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El vicepresidente de la Convención Constituyente y académico de la Universidad de Valparaíso descubrió hace poco la literatura de Haruki Murakami, al cual lee los fines de semana y cuando se puede salir de la rutina de derecho constitucional. Además reflexiona –en lenguaje femenino– sobre las estructuras tradicionales cuestionando que el género masculino sea considerado neutro.
Vengo trabajando hace bastante tiempo los derechos fundamentales y siento que estos temas son relevantes con respecto a los grupos sociales que se encuentran en condiciones estructurales de postergación. Sabemos que muchas veces aquello que damos por sentado y que damos por normal, da cuenta de la forma en que operan las estructuras de dominación de una sociedad. En el carácter neutro del lenguaje y especialmente con el carácter pretendidamente de lo masculino está la clave para ser capaces de identificar cuáles son las condiciones estructurales de opresión y de postergación que explican por qué el lenguaje neutro es el masculino y no otro. Hablar en femenino, sea porque hablemos de las mujeres o «nosotras las personas», genera esa invitación a reflexionar respecto a las condiciones de exclusión en las cuales se encuentran diferentes grupos de la sociedad.
He estado leyendo algunas cosas de Haruki Murakami, que es un autor que no había leído con anterioridad. Lo descubrí hace un par de años y tiene una literatura bastante interesante. Es un autor que se atreve a transitar umbrales que le dan forma a nuestra vida cotidiana, pero que no siempre vemos, como por ejemplo umbrales entre la vida y la muerte, pero también entre el sueño y la vigilia; realidad e ilusión; vida animal y humana. Un escritor que está activamente transitando por esos umbrales dando cuenta de lo compleja que es la vida.
Un libro de Murakami que recomendaría para la ciudadanía sería Kafka en la orilla, sobre todo porque los personajes van pasando por estos umbrales que nombré anteriormente y van configurando sus propias personalidades. Hace poco fui a comprar libros, desde marzo probablemente que no lo hacía (risas), y pude adquirir algunas obras de autores franceses. En estos momentos leer algo aparte de lo que es derecho constitucional o de mi trabajo como constituyente es difícil, pero leo casi siempre en las noches o con el café después de almuerzo los fines de semana. Algo de tiempo me queda para salirme un poco de la rutina constitucional.
Las primeras semanas han sido bien complejas pero muy esperanzadoras para el éxito del proceso constituyente, que han demandado tanto de la presidenta (Elisa Loncon) como de mí mucha entrega, mucho compromiso, no tanto con nuestros sectores, sino con la democracia. Ese compromiso junto a los equipos que nos acompañan, trabajadores y el Estado –que se han sumado a la Constituyente–, es lo que ha permitido que todo esto siga adelante. La primera semana fue muy dura, con mucho aprendizaje, esperanza y de reforzamiento de la posibilidad que se puede construir colectivamente.
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Los ataques de la derecha son parte de los procesos de cambio y de transformación que estamos viviendo. Hay distintos sectores, y en estos hay sectores que quieren empujar por nuevos cambios, pero definitivamente hay otros que por distintas razones se resisten. Más que ataques personales, a la mesa o la conducción, los veo como resistencia y temores hacia el proceso de transformación social que estamos viviendo. Hay un ejercicio de contener esta expresión de voluntad popular tan clara que hemos visto desde la revuelta, el plebiscito y luego en las elecciones.
Nuestro desafío más importante desde la Constituyente hacia la ciudadanía, va a ser manejar la incertidumbre, ya que vamos a estar mucho tiempo escuchando, conversando y discutiendo en un registro al que no estamos acostumbradas. Vamos a escuchar cosas que probablemente no habíamos tratado nunca en términos de agua, salud, derecho social, poder político, estructuras de poder de la sociedad. Eso va a generar una cierta disonancia, porque aquello que estábamos acostumbradas a escuchar en el espacio público, en los últimos 30 años, va a empezar a bajar en intensidad y en su lugar va a empezar a emerger una forma de representación simbólica de la realidad o de discurso público distinto. Yo creo que de parte de la ciudadanía se va a necesitar mucha generosidad para entender qué es lo que significa que emerjan las voces que hasta ahora habían estado en formas estructurales de postergación. Y por parte de la Constituyente es clave gestionar esa incertidumbre para explicar lo que está pasando, poner paños fríos, invitar a la gente que se empape de la discusión que se está dando en este proceso.
