es posible con Boric. Si estuviera Piñera no existiría» Mirko Macari | Foto: Sebastián Utreras
«Señor director» se llama el último libro de Mirko Macari, donde retrata más de dos décadas dedicado a los medios, los que, asegura, también son parte del desplome de las instituciones. «Ya no son ingeniosos, sino más bien escandalosos», critica desde su retiro en entrevista con El Desconcierto.

Ya fuera del circuito del mundo de la prensa, Mirko Macari Squella (53) está cumpliendo uno de sus grandes sueños, vivir en una casa con vista al mar alejado del ajetreo de la capital. 

Actualmente, el experiodista de La Nación Domingo, El Mostrador y la revista Cosas terminó su preparación para ser coach ontológico y, cerrando definitivamente —dice— su etapa en el mundo de las comunicaciones. 

¿Su legado? Señor Director (Planeta, 2023), su libro de memorias donde relata su etapa como periodista en los diversos medios en los que trabajó y dejó huella.

En la obra no solo cuenta episodios que marcaron su trayectoria, sino que desnuda la intimidad de figuras del mundo político, expone su tesis del desplome de las instituciones y la necesidad de pensar fuera de los límites, hasta ahora, conocidos. Todo esto impregnado con el sarcasmo e ironía que lo caracteriza y le hizo ganarse un lugar en la escena mediática del país. 

Sus últimos pasos en el mundo de los medios de comunicación fueron en los podcast Comando Jungle y La Cosa Nostra, desde donde analizaba y opinaba de la contingencia política del país.

Sin embargo, Macari sabía que sus días de exposición pública estaban prontos a acabarse y quería dejar todo bien abrochado. «Con el libro se cierra un ciclo», ha dicho en un sinnúmero de entrevistas en los últimos días.

«Por una parte, me parecía un bonito rito y ahora estoy dedicado a otras cosas. Por eso quería que esa parte de mi vida quedara redondita y cerrada. Es como terminar con una relación que ahora miras a la distancia», agrega en entrevista con El Desconcierto.

– ¿Cómo resumes tu recorrido en el periodismo?

Siento que todo lo que me tocó vivir no fue una época tampoco tan especial, no hay una guerra ni nada, pero había suficientes historias interesantes de trastiendas que valía la pena que quedaran registradas.

Me tocó vivir una época más opaca, el gran periodismo en Chile tenía que ver con la época de la UP, hasta el 73, cuando todo era más épico. Los 90 son un una fase bastante fome y por lo mismo tenía más valor contarlo. 

Entonces, esto es una mirada muy mía, no tiene valor de verdad ni de realidad, simplemente es mi aproximación de lo que me tocó vivir a mí, y así lo cuento en una crónica más o menos de cómo se vivieron esos años.

– ¿Nos volvimos más fomes o más entretenidos?

Hace 25 años vivíamos en un Chile más gris, todo más escondido. Pero ya desde los 2000 y en adelante todo se empieza a transparentar, empiezan estos ciclos de apertura mental y cultural. Yo creo que fue con la foto de (Spencer) Tunick, en el gobierno de Lagos, que se vio la primera apertura.

Pero antes de eso no había casi nada, ahora podemos ver algo distinto y eso se debe a la misma estructura de la prensa que no está tan concentrada ni tan vertical. Antes había muchos personajes de los que no se podía hablar y cosas que no se podían decir porque la gente te consideraba un trasgresor, peligroso, hasta incómodo. 

El sistema político funcionó mucho tiempo con miedo a romper huevos, todo estaba bajo control y todo el discurso público era súper mega cuidadoso. 

Este es un país donde no se puede hacer política en ON, porque lo que te contaban detrás de cámara no era lo mismo que te decían en la declaración. Nadie te decía la verdad. 

«Los periodistas y los medios son parte del desplome»

– Uno de sus mayores intereses es el poder y cómo se reparte. Actualmente, ¿a quién hay que ponerle el ojo en Chile?

Esa es la columna vertebral de todo el tema del libro: el poder. Actualmente el poder no está en el marco institucional, entonces no creo que haya un personaje, una estructura o una institución a la que haya que entrar porque todas están cayéndose a pedazos. 

El poder está hoy en día en las personas. Como nunca antes alguien puede ser un medio de comunicación de sí mismo, tener más seguidores que los medios de comunicación. Eso es lo que yo observo. El gran cambio cultural está por encima de la prensa por eso, al seguir jugando el juego de cubrir a las instituciones, lo que dicen los políticos, también es parte del desplome.

Los periodistas y los medios son parte del desplome de las instituciones. Ellos antes eran los administradores de la verdad social y eso desapareció. Por eso creo que es una época maravillosa en que las personas están buscando construir su propio modelo y se les permite. Eso explica el auge de la autoayuda. 

El mundo está lleno de mecanismos a través de los cuales las personas se pueden empoderar. Totalmente al contrario que antes, cuando estaban siempre mirando a las instituciones. Chile es un país que se construyó en torno a la cultura del campo, del inquilinato, el chileno siempre ha buscado al que tiene poder. Por eso es tan importante la figura del Presidente, porque es el dueño del fundo. 

