Avisos Legales
Tendencias y Redes

Empezando a meditar

Por: Camilo Rovira, profesor de yoga y meditación, director administrativo Yoga Mandiram | Publicado: 20.01.2023
{"multiple":false,"video":{"key":"bPsX0Q","duration":"00:00:55","type":"video","download":""}}
La meditación es una práctica muy saludable y beneficiosa para el ser humano. Es tan natural y asequible que se halla presente en todas las tradiciones espirituales, desde tribus nómades hasta religiones organizadas como el cristianismo o el budismo. Sin embargo, no siempre hemos estado conscientes de su presencia, en particular en Latinoamérica y Occidente. La mayor parte de la meditación cristiana aún hoy sigue siendo una práctica esotérica, que tal vez podríamos abordar otro día en alguna columna. Conoce más detalles a continuación.

Equivocadamente la mayoría de nosotros cree o ha creído que la meditación fue introducida en nuestra cultura en el siglo XX por la acción de jóvenes europeos y estadounidenses, que fueron a lugares como la India, Nepal y el Tibet en busca de alguna forma de espiritualidad. Allí aprendieron estas disciplinas y más tarde las compartieron en sus países de origen. Luego, monjes budistas y maestros de yoga visitaron Occidente y Latinoamérica con el interés de difundir estas prácticas.

Estas idas y venidas ya van a cumplir más de un siglo y su resultado es que hoy la meditación se ha extendido a casi todos los ámbitos del quehacer de la sociedad. Probablemente, este nivel de penetración ha motivado la explosión de investigaciones científicas en torno al tema en los últimos 40 años, que siguen agregando cosas nuevas a la casi interminable lista de beneficios que posee esta práctica. Algunos de ellos son:

  • Reducción de la ansiedad y el estrés
  • Reducción del pensamiento rumiante y la divagación descontrolada
  • Sensación de bienestar general
  • Relajación mental y física
  • Regulación de hábitos de sueño

Aunque se ha escrito bastante en textos clásicos y modernos, no hay ninguna explicación que pueda hacernos entender qué es la meditación. El mejor camino es experimentar el proceso. 

Muchas personas están interesadas en meditar, pero no se atreven porque piensan que es una cosa muy elevada, que solo pueden hacer los iluminados o los que están más avanzados en el camino espiritual. Esto es una gran mentira. La meditación es un proceso natural del ser humano. Todos podemos meditar: los niños, las personas mayores, quienes poseen capacidades cognitivas diferentes; todos.

En mi práctica cotidiana como profesor algunos estudiantes me han señalado que no pueden meditar, porque su mente nunca se queda quieta. Es una creencia extendida el pensar que meditar es sinónimo de dejar la mente en blanco o de vaciarla. Este es tal vez el mito más difundido de todos. Sin duda necesitamos calmar la mente para enfocarla en un objeto, pero no es necesario que permanezca en un silencio total y de hecho nunca queda “vacía”.

Supongamos que nuestro objeto es la respiración o la imagen de un maestro. Podemos llegar a mantenernos observando ese objeto de manera muy intensa y sin esfuerzo y aún así va a seguir habiendo pensamiento. Es más, digamos que estamos en un nivel muy avanzado y que nuestra concentración es tan intensa que solo queda en nuestra consciencia la percepción de la respiración o la imagen de este maestro y nada más. En este caso, la mente tampoco está vacía, ya que se mantiene en la contemplación de un objeto.

¿Cómo comenzar la práctica? El enfoque más tradicional propone que se debe empezar observando la respiración. En la columna sobre la ansiedad describí un procedimiento muy sencillo, que sigue este mismo principio, pero en su versión de haṭha yoga; es accesible para todos, solo se necesita disciplina y esfuerzo. Puedes consultarlo aquí.

Hoy quiero proponerles una variante que he encontrado muy útil y apropiada para los principiantes. Siéntate de manera cómoda, con la columna alargada, de tal forma que tus rodillas estén a la misma altura que tus caderas (puedes poner un cojín o una frazada si es necesario).

Si tienes los ojos abiertos, observa el piso aproximadamente a un 1,80 metros por delante de ti o mantén los ojos cerrados. Apoya las manos sobre las rodillas o los muslos, con las palmas abiertas apuntando hacia arriba. Inhala y exhala solo por la nariz en todo momento.

Estando inmóvil, cuando sientas que has alcanzado la comodidad y la firmeza en la postura, comienza a respirar profundo y continúa haciéndolo por 3 a 5 minutos. Luego, manteniendo esta respiración, lleva tu atención hacia la manos y siéntelas con el mayor detalle posible. Percibe las palmas, los dorsos, cada dedo, la piel; imagina la carne y los huesos. Mantente en esa contemplación intensa de las manos por al menos 10 minutos o el mayor tiempo que puedas.

Para finalizar, observa la respiración y vuelve a respirar de manera natural. Quédate así por 1 o 2 minutos más, mueve el cuerpo como al despertar y abre los ojos lentamente.

Observar las manos aporta calma mental, relajación y foco. Es muy recomendable para todos, en especial para personas que practican alguna técnica de imposición de manos, como el reiki o la sanación pránica. Si son capaces de concentrarse profundamente, también podrán desbloquear los canales energéticos del corazón y los pulmones que recorren los brazos y terminan en las manos.

Espero que estas técnicas les permitan aproximarse a la meditación de manera simple y experimentar sus múltiples beneficios.

Esta serie de columnas tituladas «Yogatips«, originales de Yoga Mandiram, son parte de una alianza con El Desconcierto.

Déjanos tus comentarios
La sección de comentarios está abierta a la reflexión y el intercambio de opiniones las cuales no representan precisamente la línea editorial del diario ElDesconcierto.cl.