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Llegar al interior del Capitolio sin morir es el epítome del privilegio blanco. Desde Estados Unidos, el crítico cultural y profesor de Literatura Daniel Noemi, analiza en siete imágenes lo que ha sido esta protesta autorizada por el poder.
1. Imaginemos que las personas que entraron en el Capitolio a las salas del Senado y la Cámara de Representantes, en lo que ahora ya se llama insurrección; que aquellas y aquellos que se sacaron fotos en el asiento de Nancy Pelosi y las distribuyeron por las redes, orgullosos de su bravía; que aquellos disfrazados de vikingos y adornados con banderas rayadas; imaginemos que ellos y ellas fuesen africano-americanos y africano-americanas, latinos, hispanos, ¿cuántos muertos habría a estas horas? Como dice en un twit Noah Caine, mostrando la foto de una mujer en el asiento de Pelosi: “Llegar a este lugar sin morir, es el epítome del privilegio blanco.”
¿Dónde estaba la policía que permitió que Trump se sacara una foto con una Biblia al revés, en medio de protestas contra el racismo y represión policial?
2. El derecho a la protesta es sagrado; está protegido por la Constitución made in USA. Ahora, ¿dónde termina? Los campos de la capital gringa han sido ocupados famosamente para protestar (recordemos las protestas contra la Guerra de Vietnam). Pero el límite de la protesta estaba claramente demarcado. Uno podría decir que, precisamente, el punto de una protesta es ir más allá del punto permitido. ¿De qué sirve si hago lo que me dejan hacer? El mismo movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos utilizó la transgresión como estrategia fundamental. Por supuesto, ahora es muy diferente. ¿O es diferente porque no estoy de acuerdo con la ideología de los que protestan o de los insurrectos?
3. Esto es lo más cercano a un autogolpe de Estado a lo que se ha llegado en USA (o que sepamos) en más de un siglo. ¿Esperaba Trump que los senadores y representantes que lo apoyan se sintieran más fuertes con estos eventos, que iban a decir, ‘oh, yeah, esto es lo que la gente quiere’? La lógica de Trump es bastante simple y banal; pero no deja de ser efectiva, quizá por lo mismo. Populista y con rasgos fascistas, ha logrado crear una base de adeptos aún más racistas que él. Mientras escribo un profe de Derecho Constitucional dice: Trump puede ser acusado por sedición, por atacar al gobierno de los Estados Unidos. El ex ministro de Defensa Mattis dice que esto es culpa de Trump. A Mattis lo llaman “el perro” y era amigo de Trump.
4. El poder de Twitter: suspende a Trump por 12 horas. Trump se queda sin voz. De repente, por un suspiro, se convierte en subalterno. El chiste es malo, como Trump.
5. Bush dice que esto parece república bananera. Y eso que no tiene mucha cara, después de haber perdido la elección contra Gore el 2000 y ganarla en la corte. Pero incluso en ese momento se mantuvo la imagen de una república no bananera. Es cierto, los problemas de la democracia gringa son infinitos e incesantes. Pero la idea siempre ha sido hacerla mejor (sí, es demasiado lento y cuesta mucho y sufrimos demasiado). Ahora, ¿qué podemos decir? Porque, pensándolo un poco, no es algo impensado o inesperado, es la consecuencia lógica no solo de una retórica inflamatoria sino del mismo sistema para partir.
6. Ahora escucho tantas oraciones, prayers, y llamados a la unidad, y que en el fondo esto no es lo que somos. Mentira. Lo primero que hay que aceptar para cambiar es que uno es como es. Los senadores, la mayoría blanca y hombres, repiten las ideas, citan la historia (¡qué trabajo han hecho sus asistentes!), que este gobernador, que Lincoln, que Adams, que la abuela que fuma… y ahora están votando por Arizona. Una mujer dice cada apellido, y a lo lejos se escucha un no, o un nay, o un yes, van en la M, de máscara y de mascarilla, son cien votos, y a lo lejos, muy a lo lejos hay otras voces que nunca oiremos.
7. Entonces, está la 25 enmienda constitucional que permite echar al presidente si la mayoría de sus ministros cree que es incapaz de ejercer su cargo. Quedan solo dos semanas. ¿Vale la pena siquiera intentarlo? La única respuesta posible: por supuesto que sí, si quieres salvar tu pellejo político (terroristas son los que atacaron, dice un tipo en CNN, Trumo será recordado como lo peor de lo peor, y habla de intento de golpe de Estado). Pero nada de eso importa. O importa demasiado. El intento de democracia gringa, que lleva un poco más de 200 años solamente, dista mucho de ser lo que dice ser (no necesitamos recordar el rol de la CIA por las tierras del sur del mundo), pero también, como en Chile, como en Ucrania y Bielorrusia (y en Hong Kong), es un lucha hermosa de mucha gente que lleva mucho más de 200 años. Y es esa lucha, que es la de Rosa Parks, la de MLK, la de Chávez, la de Dolores Huerta, la de Malcolm X, la que continúa. A pesar de todo. Con todo.
