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VOCES| Ya basta de migajas: Ferias del libro más allá de una lógica económica

Por: Eduardo Farías, editor y Magíster en Edición | Publicado: 10.12.2021
VOCES| Ya basta de migajas: Ferias del libro más allá de una lógica económica |
El momento actual de la pandemia y del proceso de vacunación ha permitido la vuelta de las ferias de libro. Así, ya pasaron la Primavera del Libro, la Feria Internacional del Libro de Valparaíso y actualmente está sucediendo La Furia del Libro, en el GAM.

Enhorabuena, el encuentro con lxs lectores, la exposición de catálogos y novedades editoriales, la camaradería entre editores, son factores ineludibles cuando se piensa qué es una feria del libro para quienes nos encontramos tras los mesones. Sin embargo, las grietas, los obstáculos, las dificultades son realidades que siguen siendo reconocibles y vigentes, los que afectan no solo a quienes organizan las ferias de libros, sino que también a lxs editores y, finalmente, a lxs lectores.

Este tema es importante de abordar, para quienes gozan con la existencia de un aparato estatal, no solo a la luz de la redacción de una nueva constitución, sino que también del desarrollo de una nueva Política Nacional del Libro y de la Lectura, porque hay que propiciar la ejecución de políticas sistémicas que afecten positivamente la realidad del libro y de la lectoría en el país.

Controversias en la Furia 

Como sabemos, el primer obstáculo para la gestión de una feria del libro es su financiamiento. La importancia del financiamiento estatal o de su ausencia tiene repercusiones negativas y positivas. De hecho, la controversia en la actual Furia del Libro radica en lo caro del costo del stand, lo que sería un primer efecto negativo, ya que, ante la ausencia de financiamiento estatal, los costos de gestión y ejecución son asumidos en gran parte por las editoriales.

Por tanto, para una editorial pequeña, asistir o no a la Furia del Libro, o a la Primavera del Libro, solo dependerá de si su presencia significará pérdida de dinero, si se podrá recuperar el arriendo del stand y, ojalá, vender superando los costos fijos, o de si, pese a la pérdida económica, se estará presente porque es necesario estar para la visibilidad del catálogo. Si ya es difícil financiar la presencia en una feria como la Furia del Libro o la Primavera del Libro, los obstáculos se cuadruplican si la feria es regional, pues se agrega costos de pasaje, alojamiento y alimentación para quien asiste. Lo mismo sucede para las editoriales regionales si desean participar en las ferias santiaguinas o en las de las otras regiones.

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Esta realidad inmediata de las condiciones estructurales de una feria del libro y de las controversias que se generan en la interna del rubro editorial nos saca del foco en cuestión: el papel del Estado en el mundo del libro y el resguardo del derecho a la lectura, en la ausencia de una política sistémica respecto de las ferias del libro. Ahora bien, de la falta de financiamiento estatal surge la asociatividad y la autogestión en el modo de funcionamiento de algunas ferias del libro. Se percibe en Letras en la Arena, en la Feria del Libro y de la Propaganda Anarquistas, y en la Feria del Libro Independiente y Autogestionado, por ejemplo. Este tipo de ferias nos recuerda que no todo pasa por el Estado, y que la existencia de estas ferias va más allá de una lógica económica, que su necesidad a veces es política y/o cultural. Sin embargo, lo anterior no elimina el legítimo anhelo de que este país cuente con una estructura organizativa que permita la circulación de los libros por las distintas regiones, lo que sería el segundo efecto negativo.

La concursabilidad de los fondos del libro para el financiamiento de las ferias de libros dan cuenta de la falta de una política sistémica en torno a un sistema nacional de ferias del libro, lo que –insisto– no solo afecta la presencia de una editorial en una feria, sino también de las posibilidades de encuentro entre editoriales y lectores, entre libros y lectores.

Una foto pixelada de la edición independiente chilena

Si bien las ferias del libro promocionan su corpus de editoriales expositoras, ese corpus no representa la totalidad de proyectos editoriales que se encuentran en el territorio nacional. Por tanto, se vende una imagen pixelada en la que faltan pixeles (editoriales) para que una persona pueda hacerse una fotografía nítida de qué es lo que se habla cuando se menciona el concepto de edición independiente chilena. La falta de una política sistémica en torno a la organización de ferias del libro no posibilita la circulación de libros a lo largo del territorio nacional, ya que para proyectos editoriales independientes no es una posibilidad real  invertir en la asistencia a las distintas ferias del libro. 

La limitada presencia o la extensa ausencia de editoriales en las distintas ferias del libro que se realizan a lo largo del territorio nacional se proyecta en la relación entre lxs lectores y la bibliodiversidad del ecosistema editorial, o en la falta de aquella. La importancia de las ferias del libro no solo radica en la construcción de una instancia privilegiada para el negocio del libro, sino que también posibilitan que lxs lectores conozcan la edición que se produce en los distintos territorios, lo que es fundamental si observamos la cuestión desde el derecho a la lectura.

Para quienes conciben la edición solo como un negocio, sin duda les será difícil apreciar la importancia de la relación no económica entre lxs lectores y la magnitud de la edición independiente nacional. Por tanto, a la luz de la construcción de una nueva constitución, a la luz de una mirada crítica de cómo se ha organizado económica y culturalmente este país, apelar por un sistema nacional de ferias del libro como una política sistémica de la nueva Política Nacional del Libro y la Lectura es una acción que no solo tendrá un impacto económico en las editoriales, sino que también a lxs lectores. De esta forma se les permitirá conocer la edición de libros que se realiza en los distintos rincones de este territorio y no solo una parte del ecosistema editorial (a la que lxs lectores están acostumbrados), lo que muestra esta lógica de hacer las cosas en la medida de lo posible, y ya basta de migajas.

 

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