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ADELANTO| Jaime Bassa: «La constituyente no es todopoderosa»

Por: El Desconcierto | Publicado: 12.07.2021
ADELANTO| Jaime Bassa: «La constituyente no es todopoderosa» |
En el libro «Sin vetos», el abogado y profesor de Derecho Constitucional Pablo Contreras conversa con diferentes expertos constitucionales para explicar y ahondar en el proceso constituyente. Presentamos como adelanto, parte de la conversación que sostuvo con Jaime Bassa.

Desde noviembre de 2019 el abogado Pablo Contreras, conversó con diferentes expertos constitucionales para explicar y ahondar en el proceso constituyente. Conversaciones que registró para el podcast Hoja en Blanco y posteriormente llevó al libro Sin vetos (Editorial Trayecto), un imperdible texto para aprender y dialogar sobre este histórico suceso. Aquí un adelanto de la conversación que sostuvo con el abogado y vicepresidente de la Convención Constitucional, Jaime Bassa.

-Pablo Contreras (P): Si esta crisis sanitaria hubiese ocurrido cinco años atrás, las condiciones de convivencia social se hubieran enfrentado desde un punto de vista de política pública. Pero quizás hoy día se podría mirar de forma constitucionalizada. Es decir, las personas observan que sus desigualdades o la forma en que el Estado responde a la emergencia tienen su anclaje en la estructura constitucional que está en crisis tras el estallido social.

Jaime Bassa (J): Claro. Creo que lo que se hace evidente durante el estallido social es que el malestar que se venía acumulando está directamente vinculado con la forma en que el sistema constitucional protege nuestros derechos fundamentales. Porque, claro, el malestar viene configurándose desde nuestras relaciones de trabajo, desde la relación entre hombre y mujer (a propósito del patriarcado), desde las pensiones, desde la educación, desde las desigualdades del sistema de salud, etcétera. Todos esos son conflictos sociales que están atravesados por derechos fundamentales, entonces de alguna manera el estallido de octubre del 2019 nos obligó a todos y a todas de manera bastante transversal a tomar conciencia del impacto de los derechos fundamentales en nuestras vidas. A tomar conciencia de que el ejercicio de esos derechos está condicionado por ciertas opciones políticas que estaban contempladas en la Constitución, de modo tal que había una relación directa entre malestar, ejercicio de los derechos, y Constitución. Eso fue lo que creo que llevó a que el movimiento social tuviera un cariz constituyente. Y creo que esa conciencia sobre la precariedad de nuestros derechos se está radicalizando con esta pandemia. En estas semanas se han visto muy perjudicados el derecho a la salud, el derecho a la educación, el derecho al trabajo particularmente, y hasta el derecho a la seguridad social (porque hemos perdido no sé cuántos millones de dólares en los fondos de pensiones). Se ha radicalizado todavía más el conflicto basal que estaba ahí presente para el estallido social.

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-P:También se abren nuevas perspectivas. Llama la atención cómo una alternativa que antes tenía poco de discusión en el plano de las políticas públicas, como el del ingreso básico universal, incluso por ejemplo, el periódico británico Financial Times está dispuesto a poner en la mesa y discutirlo; y en el caso chileno es a propósito de un ingreso básico de emergencia. Antes era muy difícil pensar en abordar eso. Las discusiones sobre salario mínimo eran muy acotadas, y ahora estamos pensando en discutir que, en estas circunstancias, si no todos tenemos garantizado un ingreso no podemos seguir juntos viviendo en la misma comunidad política. Entonces creo que también ha ensanchado márgenes de alternativas para pensar esa reconfiguración de derechos fundamentales.

J: Sí, estoy de acuerdo. A medida que las sociedades van avanzando en ciertas conquistas, esas conquistas vienen a configurar ciertos pisos mínimos que a partir de ahí son irrenunciables y pasan a ser el parámetro de control de las demandas siguientes. Pero al mismo tiempo estos periodos de crisis como el que estamos viviendo ahora y el de la pandemia, nos permiten ver con mayor claridad todavía las limitaciones evidentes que muchas veces tiene el sistema institucional y particularmente la forma en que esas debilidades afectan nuestra convivencia.

Lo primero te lo digo porque, por ejemplo, la gran demanda contra el régimen binominal era el sistema de elección proporcional para el Congreso, y ahora que ese sistema ya está implementado, es como el piso mínimo para pensar, por ejemplo, la elección de la constituyente. Ya hay críticas al sistema proporcional y han pasado apenas un par de años.

-P: ¿Cuáles crees tú que son tres claves que cualquier ciudadano o ciudadana debiese tomar de este libro para ser un activo participante del proceso constituyente?

J: Creo que es muy importante que todos entendamos cuál es la función de un órgano constituyente, porque se han lanzado muchas críticas y muchas dudas respecto de los límites que el órgano constituyente tendría, tratando de hacer ver que el poder constituyente sería ilimitado y que por tanto no podría tener restricciones de ningún tipo. En el libro explico lo que es mi postura, en el sentido de decir que la función de la constituyente es redactar una Constitución, nada más, nada menos. Eso significa que la función de la constituyente no es legislar, no es firmar tratados internacionales, es redactar la Constitución. Creo que ahí hay una cuestión muy importante respecto de la cual cada uno y cada una debiera hacerse una opinión, primero para aceptar que la constituyente no es todopoderosa, pero también para aceptar qué es lo que significa redactar una Constitución en términos políticos, no solo en términos jurídicos.

La otra clave que creo es fundamental, a propósito de la relación entre malestar social y constitución, son nuestros derechos. Creo que particularmente respecto de los derechos sociales hay una cierta comprensión hegemónica dominante, muy neoliberal, que ha normalizado cierta forma de entender los derechos fundamentales, especialmente los derechos sociales. Como si no hubiese ninguna otra forma alternativa de proveer, por ejemplo, seguridad social, educación pública, o salud pública. Creo que la discusión constituyente va a abrir el campo para posibilidades de articulación distintas y especialmente para formas de regular y de garantizar el ejercicio universal de esos derechos diferentes.

Una de las cosas en que más he insistido en las reuniones a las que he asistido es que la Constitución tiene un apellido y esta es la Constitución política. Y que sea la Constitución política significa que, como norma jurídica, algo tiene que decir respecto del ejercicio del poder. El poder se ejerce en el Estado: el presidente, el Congreso, etc., pero el poder también se ejerce entre nosotros, en la relación entre las personas. Ahí creo que hay una tercera clave que puede ser importante en el sentido de tomar mayor conciencia de cómo son las relaciones de poder de las cuales nosotros participamos. Porque estamos inmersos en muchas relaciones de poder: en la familia, en el trabajo y no siempre tenemos conciencia, primero, de qué se trata efectivamente de relaciones en las cuales se ejerce poder, pero tampoco tenemos plena conciencia de cuál es el rol que nosotras y nosotros jugamos en esas relaciones. Muchas veces somos sujetos sometidos a relaciones de opresión, pero muchas veces también somos sujetos dominantes que ejercen posiciones de poder dominante. Una de las formas de avanzar hacia una sociedad más equitativa y más justa es darle visibilidad a esas relaciones y especialmente tomar conciencia de cuál es el papel que uno juega en esta estructura de relaciones de poder.

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