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VOCES| “Votaré por Gabriel Boric, porque soy antifascista”

Por: Cristóbal González, músico y escritor | Publicado: 27.11.2021
VOCES| “Votaré por Gabriel Boric, porque soy antifascista” |
Nací en Chile, viví aquí desde que nací hasta los 10 años, luego viví seis años en Caracas, Venezuela y dos más en Madrid, España. No quisiera que nunca nadie en mi país ni en ningún lugar del mundo, viviera algo ni remotamente parecido a la difícil experiencia de acoso xenófobo que yo viví, por eso mi preocupación actual.

Votaré por Gabriel Boric por que soy antifascista y por que pienso que eso es lo que todo anti-facista debe hacer el 19 de diciembre.

Nací en Chile, viví aquí desde que nací hasta los 10 años, luego viví seis años en Caracas, Venezuela y dos más en Madrid, España. Volví a Santiago el 95, con 19 años.

En Madrid, mi primer año, estudié en un colegio católico llamado “Virgen de Mirasierra”, un colegio conservador, donde por razones lógicas, el curso no me recibió bien. Yo era latino, rockero, tenía el pelo rojo, chocaba con el entorno y el ambiente.

Una tarde de sábado, cerca de mi casa, me encontré con unas compañeras de curso en la calle, al lado de unas galerías comerciales. Me vieron y como resignadas me presentaron a unos amigos de ellas, vi que una de ellas llamada Paloma, le dijo algo discretamente a ellos. Las chicas me dijeron, “ya venimos”. No las vi más y en cosa de segundos los tipos empezaron a hacerme bromas xenófobas, a decirme “sudaca”, etc.

De repente veo que se me vienen 4 de ellos encima y rápidamente atiné a arrancar; salí corriendo de ahí, de repente miré para atrás y ahora eran como 8 tipos grandes insultándome, tirándome piedras y peñascazos, diciendo “vuelve a tu país”, “mono”, “hijo de puta», «te vamos a matar”, etc; yo corrí como nunca, asustado, corrí por muchas calles, no paraba; los tipos me seguían sin descanso, pero por suerte zafé, en algún momento logré dejarlos atrás, y llegué a mi casa sano y salvo, tuve suerte; sin embargo aún recuerdo intacto ese momento de fragilidad, el miedo, la impotencia, la angustia; la rabia.

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El lunes en clases Paloma y todas mis compañeras se hacían las desentendidas. En clase de religión se persignaban, Paloma rezaba y recibía la ostia, así como si nada. Se hacía la santa luego de haberme entregado en bandeja a esos tipos que casi me linchan…un nivel de cinismo supremo.

Al año siguiente, yo ya conocía mejor la ciudad, así que iba al centro, a barrios como Malasaña y Chueca, lugares diferentes, más abiertos culturalmente, y tenía allí, sí, muchos amigos, que provenían de diversos ambientes contraculturales. Amigos de la escena y el mundo rapero, amigos españoles, argentinos, árabes, angolianos; también gente ligada al ambiente punk y ska y otra gente del mundo indie.

Un día los «coleguillas» me invitaron a una marcha contra del racismo, una marcha anti-fascista y fui. Era impresionante, estaba lleno, se juntaban todas las tribus contra culturales y alternativas: raperos, punks, sharps, redskins, indies, personas queer, también migrantes de medio oriente, África, latinos. Todos diferentes, pero todos unidos en la lucha anti racista, por la tolerancia y la diversidad.

En esos ambientes me sentía mejor, más tranquilo y comprendido, aceptado. Me sentía protegido, de hecho. Mil veces más que en mi colegio o en el sector donde sufrí aquel cobarde ataque.

Rematamos la marcha en un lugar que nos unía a todos, la mítica Taberna Pepita, punto de unión de los «antifas» de la época.

Ese momento, época y episodio realmente marcó lo que iba a ser mi domicilio político de adulto, independiente del país o de la época en que estuviera, un domicilio amplio, donde iba a caber mucha gente distinta, pero capaz de unirse, en resguardo de principio básicos de derechos humanos, tolerancia y diversidad.

Ese domicilio ha sido mi casa desde hace al menos un cuarto de siglo y se llama Anti-fascismo. Y yo soy eso: un antifascista.

No quisiera que nunca nadie en mi país ni en ningún lugar del mundo, viviera algo ni remotamente parecido a esa difícil experiencia de acoso xenófobo que yo viví, por eso mi preocupación actual.

Es importante decir que ese episodio estuvo enmarcado en un contexto en el que el diversos líderes políticos europeos en Francia o España promovían justamente esos discursos de odio y segregación. Instalaban esas ideas, generaban un clima de odio.

Los presidentes y los líderes políticos con sus discursos generan ambientes, posicionan ideas, el lenguaje construye realidad. Por esa misma razón es que pienso que este actual escenario nuestro es tan complejo y peligroso. Las implicancias de un posible avance del proyecto político ultraderechista son realmente muy graves. Lo digo no solo pensando en mí o en lo que a mi me pasó, pienso en los jóvenes, en las mujeres, en las disidencias, en los pueblos originarios, en los migrantes, que quedarán más expuestos que ahora, es muy complejo.

Por eso debemos unirnos todxs; hacerlo es unirse en contra del fascismo.

Es por esa razón que, aunque no era mi candidato en las primarias, en diciembre yo voy votar por Gabriel Boric. Por que soy antifascista y creo que es lo que todo antifascista debe hacer ese día. Allá nos vemos.

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