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FRAGMENTO| Ir a abortar era el típico paseo de padre e hija: Historia de un incesto

Por: El Desconcierto | Publicado: 14.03.2022
FRAGMENTO| Ir a abortar era el típico paseo de padre e hija: Historia de un incesto |
La abogada de la Universidad de Chile, Paula Silva Terreros (34), publicó a fines de 2021 el libro “La Ropa Sucia (que en casa nunca se lavó” (Editorial Asterión), un texto donde narra su historia familiar y la de su madre, dos vidas afectadas por el comportamiento machista, violento y abusador de sus progenitores, siendo uno de estos hombres un violador sistemático dentro del hogar.

La peor de las peores

Esta es, a mi parecer, una de las peores hazañas del meme:

Cuando entré al Carmela de mi corazón (Liceo Carmela Carvajal de Prat), nuestra profe jefe, “la Quenita”, que era mi profe favorita, nos dijo que teníamos que cachar que éramos todas las mejores de nuestros colegios y olvidarnos del primer lugar.

Fue fuerte, pero bueno. 

Por eso, en octavo me llevé la mansa sorpresa cuando nombró a los cinco primeros lugares y yo era la quinta. Estaba muy feliz porque esa tarde había reunión de apoderados y mi mamá iba a sentirse orgullosa de mí.

Yo siempre me quedaba durante las reuniones y después me iba con ella a la casa, porque nos quedábamos en grupo de ñoñas jugando o conversando, y porque ya estaba 89% enamorada de la Tumi y ella también se quedaba.

Ese día no llegó mi mamá en su bicicleta. Llegó mi hermana mayor, y me dijo “mamá está presa”, solo que no era un chiste. Era verdad.

Mi mamá no pudo ir a esa reunión porque el meme tenía una pyme y una cuenta corriente con el Rut de ella, y hacía cheques a los que después les daba orden de no pago, así que la llevaron presa por giro doloso de cheques.

Cuando mi hermana me dijo, quedé en shock. Y como tonta le pedí que entrara a la reunión, para que alguien supiera lo de mi lugar. Pasé toda la tarde llorando. Harto tiempo después, mi mamá me contó que ella también estuvo llorando toda esa larga noche en la cárcel.

De todas las peores cagás del meme, esta es la que más me duele.

[…]

Pasa en las películas, pasa en la vida, pasa en TNT

Les conté que el Sony era enfermo de culiao, ¿cierto?

Bueno, en las próximas historias espero poder resumir todo lo enfermo de culiao que era, aunque yo no sé ni la mitad de los hechos porque soy demasiado cobarde para preguntarle todo a mi mamá.

Si quieren saber más, escríbanle a mi mamá pa obligarla a hacer el libro de su vida porque a mí no me hace caso. La Dani también los puede ayudar porque ella sí se atrevió a preguntarle.

El Sony empezó a abusar de mi mamá como a los siete años.

Desde siempre le dijo que si ella no se dejaba, iba a hacer lo mismo con sus hermanas chicas, o le iba a pegar a su mamá, y como mi mamá tiene complejo de superheroína, porque cuando chica era “Fortachín con Milo”, dejó que la toqueteara y se manfinflara en frente de ella para salvar a las mujeres de su familia.

A mí mamá nunca le llegó la regla por primera vez, porque una manfinfla del Sony la embarazó (ojo, cabres, esto puede pasar. Infórmense). Después de eso, como “Sony racional”, pasó a violarla (que era lo único que no había hecho), porque total ya había quedado embarazada.

La primera guagua de mi mamá, que parió cuando tenía 13 años, nació muerta, y según yo, negra (o sea muerta hace rato). Mi mamá dice que ella le dijo a su mamá quién había sido, pero no sé qué weá pasaba por la cabeza de mi agüeli Lu. Sé que trató de separarse y volver a vivir con su papá, pero no la dejaron, y que trató de suicidarse millones de veces, pero no entiendo por qué mejor no trató de matar al Sony, que según yo, era la solución más práctica, y lo que habría hecho la Maiga (la mamá del meme).

Después de ese primer parto fallido, el Sony siguió haciendo weás de enfermo culiao, y llevaba a mi mamá a abortar tan seguido como yo como fideos.

Mi mamá pudo haber muerto mil veces en la clandestinidad a la que la forzaba el Sony.

A esa altura, ir a abortar era el típico paseo de padre e hija.

[…]

Tren al Sur

(Los Prisioneros)

La Maiga hermosa era la mamá del meme, la Anita, el Juan Lorenzo y mi tía Carmen.

La Maiga nació en Pemuco, un pueblo muy chico en Chillán, que es más seco que Pueblo Seco y más oculto que Young-Gay (como yo le digo a Yungay).

En el Tribunal en que trabajé, siempre se reían y decían que yo había inventado Pemuco, pero es real real, y en la época que lo conocí era la capital nacional de la cesantía, distinción que se notaba cuando paseábamos por ahí con la Tumi, porque había curados tirados en la calle a las 3 de la tarde.

Pemuco siempre fue chico, y la Maiga era muy libre, linda y loca pa quedarse allá. No era ná feminista, pero era bien avanzada pa la época.

A la Maiga le pusieron un solo nombre y siempre alegaba por eso, pero decía que con más razón había que saludarla pal santo, porque en el campo era lo único que se celebraba. Por suerte, a mí me pusieron su nombre de segundo, así que no se me olvidaba.

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La Maiga fue la penúltima de una camada como de trece cabros chicos (¡tanto trabajo, por Zeus!), y como no eran gente de plata, compartía cama con dos hermanas mayores, y plato, con una de ellas. Era regalona sí, así que su hermana, con la que compartía plato, a veces le daba su presa de la cazuela para que comiera un poquito más.

La Maiga fue al colegio hasta tercero básico, porque era muy re lejos (como a dos pueblos de distancia) y se aburrió de andar caminando a pata pelá y llegar al colegio a lavarse el barro, la lluvia y ponerse zapatos. También se aburrió de tener que quedarse en la casa de su hermano cuando había temporal, porque su cuñada (la Melania) y él, la hacían dormir a los pies de la cama.

A la Maiga no le gustaba leer porque le costaba mucho y no la dejaban llevarse los libros del colegio, así que nunca aprendió, aunque mi mamá le quiso enseñar. Una vez el Mati, el hijo mayor de la Anita, le preguntó si le podía leer algo, ella le dijo que no, porque estaba en inglés y ella no sabía leer en inglés.

El Mati la cachó al toque y le preguntó: ¿Y en español, Lela?

Los números, en cambio, siempre fueron lo suyo. De hecho, de toda mi familia, y considerando que nunca ganó mucha plata, la Maiga siempre fue la más ordenada, y hasta se las ingenió para darnos mesada a mis hermanas y a mí.

La Maiga trabajó desde los trece años cuidando niños “puertas adentro” y perritos “puertas afuera” hasta que las patitas no le dieron más.

Su único sueño era comprarse una casita en Pemuco, para su vejez.

Libro La ropa sucia

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