Su obra personal estuvo marcada por desafiar el autoritarismo, fue una de las primeras artistas en hacer videoinstalación y proyecciones en espacios públicos en Chile. Uno de sus principales proyectos, más largos y extendidos por Chile y el mundo es Una milla de cruces en el pavimento, que de desafiar al poder en Santiago interviniendo las líneas del pavimento con cinta blanca y formando cruces para alterar la señalética frente a la Moneda y en Avenida Manquehue, pasó a ser realizado en distintos poblados y ciudades de Chile y el mundo, sin ir más lejos frente a la Casa Blanca, en un periodo de más de 40 años. Si en un comienzo era la propia artista quien hacía las cruces, en algunas de las últimas versiones las y los participantes podían también ayudar a intervenir las líneas blancas.
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El colectivo Delight Lab despidió ayer en la noche a Lotty Rosenfeld proyectando las palabras No+, Somos+ y Mujeres por la Vida. Esta última una potente agrupación de mujeres opositoras a la dictadura que se manifestaban en las calles en los 80, y en la cual la artista participó activamente. En sus redes sociales, los integrantes de Deligh Lab reconocen el legado de Rosenfeld, quien para ellos constituye «una referente en inspiración, lucha y valentía».
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Por su parte, la galerista Isabel Aninat describió lo importante que fue para ella y su hija Javiera García-Huidobro contar con Lotty Rosenfeld como artista de Aninat Galería. “Para mí la Lotty era una artista sin concesiones, muy consecuente, sabía lo que hacía, lo que a veces le costaba caro. Chile perdió a una gran artista que va a ser reconocida por todo lo grande que fue. Para nosotros fue un tremendo orgullo haberla tenido como artista de la galería. A decir verdad, la Lotty era super desconfiada, fue entregándose de a poco porque así era, de a poco fue confiando en nosotros y pudimos hacer un gran trabajo con ella: la pusimos en el MoMA, en la Tate, en el Malba. Haberla tenido para nosotras fue lo máximo”.