RESEÑA| Vargas Llosa: un fanático borgeano

El compendio transmite de manera explícita e implícita una admiración hacia el escritor. A modo de ejemplo, Vargas Llosa hace un contraste entre Borges y Sartre, destacando las fantasías alejadas de la realidad del primero y la literatura como acción política del segundo. El resultado –varios años después– es que el argentino no lo ha decepcionado y se presenta como un clásico en su afán lector, y contrariamente, el francés lo ha defraudado y se le cae de las manos al leerlo. Otro contraste es con Onetti, quien a pesar de escribir sobre la realidad, habría recibido la influencia de la temática fantástica de Borges, lo que queda ejemplificado en la saga Santa María del escritor uruguayo.

En cuanto a Borges y la política, se aclara que su rechazo era al partidismo, colectivismo, peronismo y nacionalismo, lo cual es una postura política en sí. A la sazón, no había una desatención a la política, ya que su postura era el resultado de una reflexión perteneciente al estadio de las ideas. En los hechos, Borges tuvo posturas contracorrientes e impopulares: apoyar el golpe de estado en Argentina de 1976, tomar distancia del apoyo efervescente de la Guerra de las Malvinas y hablar generosamente sobre el general Pinochet, dictador en título en aquel momento, tras un encuentro personal con él.

El último texto reflexiona sobre el primer y único sentir erótico que tuvo Jorge Luis Borges con María Kodama, su exalumna. Ella lo transformó en un hombre enamorado y correspondido, terminando a muy avanzada edad esa cualidad errante de su vida amorosa. La lección de esto, es que el amor erótico no se jubila a pesar de los años, cuestión que pudo haber inspirado a Vargas Llosa para rehacer nuevamente su vida personal pasado los 80 años.

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Tal es la genialidad que alcanzó Jorge Luis Borges –como se transmite en el libro– que salió de esa latinoamericanidad tradicional, vernácula y folklórica, escribiendo sobre lo que él quiso. Fue capaz de tener un propio lenguaje, usando el castellano barroco como el inglés lacónico. No dejó discípulos y tampoco inauguró un estilo, Borges fue solo Borges. El juicio del escritor peruano por la genialidad del escritor argentino da argumentos para que la expresión borgeano –es decir, transformar el sustantivo propio en un adjetivo de erudición y estética– tenga contenido.

Medio siglo con Borges

Mario Vargas Llosa

Alfaguara

108 páginas

Precio de referencia $10.000