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Jorge Díaz, escritor : «La misoginia en el mundo gay es apabullante»

Por: Tomás Henríquez | Publicado: 29.10.2021
Jorge Díaz, escritor : «La misoginia en el mundo gay es apabullante» |
Este sábado 30 de octubre, Díaz hará el lanzamiento de Emancipar la lágrima. Ensayos transdisciplinarios sobre arte, ciencia y activismos de disidencia sexual (Editorial Trío, 2021), compilación de textos propios, algunos escritos en colaboración, o producidos para seminarios, revistas o fanzines. Se trata de una bitácora —“un archivo de sentimientos”—, en el que se mezclan temas como el aborto, el feminismo, la homofobia, o bien, sus propios juicios en torno a la ciencia.

Jorge Díaz (Santiago, 1984) trabaja en un laboratorio mirando y analizando células. Es doctor en bioquímica y se ha enfocado en la migración celular en modelos de cánceres metastásicos. Sin embargo, ha sentido siempre cierta incomodidad con la institución científica. Por eso, hace cerca de 15 años, escribe y es activista de la disidencia sexual. En ese trayecto ha generado diálogos con teóricas feministas como Nelly Richard o Alejandra Castillo, la fotógrafa Paz Errázuriz, la performer Hija de Perra, el escritor prostituto José Carlos Henríquez, la feminista boliviana María Galindo, o la dramaturga Carla Zuñiga. Todo un universo de voces que representa, como el mismo Díaz dice, «lo que botó la ola del feminismo»

Este sábado 30 de octubre, Díaz hará el lanzamiento de Emancipar la lágrima. Ensayos transdisciplinarios sobre arte, ciencia y activismos de disidencia sexual (Editorial Trío, 2021), compilación de textos propios, algunos escritos en colaboración, o producidos para seminarios, revistas o fanzines. Se trata de una bitácora —“un archivo de sentimientos”—, en el que se mezclan temas como el aborto, el feminismo, la homofobia, o bien, sus propios juicios en torno a la ciencia. “Hay un problema con repetir siempre la misma historia —dice Díaz—, por eso creo que es necesario dejar memorias de los procesos colectivos”.

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-En la presentación del libro dices que “emancipar la lágrima” permitiría potenciar modos creativos para denunciar el dolor, contra lo que has llamado cierto imaginario lamentativo. ¿Cómo es posible dicha emancipación?

Gran parte de nuestras historias han sido escritas desde una política de la lágrima, porque cargan con una violencia inusitada, desmedida y ancestral. Experiencias de violencias construidas contra nuestros deseos, pero también por nuestro modo de pensar y escribir. Me ha parecido siempre fascinante que las prácticas artísticas y activistas pueden inventar nuevos modos de presentarse. Sara Ahmed, autora muy analizada en las academias queer, estudia cómo ciertas producciones culturales construyen historias que nos condenan a la infelicidad: en el cine o la literatura, los disidentes sexuales siempre terminan asesinados, separados, encerrados en psiquiátricos o cometen suicidio, promoviendo la idea que dichos estilos de vida están destinados al sufrimiento. En el tiempo que escribí este libro me fui dando cuenta que ninguna de estas producciones presenta un relato desde la lágrima o la infelicidad, aunque si todos exponen la violencia patriarcal que vivimos. Pienso que la emancipación se produce al generar modos creativos e irónicos, historias que se insubordinan al relato tradicional del sufrimiento y el dolor. Expresar la violencia patriarcal sin la lágrima sino con ironía y una estética menos domesticada.

Una suma de rebeliones contra las políticas de lo posible

-Frente a las políticas de lo posible —máxima del régimen concertacionista— los activismos de disidencia sexual en Chile se han caracterizado por imaginar ficciones que buscan correr los cercos hacia lo impensable. ¿Cómo percibes esa pugna post 18 de octubre?

