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Opinión

El lucro manda en Chile

Por: Eliana Largo | Publicado: 27.04.2020
El lucro manda en Chile | Foto: Agencia Uno
En este barrio hemos tenido históricos problemas, como la construcción de la Costanera Norte, que gracias a la gestión de la Junta de Vecinos 13 se logró que fuera subterránea, sin demoler el barrio. Y logros recientes relacionados con la calidad de vida, como disminuir el ruido al restringir a los vehículos el uso nocturno de estas calles en fines de semana. Imposible ha sido solucionar el exceso de patentes de alcohol que otorga acá la Municipalidad, teniendo este sector de Bellavista el % más alto de estas patentes en la comuna de Providencia. 

Sí, el lucro manda, esta realidad ominosa vivimos desde hace décadas en Chile, bajo un modelo inhumano que solo sabe de negocios a costa de las personas. Causa y origen del «estallido social» de hace pocos meses: la revuelta de octubre y las manifestaciones masivas y crecientes que le siguieron. Todo en suspenso hoy por esta pandemia que nos tiene en estado de excepción, cuarentena, toque de queda, distancia social, mascarilla obligatoria, etc., como en otros países en el mundo. Un virus que mutó por descalabro ecológico, dicen, por intervención en laboratorios, en fin, por las razones que sea, muestran la mano humana rapiña actuando Personas adultas mayores como yo somos las de mayor riesgo, lo sabemos, así como quienes tienen enfermedades preexistentes y quienes sobreviven en situación de pobreza.

Sin embargo, nada obstaculiza el negocio puro y duro que sigue su marcha inconsciente y peligrosa, el dinero manda. Es lo que estamos viviendo obligadamente hoy quienes residimos en la Zona Típica Población León XIII, en Bellavista, sector residencial y patrimonial de la comuna de Providencia. ¿Qué resguardos hay con sus residentes y con estas viviendas de más de un siglo? En calle Salvador Donoso existen 4 o 5 viviendas que tienen un solo dueño que lucra con ellas, arrendándolas para subarriendos («talleres»), en al menos 1 millón de pesos al mes cada una. Recientemente, una de estas propiedades fue destinada a recibir trabajadores precarios, ecuatorianos primero y del sur de Chile después. Lo digo por el bus interurbano que llegó el sábado 18 de abril al mediodía, lleno de trabajadores -unos 20 o 30 incluida la flota del bus-, a una vivienda de unos 70 m2, donde ya había ecuatorianos: hacinamiento en plena pandemia. Varios de ellos sin mascarilla. Y digo precarios porque hace un par de semanas, ecuatorianos vinieron a mi casa -sin mascarilla estando en cuarentena-, a pedir mi clave de wifi para poder comunicarse con sus parientes en Ecuador, eso dijeron. Penoso por decir lo menos, aparte del riesgo sanitario. Sabemos de la dura realidad de vastos sectores de inmigrantes, la cual es aún más pesada para las mujeres, por su responsabilidad en el cuidado familiar, como expone Vanessa Gonzalez, de la Secretaría de Mujeres Migrantes.

Ante la llegada masiva de estos trabajadores del sur a esta vivienda, me comuniqué al 1414 y escribí a la Junta de Vecinos, también a la Alcaldesa. Otros residentes en esta calle también escribieron. Mi hija menor, preocupada, llamó por su cuenta a Carabineros para que fiscalizaran. Incluso vi a un niño pequeño entre los trabajadores, ¿habrá más? El Suboficial Marcelo Candia, quien llegó aquí, dijo que nada podían hacer porque era un problema «entre civiles», ya que el dueño de la vivienda o la corredora de propiedades puede arrendar a quienes quieran. Le mencioné al Suboficial la fiscalización necesaria por el hacinamiento, según la normativa vigente por la pandemia, habiendo varios de esos trabajadores en la vereda en ese momento. No fiscalizaron. El Suboficial anotó mi nombre y mi Rut y se fueron.

Este es el correo que escribí a la Alcaldesa Evelyn Matthei, el mismo 18 de abril:

 Alcaldesa Matthei:

 Favor prestar atención a este problema:

Llegó recién un bus lleno de trabajadores provenientes de ancud que entraron a la vivienda ubicada en calle salvador donoso 15 (colindante con la mía), trabajadores precarios.

Hace poco llegaron ecuatorianos, dos de ellos, vinieron a mi casa a pedirme la clave de wifi, ¡sin mascarilla siquiera!

