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Paulina Flores: «Me impresionó el funcionamiento de esta industria pesquera casi esclavista»

Por: Cristian Hualacan, escritor @jojorejorejore | Publicado: 07.07.2021
Paulina Flores: «Me impresionó el funcionamiento de esta industria pesquera casi esclavista» Paulina Flores |
Con el viento marino de lluvia de escarcha y el sol tibio de Punta Arenas, lista de Spotify y una escritura casi perfecta, rodeada de símbolos hipsters, Paulina Flores lanza «Isla Decepción», novela que golpea con realidad sobre sus personajes. El impacto de la revuelta social en el libro, su formación, la pandemia y el futuro de la literatura, son algunos de los temas tocados por la escritora en la siguiente entrevista.

Paulina Flores (Conchalí, 1988) lanzó Qué Vergüenza(Hueders, 2015), y a su manera, fue un boom literario. Tuvo traducciones y reediciones que lo convirtieron uno de los libros de cuentos más leídos de Chile. Demoró cinco años en debutar en la novela con Isla Decepción (Seix Barral, 2021), poblada de sujetos extraños que escapan al extremo sur de Chile.

En Isla Decepción Marcela intenta dejar una relación, su padre errores del pasado, mientras un coreano es recogido después de ser lanzado por un barco pesquero. Con el viento marino de lluvia de escarcha y el sol tibio de Punta Arenas, lista de Spotify y una escritura casi perfecta, rodeada de símbolos hipsters, lanza una novela que golpea con realidad sobre sus personajes. Ahora la autora estudia Escritura Creativa en Barcelona mientras prepara la novela Buda Flaite, sobre unx niñx no binarie en el SENAME. El primer capítulo recién fue antologado en la Revista Granta. Paulina dice sentirse feliz por el proceso constituyente y algo nerviosa con la incertidumbre del futuro próximo.

De Qué vergüenza a la novela

-¿De qué forma influyó la revuelta social en la escritura de Isla Decepción

Ya estaba editando Isla Decepción cuando fue la revuelta, pero creo que por supuesto influyó. No estoy segura de qué forma en general. Funcionó de manera bastante instintiva.  Participé en marchas y asambleas desde la revolución pingüina el 2006 con más o menos constancia e intensidad. La desigualdad social en Chile me preocupa desde ese momento. Siempre ha influenciado mi literatura en términos generales. Con la revuelta no descubrí que hay que ir a marchar, ni que era hermoso ni nada de eso; creo que igual estaba metido en mi mente y mi corazón.

-¿Cómo fue el tránsito de los cuentos de Qué vergüenza a la novela?

Fue un proceso largo, fue arduo, de mucho trabajo. Más o menos cuatro años. Difícil, pero lo disfruté mucho. La parte de investigar, aparte de escribir, fue un proceso, al menos en Isla Decepción de palabra a palabra o frase a frase, muy detallado, y fue entender lo que es una novela… Aunque ahora ya no sé si sé que es una novela o si estoy de acuerdo con la idea convencional de una novela. En general, trato de apartarme un poco de esas categorías. Fue aprender a seguir siendo escritora, que es algo que siempre se tiene que aprender.

Como cuando los cuicos descubren el persa Bío Bío

-En Isla Decepción hay varias referencias a la clase y un cierto arribismo de Marcela en la supuesta derecha del padre. ¿Cómo emerge la mención de la clase social en tu ficción?

Creo que de manera bastante natural. En Qué vergüenza también la clase social era un elemento importante. Recuerdo varias entrevistas donde me lo preguntaron. Lo mencionan y a mí igual me daba risa porque era como si eso no existiera. O no sé, como si lo estuviera descubriendo. Algo así como cuando los cuicos descubren el persa Bío Bío. El persa Bío Bío ha sido genial siempre.

Yo me crié en una comuna de Conchalí, en la periferia en esa época. Ahora con el metro y bueno, con la extensión de la periferia, no sé qué tan periferia es, pero costaba mucho llegar en micro al centro, sobre todo con el Transantiago. Así que esas son las condiciones de mi origen, no puedo dejarlo aparte. Yo no creo mucho en ese concepto de clase media, entonces tenía que mencionarlo para elaborar el personaje.

-Marcela es una estudiante endeudada y sin carrera terminada, que recién renuncia a una pega de mierda, mientras que Lee es casi un esclavo en un barco pesquero. ¿Por qué te interesó mostrar esas manifestaciones de la violencia laboral?

Me impresionó el funcionamiento de esta industria pesquera casi esclavista, me impresionó que así funcionara todavía en altamar un porcentaje de la industria. Es increíble que todo eso venga de lugares tan horribles.

