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ADELANTO| La verdad según Lenin Guardia

Por: El Desconcierto | Publicado: 21.04.2021
ADELANTO| La verdad según Lenin Guardia Lenin Guardia Basso |
Lenin Guardia acaba de publicar su libro testimonial “Mi verdad. Testimonio de un Analista de Inteligencia”, en el que acusa haber sido víctima de un montaje. Estudió Sociología en la Universidad de Chile, fue integrante del MIR, exmilitante socialista, miembro de la estructura de inteligencia de la Unidad Popular y luego de su exilio en Francia, en el retorno a la Democracia, pasó a realizar funciones de Analista de Inteligencia de Estado en la primera etapa de la transición. Después de 20 años de aquella experiencia y de su paso de 8 años por la cárcel a de Alta Seguridad y Punta Peuco por el Caso Cartas Bombas, da cuenta de decisiones y reuniones político estratégicas, en lo que a su juicio “ha sido un no debido proceso y denegación de justicia”.

Careo ante ministro Zepeda 

Terminado el espectacular traslado, me dejaron solo en un dormitorio de la Escuela de Investigaciones en espera de que conociera al señor Jorge Zepeda Arancibia, ministro en visita. Luego de una larga espera que duró casi todo el día, este representante de la ley apareció acompañado de su actuario, el señor Óscar Delgado, un hombre de lamentable aspecto personal, bastante ordinario, al cual le faltaban algunos dientes y que además nunca te miraba a la cara. Ahí nos encontrábamos todos sentados en una sala. Al frente mío, detrás de una gran mesa, el ministro; a su costado izquierdo y un poco más atrás en diagonal, el actuario con su computador abierto para dejar testimonio de todo lo que se fuera a decir en este primer encuentro. Al otro lado de la mesa, ambos detenidos y por cierto, esposados.

El actuario leyó todos mis datos personales, me preguntó si estaban correctos, le respondí que sí, y luego leyó mi declaración extrajudicial hecha en Investigaciones. Al terminar me preguntó si tenía algo que agregar, a lo cual respondí que no. El mismo trámite hizo con el otro detenido. 

Culminado este procedimiento, el ministro Zepeda, con una solemnidad que a cualquiera le hace creer que está frente a la justicia absoluta y que la luz de la verdad iluminará todo el espacio que ocupábamos, dice “vamos a dar inicio a una importante diligencia judicial como es el careo” y se encomienda a Dios para que lo ilumine. A la luz de lo que resultó ser un abierto acto de denegación de justicia, un no debido proceso, una violación absoluta de igualdad ante la ley, un acto denigrante para el Poder Judicial en sí, y el desconocer todos los tratados de derechos humanos firmados por Chile tanto en Roma como en San José, es evidente que su petición no fue escuchada. Yo tuve la mala idea en ese momento de sacar una pequeña pastilla de menta y meterla en mi boca, cosa que advirtió el ministro, el cual con un tono enérgico me dice: “¡Yo no lo he autorizado!”. Partimos mal.

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Zepeda se dirige a mí para que hable y yo le pregunto que si antes de hacerlo le podía mostrar a Humberto López Candia una carta que me había enviado mi hija Consuelo. El ministro me la pide para leerla él primero sin siquiera preguntarme “¿y cómo recibió una carta si usted está incomunicado?” (muestra de su verdadera incompetencia), y luego me autoriza para que se la pase al otro acusado. Este la lee, me la devuelve y dice de golpe: “Yo involucré en esto al señor Guardia, pues en Investigaciones me dijeron que en horas sería extraditado a Estados Unidos, y como el señor Guardia tiene los medios para una buena defensa, lo metí en este lío”.

En ese momento, al escucharlo, me dije a mí mismo: “Vuelvo a casa”, pues es muy contundente lo que está declarando. Para gran sorpresa mía, el ministro se pone de pie y abandona la sala en donde estábamos. Pasan algunos momentos y un detective entra y llama al actuario, el cual nos deja solos apenas un minuto, y luego regresa y dice: “Se suspende el careo”. Nos hizo firmar el “careo” de treinta segundos, se fue y nunca más tuve otro careo, ni con Humberto López Candia ni con nadie a lo largo de todo el “indebido proceso”. En su primera declaración espontánea, las frases “yo involucré” y “lo metí en este lío”, más la evidente amenaza de extraditarlo que hace el “equipo conspirativo”, no tuvieron para este juez la suficiente fuerza para quien debía impartir justicia, y resulta incomprensible no haber profundizado en las declaraciones del otro imputado.

Carta de arrepentimiento 

Volviendo a nuestro piso de la Penitenciaría, yo ignoré a Humberto López Candia hasta el día en que me habló con motivo de la detención en Brasil de Mauricio Hernández Norambuena, que había ocurrido en febrero de 2002. Me contó lo que había escuchado en la radio con bastante alteración de su parte.

Cuando se produjo un espacio de silencio, le dije: “No tengo nada que hablar contigo. Tú sabes que me has hecho un daño gratuitamente e inmerecidamente pues yo no tengo nada que ver con todo esto. Si quieres conversar conmigo, di la verdad. No te obligo a nada. Mañana, a las diez, saldré al pasillo y si tú quieres decir la verdad, escríbelo en una carta y me la muestras. Si no me muestras nada, no me hables más”.

Al otro día, a las 10:00 a.m., me asomo por mi pasillo de diecinueve pasos de largo y veo la mano de Humberto López Candia al fondo del pasillo con un papel en la mano. Caminé hasta donde él estaba, tomé la hoja y le dije: “Voy a leerlo”. Era una carta algo confusa y críptica, pero en la que también pedía perdón a mi familia, mostraba un claro arrepentimiento y decía una frase muy significativa al final: “Le aseguro que se sabrá toda la verdad”. Luego de eso, puso su firma.

Debo reconocer que una leve brisa de esperanza me embargó, pero también el temor de que para él mentir y luego negar le resultaba algo muy fácil de hacer. En esto no tenía escrúpulo alguno y ya lo había demostrado antes.

Días después vino mi abogado y le mostré lo escrito por López Candia. Lo leyó y me dijo: “Me voy donde el ministro de inmediato para que lo cite a declarar y explique esta carta”.

Dicha carta salió publicada en la primera página del Cuerpo C de El Mercurio y también se anunciaba en la portada del diario. Su contenido exacto es el siguiente:

Sr. Lenin Guardia:

Me permito escribirle para manifestar a Ud. mi arrepentimiento y sentimiento de culpa que me embarga, donde por mis dichos Ud. se ha visto no solo privado de libertad, sino que también expuesto y maltratado públicamente, donde no se han escatimado mentiras y descalificaciones.

Me siento abatido por todo lo que ha pasado, por mi incapacidad para discernir correctamente lo que me lleva a cometer errores sin darme cuenta que puedo estar haciendo daño.

Sé que su familia ha sufrido y está sufriendo y me duele saberme responsable de ello […]

No olvido ni olvidaré que fue Ud. la única persona que me ayudó ofreciéndome un trabajo digno, cuando todas las puertas estaban cerradas para mí. 

Le aseguro que se sabrá toda la verdad, que se conocerán todas las manipulaciones y odiosidades que se han dado en el marco de este proceso. Me comprometo a ello.

Con afecto y respeto saluda a Ud.

Humberto López Candia

Marzo, 2002

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