Antes del 18-O existió el mayo feminista, que de muchas maneras cambió la sociedad chilena. Antes existieron las revueltas estudiantiles del 2006 y 2011. Lo que vivimos es una suma de rebeliones contra las políticas de lo posible. El mayo feminista fue un estallido en muchos sentidos. Porque el feminismo sabemos nunca está escrito en singular. Existen múltiples feminismos. Y yo celebro esa masividad porque obliga a definir cuál es el feminismo que te identifica. Hay algunos más conservadores que dictaminan quién puede considerarse feminista y quién no. Por eso a veces la violencia sobre disidentes sexuales, maricas, personas no binarias y trans por parte de un feminismo cis y heterosexual identitario produce confusiones dolorosas. Me parece que es un triunfo de ese mayo feminista que cuando hablamos de feminismo hoy se diga “mujeres y disidencias”. Sin embargo, estamos en otro tiempo, uno de mayor corrección política, de identidades más coherentes y claras. Estos ensayos van contra la mesura política en la que crecimos, esas políticas de lo posible que mencionas. Por eso no sé si hoy la ironía sea bien recibida. De algún modo, el libro rescata una memoria reciente que siento ya no está tan presente. Y me pareció importante dejar esta bitácora. Seguro hay muchos otros modos de contar una historia de la disidencia sexual. Pero este libro es desde mi experiencia, y no pretende abarcar todo el período ni contener a todas las personas.

Un trabajo de riesgo

-Siento que la urgencia por hacer visible estas memorias —amparada por el ímpetu y la apasionada seguridad política del activismo— a ratos conlleva una peligrosa paradoja: la involuntaria masculinización o normalización del discurso disidente. ¿Crees eso posible?

No estoy de acuerdo. Ser activista es un trabajo de riesgo, tanto por los discursos de odio que se reciben, la violencia, el estigma o la segregación. Oponerse a las falsedades tiene costos. Cuestionar, criticar y generar alternativas conlleva un peligro. Pasolini dijo en su última entrevista “todos estamos en peligro”. Y aún así el activismo es vital y colectivo. Es oposición al poder. Toma herramientas del arte, de la estética, de la ciencia, de la cultura popular para poner en jaque la norma social, para denunciar el extractivismo epistémico que genera cierta academia. Y eso tiene consecuencias. La bióloga trans colombiana Brigitte Baptiste decía que en el contexto de revueltas de su país, fueron asesinadas no solamente las personas que salieron a protestar sino que hubo un plan para hacer desaparecer a los activistas medioambientales. Eso dice mucho. Quizás la militancia en los partidos políticos tenga cierta seguridad. La imagen heroica y romantizada del activista como un sujeto sin contradicciones y fuera de los vicios del patriarcado ha hecho mal porque se acerca a la realidad cristiana de los santos. Y ya sabemos en qué termina esa épica. 

El activismo nos obliga a buscar modos creativos para escribir. Y eso va contra la normalización y la masculinización del conocimiento. Lo que sí me preocupa es la cantidad de publicaciones en revistas indexadas donde a través de papers, algunos académicos, sin entender contextos o procesos, acusan a ciertos activismos de vicios que me parecen injustos. Bajo la lógica del ser “más crítico” de los críticos, generan polémicas muy endogámicas que no activan disensos sino solo buscan engrosar currículums. Confunden diversidad con disidencia. Generan conclusiones maniqueas desde una bibliografía global y menosprecian a activistas que trabajan en condiciones de muchísima mayor precariedad que ellos. Prefieren citar a autores validados internacionalmente para hacerse parte de una red cerrada que deje mal a los activistas. Hay un deseo por normalizar el discurso disidente como un nuevo concepto de moda. Se olvidan de los contextos y piensan el activismo solo como obra o “performance”. 

La parodia de la sociedad

-Se dice que la víctima es el héroe de nuestro tiempo. Ser víctima daría prestigio, identidad, y reconocimiento de derechos. ¿Crees que dicha condición garantice inmunidad a la crítica?

Fui formado en un contexto de políticas posidentitarias donde ninguna condición bastaba. Tener una sexualidad fuera de los estándares de la heterosexualidad no es seguridad de nada porque a pesar de vivir esa exclusión, eso no asegura, por ejemplo, no repetir patrones homofóbicos. La misoginia en el mundo gay es apabullante. Ninguna víctima es inmune a la crítica, y para eso debemos potenciar también la autocrítica. val flores habla de “escribir contra una misma”. Y el feminismo nos enseñó que lo importante no es la identidad sino cómo esa identidad genera una relación de oposición con otras. Ahí se genera una fuerza que escapa a la victimización y deviene creatividad. Los estudios de la memoria en contextos de represión política, como las dictaduras, nos han reforzado que debemos tener absoluta solidaridad con las víctimas de la violencia política y sexual. Pero la labor de los intelectuales y activistas es poner en tensión cómo esos relatos muchas veces generan procesos de revictimización. Las mujeres y disidencias sexuales somos víctimas de un sistema patriarcal pero no debemos caer en ese discurso de la víctima. Manuela Trasobares, artista y la primera concejal trans de España, dice que las víctimas son la parodia de la sociedad. 