En el caso de Marcela, tiene que ver como esta idea tan contemporánea, tan actual, de que uno tiene que perseguir su sueño y ser feliz y hacer lo que quiera. Me interesaba trabajar esa idea y cuestionar en términos reales eso que te venden, como Nike “Just do it”, convirtiéndote en artista. ¿Es realmente posible? Es muy difícil y más difícil de lo que uno cree.

Chamanismo coreano

Isla Decepción, a diferencia de Que vergüenza, se sale de la infancia noventera. Acá habita el lugar del tránsito, ¿cómo funciona el escape en tus personajes?

A mí lo que más me interesa es que los lectores lean y lleguen a sus propias interpretaciones. Entonces por ahí quizá no me gusta tanto dirigir la lectura. Lo que sí que en esa época estaba muy obsesionada con la vida y con el escape, y con esta intención de hacer borrón y cuenta nueva y empezar otra vida en otro lugar y ver si sí se podía. Y con una serie de intenciones como ser feliz.

Estaba obsesionada con toda esa idea cuando empecé a escribirla por ahí en el 2016. Pienso en este poema de Kavafis, ‘La ciudad’, que dice que no importa donde vayas porque tus errores te van a perseguir y vas a ser infeliz siempre. Pero a mí me interesaba ver si eso era así o no.

 -¿Cómo escribirías del escape luego de la pandemia?

Estoy escribiendo sobre el asunto del escape. Bueno, esas son unas coincidencias horriblemente bellas. No sé, creo que sobre todo en el capítulo del barco se ve claramente lo que es estar encerrado y yo lo escribí antes que empezara la pandemia y los confinamientos, pero me hizo mucho sentido cuando luego pasé por eso y todo el mundo pasó por eso. Siento que ir navegando en altamar, más allá de las condiciones esclavistas de estos barcos factoría, siempre se debe sentir como estar encerrado, como lo infinito. De hecho, no hay escapatoria posible.

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-Volviendo a la revuelta social. Se ha profundizado en discusiones como el conflicto mapuche y la forma en que la televisión exhibe la multiculturalidad. ¿Cómo pensaste ficcionar con personas mapuche, coreanos, santiaguinos y patagones?

Con mucho respeto y preocupándome por estudiar harto al respecto o hacer entrevistas. Entrevisté a mucho marino mercante. Me documenté sobre la industria pesquera en general. La del calamar en particular. Y también esta industria con abusos laborales. En el caso de Corea, investigué mucho, fui a Corea y me documenté sobre chamanismo coreano, sobre budismo.

Para el personaje de Buffay también investigué un montón. Leí sobre sobre rituales, sobre filosofía, sobre religión y entrevisté. Tengo amigos mapuche. Bueno, uno en especial Pablo Lincura que me ayudó bastante. Leí también sobre el abuso policial y los allanamientos. Hay bastante documentación en internet disponible. Los PDF están abiertos. Una información terrible, pero al final del libro sale todo eso señalado. Leí mucho para hacerlo con respeto, porque son temas complejos.

Un niño del Sename

-¿Qué leías en tu formación como escritora?

Estudié Literatura, así que leí bastante. Creo que sobre todo en un comienzo. Con Qué vergüenza fui bien influenciada por la literatura norteamericana, por los cuentistas norteamericanos, que tienen una tradición bien rica y vasta. Después me he esforzado los últimos años por apartarme de ese canon y descubrir más literaturas.

-¿En que estas?, ¿cómo vienen los nuevos proyectos literarios?

Bueno, ahora estoy viviendo en Barcelona y he acabo de terminar mi máster en escritura. Estoy en el  proyecto final, que es una novela también, pero de episodios. Eso quiere decir que no hay una cronología que se siga haciendo, sino que en diversos momentos de un mismo personaje. Hasta el momento se llama Buda Flaite. Es un niño del Sename no binario, no binario.

-Por último, después del proceso de vacunación y el black mirror que estamos viviendo, ¿qué crees que viene para el mundo del libro y la literatura?

No sé si me atrevería a postular algo. Me parece que por un lado soy optimista que cambie la responsabilidad ambiental, por ejemplo, que es tan necesario para que no siga la pandemia. Pero también, no sé, el ser humano ha demostrado que vuelve a chocar con la misma piedra y que no es optimista. Por lo menos aquí en España se habla de esta pospandemia. Da la impresión de que de qué se va a acabar, pero no sé, no me atrevo a decir nada porque todo cambió muy rápido.

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