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ADELANTO| La ausencia de una autocrítica en la izquierda frente al Gobierno de Allende

Por: El Desconcierto | Publicado: 24.03.2021
ADELANTO| La ausencia de una autocrítica en la izquierda frente al Gobierno de Allende |
En su ensayo «La vía insurreccional al socialismo y la vía política de Salvador Allende» (Glück Ediciones) Marcelo Espinoza, Magíster en Ciencia Política de la Universidad de Chile, hace un descarnado análisis de las dos visiones de la izquierda sobre el proceso transformador de las estructuras económicas y sociales en Chile durante la Unidad Popular, en el que sostiene que la vía insurreccional entorpeció el desarrollo de la vía política y democrática del Presidente Allende, y facilitó su derrota. Aquí presentamos un adelanto.

En las miles de páginas escritas con relación al conflicto político en el gobierno de Salvador Allende, priman las miradas que atribuyen la responsabilidad de su trágico desenlace a factores externos como la intervención del gobierno de Estados Unidos y las empresas transnacionales; o a factores internos como la clase empresarial monopólica defendiendo sus intereses económicos y la oposición política de los sectores conservadores y de la Democracia Cristiana.

También se han reconocido errores e insuficiencias en la conducción política y en la dirección económica, por parte del Gobierno y los partidos de la coalición gobernante. Siendo efectivamente los factores mencionados los determinantes de la experiencia de la Unidad Popular, hay un aspecto que se ha soslayado en los análisis.

A pesar del tiempo transcurrido, no hay una mirada descarnada, una autocrítica profunda al interior de los actores políticos de izquierda que lleve a identificar ciertas graves responsabilidades políticas que pudieron haber causado este desenlace.

Después de 47 años resulta imprescindible emprender este camino, tanto para una comprensión integral del proceso político de la vía chilena al socialismo, como también para extraer experiencias que puedan ser válidas en una política de transformación de la sociedad del presente.

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Desde el primer día hubo dos polos en el gobierno de Salvador Allende. Uno, que sostenía el camino político institucional para realizar las transformaciones revolucionarias que se planteaba como programa de gobierno. Otro, sostenía el camino insurreccional armado, que debía conducir a la revolución socialista.

El primero, que corresponde a la vía política, impulsaba las transformaciones revolucionarias dentro de la democracia. Se basaba en la conquista del gobierno a través de la lucha de masas esencialmente, esto es organizar e impulsar las reivindicaciones laborales, tomas de terrenos, huelgas, reivindicaciones estudiantiles, derechos de la mujer, expansión de los derechos civiles, etcétera, y en la participación en el sistema político por medio de una constante presencia en las elecciones y en el parlamento.

Era el camino que desde hacía veinte años impulsaban Salvador Allende y el Partido Comunista. Esta vía revolucionaria fue denominada también vía no armada, vía pacífica, y luego el mismo Allende la denominó vía chilena al socialismo.

El segundo polo que corresponde a la vía insurreccional, no creía posible conquistar el Gobierno por los caminos institucionales porque los sectores populares nunca podrían triunfar en las elecciones considerando la abismante diferencia de poder con la burguesía en los campos económico, político, cultural y de influencia en la sociedad, y en caso de que un triunfo electoral fuera posible, los sectores dominantes de la sociedad no lo permitirían, no aceptarían un gobierno revolucionario y sencillamente lo derribarían.

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Para conquistar el gobierno la violencia era inevitable, y el camino correcto no era el institucional, sino el del enfrentamiento armado. Consideraban también que estaban maduras las condiciones en el país para una revolución socialista, esto es, la transferencia al Estado de todos los medios de producción.

Ambas opciones se generan muchos años antes de conquistar el gobierno. Comienzan a esbozarse en la década del 50, y toman cuerpo en la década del 60.

Los planteamientos estratégicos de estos actores políticos desarrollados en las décadas anteriores estuvieron muy presentes en la forma en que cada uno de ellos se relacionó con el Gobierno de Salvador Allende.

Para la primera opción de la vía política de la revolución, no había precedentes en la historia de los movimientos sociales y las revoluciones socialistas. Era un camino nuevo, que desafiaba la ortodoxia del marxismo sobre los caminos de la revolución y contradecía las “leyes inexorables de la revolución”.

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Era también un camino incierto, no transitado antes, plagado de enormes vacíos teóricos y prácticos. Los clásicos marxistas apenas pudieron enunciar muy de soslayo esta posibilidad. No existía experiencia práctica alguna.

Para la segunda opción de la vía insurreccional, estaba el respaldo de la historia de las revoluciones socialistas y entre ellas la última y más influyente en la izquierda chilena, la revolución cubana, que mostraba una revolución socialista triunfante a escasos kilómetros de la costa norteamericana.

El presente estudio sostiene que ambos caminos eran incompatibles, absolutamente excluyentes, lo que genera desde el comienzo una pugna tanto al interior como fuera del gobierno.

 

Marcelo Espinoza

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