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Muse: apocalipsis now

Por: César Tudela | Publicado: 15.10.2019
Anoche, el trío inglés se presentó en la Pista Atlética del Estadio Nacional. Su show, en marco del “Simulation Theory World Tour”, es uno de los más ambiciosos de los últimos tiempos. Aquí, impresiones y detalles de una jornada que duró casi dos horas.

Al leer las distintas reseñas que se han hecho sobre el “Simulation Theory World Tour” de Muse, en la mayoría emergen conceptos como retrofuturismo, realidad virtual y ciencia ficción. Tres impresiones que tratan de representar la perfeccionista puesta en escena que la banda británica ha llevado a distintos países desde febrero de este año.

Retrofuturismo porque se trata de un concierto del futuro, es decir, un show que hace cincuenta años imaginamos cómo sería un espectáculo musical en el siglo XXI. De realidad virtual, por su estética: los bailarines usan las características máscaras de los juegos multisensoriales. Y de ciencia ficción, por los elementos que se hacen presente en las visuales donde abundan luces de neón multicolores, las que también visten los mástiles de las variadas guitarras de Matt Bellamy.

El músico y líder de la agrupación formada en 1994 irrumpe en escena desde la plataforma central, en medio de diez bailarines, vestido de negro y brillos, con sus ya característicos anteojos luminosos (como un Elton John cyberpunk). El cuerpo de baile pareciera sacado del video clip ‘Around the world’ de Daft Punk, mientras que la estimulación visual y sonora vence a palos la modorra dominguera de esta humilde servidora.

Jaime Valenzuela

El batero Dominic Howard es reforzado por dos bailarines con percusiones móviles e iluminadas y las cuerdas claustrofóbicamente guturales de Chris Wolstenholme rujen frente a un respetable público que está literalmente poseído por un montaje sonoro cuyas influencias parecieran un ensamblaje entre shows de Roger Waters, Iron Maiden y Marilyn Manson, por su teatralidad y magnificencia en el montaje que no escatima en gastos ni ornamentos.

Las tres pantallas están comandadas por movimientos de cámara rápidos y certeros, cuyo fin es incrementar el pulso de la noche junto con reforzar, en planos cerrados, el manejo de los instrumentos e histrionismo que el power trío arroja sin compasión. Metralletas de humo, un robot gigante y esqueletos vivientes complementan un espectáculo al que hay que sumarle otro concepto: apocalíptico. Tal como algún día profetizó Francis Ford Coppola en «Apocalipsis Now» (1979), Muse se subió al carro de la teoría del fin del mundo, razón por la que concibe uno de los directos más completos que se ha visto en bandas del siglo XXI, como si se tratara de un final, que, al paso que vamos, llegará más pronto de lo que creemos.

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