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Interés por la política, politización y participación (I)

Por: Cesar Guzman-Concha | Publicado: 18.06.2019
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¿Se justifica la alarma generada por las cifras de la página 18 del informe del CEP? Mi impresión es que las cifras, siendo bajas, no justifican aseveraciones tan radicales ni conclusiones tajantes.

La difusión de los resultados de la última encuesta CEP ha provocado el usual debate sobre los niveles de popularidad del gobierno y las figuras políticas. Entre la audiencia de izquierda, sin embargo, han llamado la atención y cierta alarma los datos de la página 18 del documento ofrecido por este centro de estudios. Dichos datos, según el CEP, reportan lo que ellos llaman el “nivel de politización”.

Se indica que 51% de los encuestados nunca mira programas políticos en la televisión, 55% nunca habla de política en familia ni lee noticias de este género, 83% nunca ha intentado convencer a otros de sus ideas políticas, y 90% nunca trabaja o ha trabajado para un partido o candidato. Un columnista de un periódico online afirmó que estos datos demuestran el triunfo de décadas de neoliberalismo en Chile. Desmintiendo el informe del PNUD del 2015, que sugería la existencia de un proceso de politización de la sociedad, dicho columnista sostiene que “datos como los que emanan de la encuesta CEP muestran una situación diferente que reafirma la radicalidad de la despolitización”.

Para visiones progresistas, republicanas, liberales o de izquierda, es deseable que la ciudadanía se involucre en las cuestiones públicas en el modo más amplio posible. Para politólogos y sociólogos, la participación política es un síntoma de la robustez de la democracia.

Pero, ¿se justifica la alarma generada por las cifras de la página 18 del informe del CEP? Mi impresión es que las cifras, siendo bajas, no justifican aseveraciones tan radicales ni conclusiones tajantes.

Conviene empezar por desmentir el concepto usado por el CEP, “nivel de politización”. Podrá parecer una sutileza de especialistas, pero lo que reporta el CEP es, en realidad, el interés por la política, y no el nivel de politización de la sociedad propiamente tal.

Por politización debemos entender una serie procesos que tienen lugar a nivel individual, colectivo y de país, y no es adecuado confundirla (o reducirla) al mero interés por debates definidos genéricamente como políticos. Una forma alternativa de leer la página 18 es constatar que, a pesar de una sistema institucional y socioeconómico que no favorece ni estimula la participación ni el interés por la política, 50% sí que mira programas políticos en la televisión, y alrededor de 45% habla de política con sus familiares y lee noticias de este género en los diarios, cerca de 40% habla de política con amigos, y 9% ha participado en campañas en apoyo de un candidato/a. El modo de presentar los datos al público tiene efectos en nuestras percepciones.

La distinción entre interés y politización es relevante porque, en la realidad, las personas podrían no seguir la conversación política, pero ello no les impide adherir a valores, ideas u opiniones sobre lo que es bueno y deseable para el país o su comunidad. Tal como lo indicaba el Informe del PNUD de 2015, la gran mayoría de las personas, en porcentajes que incluso alcanzaban el 80%, reconocía la necesidad de hacer cambios profundos en casi todos los ámbitos de la vida colectiva del país.

Otros estudios (como los de la Universidad Diego Portales) confirmaban no solo un alto interés en temas específicos, como educación y pensiones, sino también que ideas consideradas radicales en décadas precedentes gozaban de amplio apoyo ciudadano en la última década (como la estatización de la educación primaria y secundaria, o la misma gratuidad universitaria). Las personas podrán no hablar de “política” con sus familias, pero probablemente hablen más de las pensiones o las isapres, y se forman opinión sobre ellas.

Los resultados de la encuesta CEP son paradójicos porque, tal como se puede ver en la página 19,  los niveles de interés se mantienen estables, sin variaciones, desde diciembre de 2006. Dos grandes episodios de conflicto social, con efectos de politización muy evidentes como fueron el de los pingüinos en 2006 y el movimiento estudiantil de 2011, no alteran estas cifras. Tampoco parecen modificarlas los periodos de elecciones. Esto implica que, o bien dichos momentos de politización ocurrieron a pesar de un interés general bajo, o bien que el modo de medir el interés por la política que tiene la CEP es poco preciso. O, al menos, se presta para confusiones.

Cesar Guzman-Concha