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CRÍTICA| «La muerte viene estilando» de Andrés Montero: La ruralidad devuelta

Por: Darwin Caris, periodista y librero | Publicado: 28.05.2021
CRÍTICA| «La muerte viene estilando» de Andrés Montero: La ruralidad devuelta |
Las sabidurías ancestrales contenidas en los relatos de abuelas y viejas perdidas en los paisajes lluviosos del sur, las historias de velorios, relatos de caletas y pescadores, una madrina que podría destilar muerte, la filiación madre-hijo-padre, las masculinidades heteronormadas de los hombres de campo y el patronaje, institución atávica que inspiró a un no menor número de narrativas del criollismo, son los materiales con los que el escritor Andrés Montero da cuerpo a La muerte viene estilando con un preciosismo dado por una economía del lenguaje que refresca y actualiza las escenografías de esta ruralidad revisitada.

En su más reciente trabajo narrativo, Andrés Montero realiza un ejercicio de literatura que pone el foco en la ruralidad pero con una actualización de los códigos del relato del campo chileno, perfilando la geografía del Chile central como un punto de fuga y escenarios posibles cruzados por lo intempestivo y las tradiciones relatadas por las abuelas, donde lo mágico y la muerte siempre tienen presencia.

La literatura como posibilidad de rescate del relato oral y tradicional pareciera ser, en definitiva, lo que un lector puede concluir después de acabada la lectura de ¿la novela?, ¿los cuentos? La muerte viene estilando de Andrés Montero (Tony ninguno –Premio Iberoamericano de Novela Elena Poniatowska–, Taguada). El sello del autor, también narrador oral, se despliega a lo largo de los seis relatos que, en principio, funcionan como cuentos que a medida que “avanzan” y “aparecen” en la lectura, colocan en tensión la línea divisoria de los “géneros literarios”, estructurando una lectura unitaria producto del oficio narrativo que enlaza personajes, escenarios y tempos en esta producción.

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Las sabidurías ancestrales contenidas en los relatos de abuelas y viejas perdidas en los paisajes lluviosos del sur, las historias de velorios, relatos de caletas y pescadores, una madrina que podría destilar muerte, la filiación madre-hijo-padre, las masculinidades heteronormadas de los hombres de campo y el patronaje, institución atávica que inspiró a un no menor número de narrativas del criollismo, son los materiales con los que Montero da cuerpo a La muerte viene estilando con un preciosismo dado por una economía del lenguaje que refresca y actualiza las escenografías de esta ruralidad revisitada.

El trabajo sobre los silencios y lo no dicho, presente en la mayoría de los relatos, viene aquí a ser elemento tributario de la conformación de los mundos rurales en que los personajes se mueven siempre en el limbo entre lo real/irreal, entre lo fantasioso e inesperado y que, paradojalmente, los vuelca siempre hacia este campo que los cobija pero que los expone a verdades brutales. Porque Montero, en su táctica escritural, crea una circularidad que potencia lo horroroso que se geopolitiza en esas lluvias del sur enmarcando a los personajes en un infierno del que se hacen parte.

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Esta literatura, en la que es posible leer tópicos propios de la Marta Brunet de tardes lluviosas y mujeres ensimismadas mirando un mate mientras sus mundos interiores se caen a pedazos, atesora no solo el paso de la cotidianidad urbana a lo imprevisto de la ruralidad, si no que es un metalenguaje de los juegos de fantasía/realidad, un punto de fuga para caer en estos infiernos circulares en que pareciera que el relato oral se vivifica ya sea en el fundo Las Nalcas o en cualquier otro sitio rural en que Montero aprisiona sus ficciones. Es interesante cómo los conflictos de los personajes tienen sus correlatos en los caos climáticos descritos, intercalando la tensión de los planos: anuncios de temporales que no estallan, cielos que se cubren de negro… muertes que siempre llegan y se llevan trozos de relatos que vuelven a actualizarse. Ahí esta circularidad de lo real maravilloso de este constante estilar muerte.

La muerte viene estilando es un mundo aparte en el panorama de la narrativa chilena actual porque entrega una cuota de posibilidades mágicas en comparación a la marea de narrativas en que el realismo, las existencias maltratadas o los artificios experimentales apabullan el mercado editorial y las posibilidades de lectura para el público. Es una construcción de sentido en que se rescatan las oralidades y la consecución de una lectura donde el lector enfrenta los mundos con sus reglas, sus terribles reglas que siempre se cumplen… para volver a reactualizarse. Como señala uno de los personajes: “Son cuestiones que yo sabía de chico pero se me habían olvidado (…)”. (28). Aquí, entonces, siempre hay espacio para releer, recordar y volver a esperar una vida que estila muerte.

La muerte viene estilando

Andrés Montero

La Pollera, 2021.

Número páginas: 129    

Precio de referencia: $10.000

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