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Feminismos: La mayor fuerza revolucionaria contracultural de todos los tiempos

Por: Antonia Piña, filósofa feminista | Publicado: 08.03.2021
Feminismos: La mayor fuerza revolucionaria contracultural de todos los tiempos |
Como movimiento de mujeres diversas y de disidencias en el mundo, el feminismo es fruto de la praxis y de reflexiones de millones de mujeres que en diversos momentos históricos, culturas y bajo profundas amenazas desafiaron al sistema patriarcal, a veces perdiendo su vida en el intento.

El 8 de marzo Día Internacional de la Mujer se ha transformado en un territorio sororo donde confluyen millones de mujeres y disidencias en las calles, en un momento ritual de lucha, denuncia, reflexión, sororidad y de recuerdo por todas las que hoy no están.

¿Feminismo o feminismos?

El feminismo es la reacción sine qua non del surgimiento del sistema patriarcal hace más de 5 mil años, que logró desde sus inicios y en su última faceta colonialista-capitalista volverse global. A través de estos miles de años se instauró a la fuerza (y con mucha violencia) este modelo de organización social dominador, que jerarquizó y dividió a las personas en razas, clases y género. Otorgándoles a los hombres y al poder de la fuerza belicosa un valor excepcional en la pirámide verticalista del poder abusivo, imponiendo la inferioridad ficticia de las mujeres, su sumisión y cosificación (que implica el feminicidio) como elemento fundador del proceso de apropiación y de despojo, a los seres humanos y a la naturaleza, de su sentido relacional cosmológico lleno de equilibrio, abundancia y de respeto.

El feminismo es plural ya que es una categoría que engloba todas las formas de resistencia que han sido elaboradas por mujeres a lo largo de la historia frente a esta forma de dominación. El feminismo es feminismos, porque sus horizontes de posibilidad se definen a través de la realidad de las diversas vidas de las mujeres, que no pueden ser reducidas a una sola experiencia de “Ser mujer” o de “La mujer”.

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Intentar globalizar y universalizar los feminismos pretendiendo definir toda la estas experiencia desde una mirada histórica concreta siempre limitada y contextual (este fue el caso del posicionamiento de los estudios de género en las universidades que impulsaron las reflexiones del feminismo blanco burgués europeo como el único relevante) es volver a la pretensión androcéntrica moderna, de un conocimiento universal que ha sido profundamente imperial y violento.

Es por esto que pensarse como mujeres y disidencias resulta tan importante, porque a partir de la historia del territorio (nuestra memoria ancestral), de las formas específicas de dominación del patriarcado local que me toca vivir y de mi propia trayectoria (donde nací y viví las plurales formas sociales de opresión), es donde mi feminismo tendrá sentido y razón.

La audaz denuncia de los sistemas culturales misóginos, abusivos y depredadores como elemento articulador de muchos feminismos en el mundo, nos muestra hasta qué punto estamos frente a la mayor fuerza revolucionaria contracultural de todos los tiempos. Aquí queremos rescatar tres elementos básicos del impulso transformador feminista:

Su contracultura

Al desafiar todas aquellas categorías de opresión aceptadas y naturalizadas por las culturas patriarcales hegemónicas, las mujeres y las disidencias hacen estallar en mil pedazos la realidad como la conocemos. Muchos de nuestros feminismos latinoamericanos cuestionan aquella herencia colonial eurocentrista, que ha invisibilizado a las mujeres indígenas, afrodescendientes y mestizas, junto con sus ideas, prácticas y proyectos emancipatorios.

La multidimensionalidad de la cultura patriarcal

Los feminismos se han enfrentado a la cultura patriarcal develando las formas y normas sociales que desprecian sistemáticamente la abundancia y diversidad vital que representamos las mujeres y la naturaleza como dadoras de vida. El reconocimiento de que el primer territorio de conquista fue el cuerpo de las mujeres nos hace incorporar la sabiduría popular feminista: “ni mi cuerpo ni la tierra son territorios de conquista”. 

Uno de los mayores logros de los feminismos actuales es el ejercicio de la toma de conciencia sobre la multidimensionalidad del sistema patriarcal y como este habita en nuestras formas más íntimas. Vivimos en una realidad que mantiene niveles insostenibles de violencia, una salud mental colectiva constantemente en riesgo, una vida precarizada y el sentimiento de vacío existencial (e infelicidad) fruto de una perdida de sentido espiritual relacional con el universo y la vida. 

 Al tomar conciencia de que estamos todas, todos y todes atravesados por el patriarcado, surgen nuevas posibilidades de mirarnos para desnaturalizar las jerarquías y violencias. El desaprender a través de una autocrítica que permita robustecer nuestra imaginación política y emocional, para ser capaces de construir colectivamente un horizonte donde el cuidado a la vida (en todas sus formas) este en el centro de nuestras preocupaciones. Es el camino de muchos feminismos al hablar de cuidado y autocuidado, y de nuevas formas de relacionarnos y de amar, entre otros temas que implican transformaciones subjetivas muy profundas.

Memoria larga

Nuestras ancestras históricas son acompañantes latentes y vitales de nuestra existencia, ellas han alimentado junto a nosotras y las que vendrán, el entramado continuo de las memorias largas feministas. Ellas sembraron la semilla de la rebeldía para que nosotras podamos continuar la construcción de un mundo donde la equidad y el respeto a la vida sea una prioridad y un derecho inalienable. Es por esta razón que: “somos las nietas de todas las brujas que no pudiste quemar”. 

En este 8 de marzo recordamos a todas quienes han ayudado a construir los territorios concretos y simbólicos de transformación para nuestro buen vivir, y juntas marcharemos reivindicando la memoria y el presente de todas las mujeres y disidencias, expresando la diversidad feminista en las calles, que a pesar del capitalismo, la privatización y la pandemia se vuelve propia.

Una vez al año durante un tiempo y espacio limitados las mujeres y disidencias componen concertadas una serpiente ritual, que expresan a través de un cuerpo colectivo la indignación y la rabia por la pérdida de tantas que ya no están; la preocupación e indignación frente a un sistema que prefiere la depredación a la sostenibilidad de la vida; y las múltiples miradas, debates, acuerdos y disensos, artes y formas de expresión y sentipensar que nos componen; avanzando todas juntas. “Por ti, por mí y por todas mis compañeras”.

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