– ¿Se ha perdido el respeto a la figura presidencial?

Eso es muy sintomático de la época y eso cambió desde que en Chile se abrió la posibilidad de trolear a Piñera por los bracitos cortos, que le daban taldos, etc.

Eso es para mí el gran cambio cultural porque en los 90, cuando uno decía algo malo del Presidente en un ambiente cerrado, te decían de inmediato “más respeto con el Presidente”.

Yo me rebelaba, no estaba para eso y por eso digo que mi punto motivador central, cuando estaba en los medios, era siempre demoler a la autoridad presidencial, independiente de la persona que fuera. El gran cambio cultural era aportar desde el periodismo a la demolición de la autoría presidencial entendida como realeza. El último que encarnó eso fue Lagos y es un cambio cultural que afortunadamente no tiene regreso. 

Mirko Macari. Foto: Sebastián Utreras

– Aunque hay viudos de esa tradición…

Sobre todo en el mundo conservador. Lo que pasa cuando se construye este proceso es que existe miedo y añoranza de ese tiempo donde estaba clara la jerarquía en todo sentido. Esa parte es la que el mundo conservador quiere que vuelva.

Y cuando digo conservador no solamente hablo de la derecha, sino también de izquierda. Ahí se puede ver a su máximo representante, Gabriel Alemparte. Esa es la fuerza del partido del orden, es una cosa profunda e histórica. 

– Fuiste uno de los pioneros en saltar esa barrera de respeto a la institucionalidad y fue el sello de los medios en donde estuviste. ¿Cómo fue ese proceso?

Los medios nunca han tenido problemas en poner todos los alias de un delincuente, no se complican con decir “Lucho Plátano” o “Chipamogli”. Pero si tú vas a revelar cómo le dicen a alguien que pertenece a la élite la cosa se empieza a complicar. 

Hay un cambio de paradigma en ese sentido y era necesario pasar ese cerco para revelar los puntos más íntimos del poder.

«Estamos a punto de tener una explosión del sistema político»

– Dices que la generación del 2011 cometió un gran error, porque se compró el boleto del Titanic…

Esa es la gran contradicción de las figuras emergentes de esos años como Karol Cariola y Camila Vallejo. El Partido Comunista solo tiene respuestas del mundo en el contexto del siglo XX. Es una pieza de museo, adoran la época de la Guerra Fría y ven el mundo a través de sus lentes. 

Ahí están las contradicciones, porque piensan que el problema de la Concertación era no haber sido suficientemente de izquierda. Cuando estás con esa mirada hay una cuestión que tiene que ver con estos grupos ultra ideológicos que están en las universidades, que es de donde vienen estos cabros.

Todo esto tiene que ver con que, mientras más de izquierda soy, mejor, y mientras más de derecha, peor. Entonces eso es el siglo XX y perduró en las universidades públicas. 

Hay una sobre ideologización, les encanta leer y citar autores. Eso no les permitió mirar el mundo desde su propia generación, aunque también traen las pulsiones naturales, la revolución feminista, la digitalización, la identidad, el capitalismo con las empresas B y los emprendimientos conscientes. Esa es revolución dentro del capitalismo, pero ellos siguen pensando en el capitalismo del siglo XX con empresarios caricaturizados, como ese gordo con un puro llevándose toda la plata para la casa.

En parte es por el subdesarrollo exitoso de nuestras élites, que son muy poco inteligentes en general. En tanto la izquierda se ha ilustrado, que no significa que sea inteligente, la derecha es anti-intelectual, pero tiene muchas cosas más prácticas y pragmáticas. 

– ¿Cuáles son las actualizaciones que deben hacerse en el sistema político?

La democracia representativa tiene un grave problema y es que no está cumpliendo su función. Entonces se le habla a los grupos de votantes duros y terminamos en lógicas como que en la izquierda creen que todos los males se deben a la derecha y en la derecha creen que todos los males se deben a la izquierda. Mientras tanto, el 95% de la gente ya salió de esas etiquetas.

Las personas van a la última oferta que el sistema le pone. Fueron a los Republicanos no porque la derecha se haya hecho fascista, sino porque Boric no ha cumplido las expectativas en este corto tiempo.

Se dan estos resultados porque no tenemos más opciones. Si el país quisiera retroceder o restaurar el sistema político, les hubiera ido muy bien a Ravinet, Zaldívar, Bitar, y a todos los apellidos que siempre estuvieron dando vuelta. Eran nostalgia pura. 

Estamos a punto de tener una explosión del sistema político. El país no está en crisis, lo que está en crisis es el sistema político, el cómo se gestiona el poder y la autoridad de la sociedad.

Y el encauzamiento no es el Proceso Constituyente. Porque el Proceso Constituyente es parte de la lógica del problema, pero pensamos que todo se arregla con una nueva Constitución. Eso corresponde a la lógica del siglo XX y a la era análoga. 

Pero no hay otra solución, por lo que hay que empezar a ensayar porque la gente ya está participando de otras maneras y están exigiendo otras cosas. 

