Mis lecturas han estado súper cerca de los derechos humanos, de la economía política y la justicia social. Esta semana me mostraron un libro sobre las primeras 24 horas del golpe de Estado de 1973, y generalmente estoy leyendo sobre marxismo leninismo, con el materialismo y la dialéctica presentes. Asimismo, el proceso de la izquierda española es algo que he seguido mucho, considerando sus aciertos y errores.
El último libro que compré fue de Hassan Akram: El Estallido. ¿Por qué? ¿Hacia dónde? Aún no lo termino por los tiempos que me implicó la campaña, por lo que lo leía en la noche, en esos momentos en que calmaba las energías. Allí hay una recopilación sobre lo ocurrido en esos días álgidos de octubre y noviembre de 2019 desde su mirada de economista que ve una necesidad de cambio de modelo económico y político en Chile. Me gusta mucho la capacidad que tiene Hassan de identificar ejes teóricos del neoliberalismo que están en crisis, cosa que coincide con mi formación de licenciada en Física, en permanente contacto con la teoría y, a la vez, con la práctica: la calle, donde nacen las cosas. Hassan logra hacer una buena representación del diagnóstico del origen del estallido social.
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Todas estas teorías políticas que leo tienen cercanía y lejanía a la vez. Considerando la praxis que se me viene como alcaldesa, la cercanía viene con las ganas y necesidad de implantar cambios. En tanto, la lejanía viene lógicamente por los contextos en que se sitúan estas teorías. Debemos ser capaces de tomar ideas amoldadas a nuestras situaciones. Como decía Salvador Allende, «la revolución con empanada y vino tinto».
La aplicación de recetas a ciegas no funciona y tenemos que leer los escenarios para avanzar. Hoy en Chile estamos en un buen pie para avanzar en estos cambios y estos avances de la izquierda los tenemos que tomar con humildad y profesionalismo. Los funcionarios municipales y públicos son la primera línea y son también quienes conocen mucho de los cambios que se tienen que materializar. El trabajo tiene que ser con ellos, de forma tranquila y pausada, con mucha conversación y sin perder el pulso de la calle. El estallido, entre tantas cosas, nos dijo nunca más sin participación ciudadana.