Me llamó la atención y se los dije: trabajadores precarios ocupando una vivienda con arriendo alto en barrio residencial.

Texas propiedades arrendó dicha vivienda a una empresa que los trae.

Que llenen esta vivienda con trabajadores es un riesgo en muchos sentidos, más aún con pandemia.

Somos varios residentes en esta calle que estamos alterados por esto.

Se llamó a seguridad ciudadana.

La junta de vecinos está al tanto.

El problema es el lucro una vez más, sin importar las personas. Eso vivimos acá 

La municipalidad permite este tipo de rubro en viviendas de zona típica como esta, población león xiii.

¡¡¡¡ Hasta cuándo!!!!

Nos estamos cuidando en el barrio de muchas maneras, en forma personal y colectiva, y esto viene a alterar todo.

Hasta ahí mi correo.

Según la Ley Orgánica Constitucional de Municipalidades, “Las municipalidades son corporaciones autónomas de derecho público, con personalidad jurídica y patrimonio propio, cuya finalidad es satisfacer las necesidades de la comunidad local y asegurar su participación en el progreso económico, social y cultural de las respectivas comunas”.

En este barrio hemos tenido históricos problemas, como la construcción de la Costanera Norte, que gracias a la gestión de la Junta de Vecinos 13 se logró que fuera subterránea, sin demoler el barrio. Y logros recientes relacionados con la calidad de vida, como disminuir el ruido al restringir a los vehículos el uso nocturno de estas calles en fines de semana. Imposible ha sido solucionar el exceso de patentes de alcohol que otorga acá la Municipalidad, teniendo este sector de Bellavista el % más alto de estas patentes en la comuna de Providencia. 

Otro problema grave son las construcciones invasoras, como las de la Clínica Santa María con su megaindustria de la salud, la cual ha comprado y remodelado varias casonas antiguas para sus instalaciones y ha construido otras nuevas edificaciones. Todo esto en un barrio patrimonial pequeño, a escala humana, entre el río Mapocho y el cerro San Cristóbal, entre los puentes del Arzobispo y Pío Nono. Está también el Fondo de Inversión Cimenta, con su enorme construcción en marcha: un nuevo patio de comidas que incluye  numerosos pisos subterráneos para estacionamiento de vehículos –su renta el motivo principal del negocio-, en una calle estrecha no apta para tal flujo vehicular, Construcción que contó con el apoyo del Director de Obras de la Municipalidad de Providencia, Sergio Ventura, aunque los permisos fueron cuestionados por la Seremi de Vivienda y Urbanismo, por Contraloría y la Corte Suprema, dictámenes que no han tenido hasta ahora ningún valor. Residentes organizados investigaron, denunciaron y se manifestaron públicamente. Pero ahí sigue el proyecto de Cimenta, como si nada, con el apoyo del conocido lobista, Enrique Correa, exministro de la Concertación de Partidos por la Democracia y ex político de izquierda, avalados por la Ilustre Municipalidad. El negocio manda.

En 1979 se estrenó la obra “Lindo país esquina con vista al mar”, del Ictus, cuando a partir de la ‘doctrina del shock’ se extendía en el país el ideario neoliberal con su paraíso consumista, “la dictadura del paraíso” lo llamó Suely Rolnik. En esto devino Chile: un mundo competitivo a ultranza, donde el interés económico constituye el norte legitimado, en el cual sobrevive el más fuerte, el que ‘tiene espaldas’: los demás que se pudran o reciban un bono o subsidio. Un darwinismo social modernizado, actualizado, incluida la salud. Millones de ecce homo bajo amenaza de coronavirus hoy (hace 2000 años corona de espinas).

Tenemos el gran desafío colectivo de construir un país y un mundo nuevo. La pandemia ha dejado más al desnudo desigualdades ya obscenas: unos van en helicópteros a sus segundas o terceras viviendas, mientras la mayoría malvive, precariamente o hacinada. Este mundo es el que hay que cambiar, partiendo por el cambio de la Constitución que proviene de la dictadura cívico militar -maquillada luego por gobiernos de la Concertación-, por una Carta Magna que consagre derechos, no ‘acceso’ donde intervienen para su peculio los privados, los empresarios, las pocas familias dueñas de Chile -dicen que son siete-, explotando a sus compatriotas día tras día.

Eliana Largo