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CRÍTICA| La poesía me vuelve niño los sentidos: «De bosque y cenizas» de Camila Valenzuela

Por: Cristian Hualacan, escritor @jojorejorejore | Publicado: 17.08.2021
CRÍTICA| La poesía me vuelve niño los sentidos: «De bosque y cenizas» de Camila Valenzuela |
«De bosque y cenizas» (Libros del Pez Espiral, 2021) es el nuevo libro de Camila Valenzuela (Santiago, 1985), autora reconocida por «Nieve negra» (SM, 2014), ganadora del premio Barco de Vapor, y autora de distintos libros de LIJ. La novela se enmarca en el proyecto de la autora de reescribir diferentes libros clásicos infantiles y adaptarlos de alguna u otra forma al escenario chileno. En este caso, «La Cenicienta».

La escritura para lxs niñxs no es simple, ni meramente pedagógica, mucho menos una clase de moral. En Enseñando a sentir (Metales Pesados, 2021) de Macarena García González, se profundiza la dimensión afectiva y emotiva de la Literatura infantil y juvenil (LIJ), ya que es un resultado político e ideológico. Hay gran cantidad de libros donde las infancias sufren del paternalismo que bordea lo idiota, con clases de lo correcto, donde la enseñanza y el buen portar son los resultados para los “buenos niños” del futuro. Nada de eso ha funcionado. Los libros no hacen ni más buenas ni más malas a las personas. Pero hay autoras que van más allá de esto, complejizando la escritura, creando dudas y tensionando los discursos imperantes o conservadores. En resumen ofrecen una oportunidad de mirar a los ojos y revivir el verso de Mistral: La poesía me vuelve niño los sentidos.

De bosque y cenizas (Libros del Pez Espiral, 2021) es el nuevo libro de Camila Valenzuela (Santiago, 1985), autora reconocida por Nieve negra (SM, 2014), ganadora del premio Barco de Vapor, y autora de distintos libros de LIJ. La novela se enmarca en el proyecto de la autora de reescribir diferentes libros clásicos infantiles y adaptarlos de alguna u otra forma al escenario chileno. En este caso, La Cenicienta. La protagonista sobrevive al terremoto de Chillán del año 1939, y desde ahí, comienza a escribir un diario. Contando una a una miles de cosas que hoy, casi ochenta años después, pueden resultar desoladoras. Una de ellas es la muerte de los padres. De esta forma tiene que vivir de allegada en la casa de un familiar alcohólico, agresivo y explotador. La narración va más allá de lo convencional: hay cortes, versos, un tono poético electrizante y un clima de violencia importante en cada página.

El libro comienza con una ciudad destruida por el terremoto de Chillán, mientras la narradora cuenta en formato diario el transcurso de su viaje. Estas primeras páginas son posteriores al terremoto. Evocando un sentimiento de pérdida, el diario se mezcla con un paisaje de la impresión. Esto es un acierto del libro, porque la experiencia ya no importa. La narradora cuenta todo como una primera vez, conteniendo en cada día que avanza un descubrimiento. Valenzuela forma una poesía del sentir, donde las cosas apenas pueden ser nombradas, por ende, tienen que ser escritas.

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La estructura de De bosque y cenizas, contiene cortes versales que aparentan la escritura de un poema. Hay frases sueltas de un diario y algunas recetas de ungüentos. El libro como objeto físico incorpora tres ilustraciones sueltas volviéndolo casi un libro objeto. Hay pocos antecedentes de escritura de terremotos, sobre todo en narrativa. En poesía es distinto (es cosa de leer a Gonzalo Rojas). Caso raro para un país afectado por terremotos, maremotos y temblores. Es por esto que la estructura versal del libro funciona. Esos rompimientos no solo significan las roturas externas, sino también, muestran la violencia de roturas internas.

Una violencia cruda y demoledora. La joven allegada es sometida a diferentes castigos. Entre ellos el trabajo doméstico. Ese sufrimiento conforma una lectura histórica que se menciona directamente sobre el género. Esto es revelador, ya que la violencia expresada en el libro tiene otro punto de respuesta. Son las brujas que siguen en el bosque. Un grupo de mujeres que aparecen en el diario de la niña y que son como salvadores, o aliadas frente al malestar de su casa. Estas brujas aparecen en un clima somnoliento, donde las hierbas chilenas, los bosques y la vida rural reaparece. El mundo real pasa a segundo plano. Las mujeres yerbateras celebran aquelarres y viven sin hombres.

La metáfora de las brujas aparece y reaparece a medida que la violencia doméstica crece, con las yerbateras y todas las sabidurías populares oscurecidas por occidente y el colonialismo. Estas reescrituras y reinterpretaciones se presentan en De bosque y cenizas, porque la reescritura –bajo la lógica de reescribir cuentos infantiles– sirve también para ajusticiar de cierta manera los discursos imperantes. La necesidad de reescribir la historia, no desde un punto de vista pedagógico, sino desde lo complejo que es entender el mundo y su diversidad. Esa diversidad no es ni cuica ni hombre ni menos blanca.

¿Lo pueden leer adultos y niñes?, sí. Puede perfectamente catalogarse sin la barrera aburrida de la edad. Porque lo importante es la narración y el trabajo de Valenzuela completa eso. A pesar de que en algún momento la prosa pueda resultar repetitiva y plana, a lo que juega este libro es un acierto, porque la estructura y las ideas lo convierte en una posibilidad de lectura. En los últimos veinte años los adolescentes han iniciado los principales movimientos de Chile. No solo al saltar los torniquetes, sino también porque en la mayoría de los movimientos se han convertido en protagonistas. Estas historias sirven para complejizar ese mundo que intenta controlar. Mistral señala: «Siempre hay algo monstruoso en ser redondamente adulto, y un hombre completo sería aquel que conserva limaduras infantiles de la emotividad»

De bosque y cenizas
Camila Valenzuela León
Libros del Pez Espiral
139 páginas
Precio de referencia: $ 10.000
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