-Sin embargo, hace unos meses Pablo Maltés, ex candidato a gobernador por la RM, llegó a declararse no binario, transfeminista y “kuir”. ¿Es oportunismo? ¿O su legítimo derecho?

Lo de Pablo Maltés fue de un oportunismo muy violento. Todos tienen derecho a nombrarse y construir una identidad. Nuestra experiencia de vida no es inamovible, ni determina cómo identificarnos, pero hay límites. Hoy da réditos políticos usurpar experiencias e identidades subalternas. Lo de Pablo Maltés fue doloroso porque cuando comenzaron a criticarlo, su pareja Pamela Jiles, llegó a decirle “yuta del género” a un gran grupo de activistas que mostraron su incomodidad frente a que un señor cis género y heterosexual se sintiera con el derecho a representar a las disidencias. Me recuerda a Sebastián Lelio, que en cada premiación por su película Una mujer fantástica (2017) agradece a su esposa e hijos, restituyendo a la familia tradicional como la verdadera triunfadora. Sebastián Piñera, en plena pandemia, anunció que pondría «urgencia» al proyecto de matrimonio igualitario, en un contexto de precarización y muerte. Mientras muchos compañerxs presos políticos de la revuelta siguen injustamente en cárceles y la violencia contra mujeres trans se vuelve más horrorosa, el presidente nos dice que nos podemos «casar», usando demandas del mundo LGBTQ+ como moneda de cambio. Pero para muchas comunidades disidentes el matrimonio no es una necesidad, como sí lo son planes de protección social que aseguren la no violencia y dignidad. 

«El virus sirvió como un catalizador de lo peor de este experimento neoliberal»

-Uno de los últimos ensayos del libro fue escrito a tres meses de iniciada la pandemia. ¿Cómo percibes hoy, casi un año y medio después, esa verdad revelada del discurso científico?

Cuando escribía ese ensayo habían comenzado las protestas porque el hambre abundaba. No se podía salir a trabajar, no había ayudas sociales, las ollas comunes eran reprimidas y a la gente les lanzaban lacrimógenas para acallarlas. Y esas lacrimógenas costaban varios kilos de arroz. Sin duda, el virus sirvió como un catalizador de lo peor de este experimento neoliberal que somos. En el discurso científico la pandemia hizo patente que se requiere un diálogo entre distintas disciplinas y saberes. La ultraespecialización es necesaria pero impide confrontar visiones. Y la visión neoliberal no ha sabido escuchar ni a los colegios médicos ni a quienes tienen experiencia en epidemiología y salud pública. El otro día escuchaba a Silvia Rivera Cusicanqui, decía que vivimos una pandemia de la sordera. Desde la ciencia me quedo con la historia de la científica húngara Katalin Kariko que pasó 40 años en EE. UU. desarrollando avances para las inyecciones de la vacuna de ARN mensajero que hoy es la que mejores resultados tiene para controlar la pandemia. El ARN es una molécula muy lábil, se degrada fácilmente con cambios de temperatura y es difícil de manejar, sin embargo, es el molde perfecto para que nuestras células generen anticuerpos y defensas. Nadie creyó mucho en su investigación, trabajaba con pocos recursos e inicialmente su preocupación era generar una vacuna contra el VIH, pero perseveró y es hoy una de las científicas más influyentes del mundo. Ella dice que no se le han subido los humos a las cabeza, no usa joyas y sigue teniendo el mismo auto de siempre. Me parece estimulante que sea una científica, con un invento que pocos creyeron, la que nos está salvando en este planeta devastado.

Jorge Díaz

Emancipar la lágrima. Ensayos transdisciplinarios sobre arte, ciencia y activismos de disidencia sexual 

Editorial Trío, 2021

304 páginas

$15.000

El lanzamiento se realizará el sábado 30 de Octubre a mediodía en Casa Palacio (Alameda 2133), espacio cultural en formación, entre Avenida Brasil y la calle Concha y Toro. El recinto posee un aforo limitado y se puede reservar un cupo escribiendo a emanciparlalagrima@gmail.com
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