CRÍTICA| «CIMA»: La voz poética en busca del padre

Una producción editorial que se ancla en un lugar de enunciación donde la voz de un hijo deviene en la voz del padre, ya ausente después de la muerte, compone el material de trabajo de CIMA, del poeta y licenciado en Filosofía Feyie Ferrán.  La referencia al progenitor, cuestión tan clásica en la literatura, adquiere aquí el tono de la interpelación, la imprecación no desde la autoridad de la soberbia de juventud. Por el contrario, Ferrán asume un “seguimiento” a su padre en una escenografía urbana, cuestión que en el texto entrega un punto referencial y de geopolíticas que sitúan y localizan acción y discurso.

La ocurrencia de la muerte en este luto doliente, se lee siempre presente y se cuela en este hijo que admite que “como la Palabra que será silencio dejaremos esta infante forma y ya no seremos hijos”. Este debut poético se sumerge en búsquedas formalistas del dolor, condensaciones de los momentos que, unos antes y otros después, colectivizan desde las particularidades el momento inaugural del luto. Ferrán sitúa el desgarro “frente a una espesa oscuridad”, “mientras tu cuerpo descendía un poco más allá de la nada”.

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Desde el inicio el poeta, en esta forma tallada en su propuesta lírica, entrega la clave de lectura de lo que será esta CIMA y seguimiento a su padre. A la idea de su padre. Es ese el cuerpo reverencial y referencial en este poema. Porque desde ese momento inaugural, asistimos con Ferrán a la presentación de una cotidianidad de la muerte, a una dialéctica de hijos-padres, todos sepultados: padre-hijo, hijo-padre. En este trabajo, el autor hace confluir las vetas de la cantera desde donde extrae materiales para su escritura: una arqueología del recuerdo que indaga en los espacios de la añoranza para, así, ir dando forma a una materialidad de la memoria en el circuito del devenir hijo en no-hijo resultado de la orfandad.

Constantemente la práctica poética va configurando ejercicios duales, en la pregunta de cómo ocurre la muerte o, acaso, cómo se vive. Ferrán va tributando su dialéctica a través del relato especular, del reflejo del uno en el otro y así en su constante flujo de preguntas e imprecaciones.

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Cuestionar la muerte mientras se acompaña en el viaje último comienza a ser un trabajo escritural sobre el epitafio en una poesía de pasajes oníricos que, interpelando a lo dual, tiene su correlato en sensaciones dadas por la lluvia, la oscuridad de la ciudad, un café servido. El espacio poético es una constancia de diálogo entre los planos sensoriales y los materiales, dados por la geopolítica corporal del traslado y la referencialidad urbana.

Esta escritura de sonidos, texturas y humedades es un debut que podría haberse resuelto en una estructura más unitaria en lo que es la organización del texto, y brinda estupendas oportunidades para que el autor siga trabajando en un objetivo literario que repercute en lo cotidiano, como es la redención a través de la poesía:

                      “Da igual

                       la vida

                       es inmortal

                       Porque hay poesía

                       que resucita

                       a los muertos”.

CIMA

Feyie Ferrán

IST, 2020

67 páginas      

Precio referencia: $8.000