CRÍTICA| Los “tramiteos” eternos en una novela sobre la burocracia: «La Oficina del Agua»

Una nueva voz se hace presente para dimensionar la falta de agua en el microcosmos de las vidas y en las macropolíticas de la población nacional. Las actividades domésticas y cotidianas del funcionario A. Prieto, sujeto de deuda, según nos lo presenta Simón Ergas en esta novela, son referenciadas desde el momento que se inicia el relato como una seguidilla de pasajes de ironía para narrativizar un escenario posible de catástrofe que, lamentablemente, ya tenemos frente a nuestros ojos. Desde que abrimos el cuerpo físico de este libro, la marca textual «Trámite Primero» nos alerta del recorrido en un trabajo narrativo donde el lenguaje juega un rol fundamental para texturizar las hazañas de su personaje protagonista.

La Oficina del Agua, epicentro del “trámite” de los sujetos de deuda que acuden a regularizar sus situaciones de consumo, es la escenificación de la que se vale el autor para desplegar una poética kafkiana en la que son enfatizadas las marcas textuales relativas a “instrucciones”, “procedimientos”, “burócratas”, “guardia” por nombrar solo algunas.

Es interesante cómo Ergas resuelve dar cuerpo a esta poética “del trámite” valiéndose de la creación de artificios por parte de la maquinaria burocrática y, tal como lo mencioné, es el lenguaje el mejor aliado para las especificaciones que esta entrega detalla. Porque en el relato son muchos quienes ven sus vidas transformadas en pretextos para las deliberaciones del sistema. “Uno tras otro los cajones del ascensor eran repletados de impacientes cuya vida, como la suya, estaba transformada en un trámite” (p. 29).

[Te puede interesar]: CRÍTICA| En las celebraciones siempre hay música y fantasmas

La vida de burócrata gris, en momentos acompañado de una madre activista por el igual acceso al agua y que en la novela es un motor de acción, pero, a la vez, sujeto especular que funciona como doble opuesto, exige una lectura atenta debido a los escenarios posibles que se despliegan en este trabajo de Ergas, donde los saltos temporales proponen la corporización del sujeto de deuda A. Prieto en episodios de su vida que explican de su relación con la sequía, el agua, el trámite y La Oficina del Agua. El juego de identidades propuesto por el autor para con sus personajes, desdoblando a A. Prieto/Abel es resuelto de manera concluyente en que uno fagocita a otro, pero proponiendo que ese otro se asome en instantes como ejercicio de llamado de atención para con la memoria. 

La identidad monstruosa y la animalización son otros tópicos desarrollados por el autor para resituar las materialidades de quienes se instalan en su poética. “Sus fauces abiertas daban vueltas como un tornado. La gente era succionada para ser escupida fuera de la institución” (p. 69). Los espacios físicos con la falta de agua adquieren atmósferas terrosas, cetrinas, los mismos sujetos de deuda son batallones de esperpentos sucios, malolientes, de pelos grasos. Lo fantasmal señorea por doquier, así como la escasez de agua y la modificación de lo “físico” en una materialidad de lo yermo.

La Oficina del Agua es una construcción discursiva que viene a reactualizar las preocupaciones medioambientales y que se hace dinámica a través de un relato inteligente y complejo sobre el activismo por el derecho al acceso al agua, la burocracia instalada, el hacer trampa, las vidas hipotecadas al sistema y las instituciones estatales como alegorías de monstruosidades que se enuncian desde su horror para con los ciudadanos de a pie. Novela de vigencias y urgencias para el ahora. Un relato de llamado de atención.

La Oficina del Agua

Simón Ergas

Alquimia Ediciones, 2021

195 páginas

Precio: $11.900.