Mirko Macari. Foto: Sebastián Utreras

– ¿El repetir proceso te quitó motivación?

Me parecía intelectualmente muy agotador y muy poco desafiante. Esta película de un gobierno en crisis ya la había visto varias veces antes, no quería volver a verla.

En el libro hay una anécdota que dice que un periodista que cubre la derecha dice que reportear ese lado es mucho más entretenido que la izquierda. Porque los de izquierda son como las peleas de negros en el Bronx, pero los de la derecha se mandan a matar como en El Padrino.

– En el contexto actual ¿Esa lógica se sigue? ¿O ya todo es una pelea en el Bronx?

No tengo una respuesta tan taxativa, pero claro, se mantienen ciertas culturas políticas porque la izquierda no tiene nada más que el Estado, entonces es bastante frágil. Si sale del Estado se queda sin pega y no tiene más. Esta izquierda no tiene ninguna cultura del poder y no tiene complemento de recursos económicos.

En la derecha es un poco más descarnado, porque todavía opera la lógica de los grandes señores feudales. En tanto, en la izquierda, todo es más fregado y público. En la derecha, la pelea por la hegemonía tiene personajes mucho más padrinezcos como Carlos Larraín, que tiene flechazos tanto en Republicanos y en RN, además, su señora, es dueña de Entel, entonces tiene recursos.

¿Qué te pelea alguien en la izquierda? Quién tiene la razón, quién es más de izquierda. En la derecha hay más recursos políticos, económicos y mediáticos, por lo tanto, tiene más glamour.

Pero, por ejemplo, donde vaya a estar Kast, no va a estar Chadwick, eso la gente no lo sabe. Son peleas a muerte, el que gana ahí se lleva todo. 

Entonces, en la izquierda al final no tienen nada más, lo único que les queda es aglutinar. Solo están en el Estado y si no, no tienen plata, no tienen nada. Justamente cuando no tienen nada es cuando tienen más fuerza, el negocio no está en ganar, no le sirve un gobierno a la izquierda.

Su gran negocio es estar afuera, por lo tanto, deberían tener conciencia que el objetivo a largo plazo es apuntalar, construir estructuras de gobierno, medios, centros de encuestas, organizar grupos de activistas.

«Comunicacionalmente, este gobierno es un cero a la izquierda»

– ¿Esto explica la relación del gobierno con medios como La Tercera?

Eso explica la debilidad del propio gobierno. Que salgan a dar una cuña y no obtengan réditos políticos es un fallo tremendo. Más aún con un diario debilitado como La Tercera.

Pero la debilidad del gobierno es mayor, entonces, el dueño de La Tercera, como nunca está complicado financieramente, ha tenido que vender activos. Pero lo último que va a vender es La Tercera, porque le da poder.

Probablemente va a venir alguien de la derecha a comprarlo, no sé, Piñera… porque ya le han hecho ofertas, pero a menos que sea con mucha plata no la soltará. 

Comunicacionalmente este gobierno es un cero a la izquierda, literal. No entiende el juego que cuando el Presidente sale a desmentir a un medio por Twitter, solo es ganancia para ellos. 

– ¿Y qué pasa con El Mercurio?

Está en un momento delicado por que es parte de la institucionalidad. Solo las personas de cierto grupo lo ven como algo relevante actualmente, a los que le gusta verse en las páginas sociales.

En los 70 y 80 lo que decía El Mercurio lo leía hasta el Presidente de la República, era algo que gravitaba. Pero ahora el linaje de Agustines se acabó. Agustín Edwards Eastman es el último gran padrino, porque ninguno de sus hijos tiene la habilidad del padre, entonces, hay un vacío de poder.

Si mañana no aparece El Mercurio, el país seguiría como siempre, lo mismo con todos los medios de comunicación. 

El cuerpo D de El Mercurio hacía temblar a un gobierno, hoy día vemos que los ministros quieren aparecer en El Mercurio. Antes se hacía una evaluación trimestral del gabinete, eso era el terror en La Moneda. En cambio, ahora, puedes tener un seguimiento minuto a minuto de esto mediante las redes sociales.

– En el libro habla de que un medio tiene que tener un oferta diversa en su contenido para los lectores. ¿Esto ha cambiado con la irrupción de las plataformas digitales?

Ahora los medios de comunicación tienen una velocidad de fábrica de salchichas. Entonces, bajo esa fórmula, es complicado diversificar la oferta de contenido porque antes la gente compraba un objeto que se llamaba diario, pero ahora consumen un link y hay para todos los gustos.

– ¿Hay alguna manera de reencantar a las personas?

Ya la pelea está perdida dentro de los medios, porque no se han adaptado a esta lógica y, por eso, se sobrevenden en los títulos para llamar la atención. Ya no son ingeniosos, sino más bien escandalosos.

Estamos en un mundo mucho más farandulizado y grandilocuente. Es quien grita más fuerte para hacerse notar, entonces, se busca lo más duro para titular. 

Ex-Ante es un buen referente en ese sentido, pero sólo respecto al gobierno, porque solo es posible con el gobierno de Boric. Si estuviera Piñera, no existiría Ex-Ante. 

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