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El contrareformista: Cómo Bernardo Fontaine se convirtió en mensajero del Rechazo 

Por: Joaquín Castro, Rubén Escobar y Claudio Pizarro | Publicado: 05.06.2022
El contrareformista: Cómo Bernardo Fontaine se convirtió en mensajero del Rechazo  |
El único economista de la Convención tiene un largo historial de rechazo a las reformas, siempre de la mano de Renovación Nacional y con alta figuración en los medios. Fuera de la política, el sexto Fontaine Talavera creció bajo la influencia de El Mercurio y en la adultez tejió redes con grandes grupos económicos. Esta es su historia.

Las reuniones en la casa de los Fontaine Talavera eran frecuentes. Veladas donde el patriarca de la familia y director en ese entonces de El Mercurio, conversaba con sus hijos y los amigos de estos sobre el acontecer nacional.

Años agitados. Expectantes. Plena dictadura militar.

Arturo Fontaine Aldunate solía incentivar el debate de ideas en sus seis hijos y lo extendía a todos aquellos que llegaban a compartir a la casa familiar en el sector Jardín del Este, en la comuna de Vitacura. Bernardo acudía con sus compañeros de la Universidad Católica, siguiendo los pasos de sus hermanos mayores, Juan Andrés y Arturo.

Joaquín Villarino visitaba con frecuencia el hogar ubicado en la calle Agustín Denegri. Mucho antes de convertirse en el presidente ejecutivo del Consejo Minero, fue compañero de Bernardo en el colegio Tabancura y volvieron a encontrarse en la universidad en el año 1983. Villarino recuerda a “don Arturo” como un hombre que avivó el fuego de varios amigos por “la cosa pública”.

-Sobre todo en la conversación bien argumentada, incentivándonos a salir de los lugares comunes y atrevernos a una discusión más profunda. Fue una gran influencia para Bernardo– cuenta sobre el director de El Mercurio entre los años 1978 y 1982.

El padre del clan Fontaine era un hombre que entregaba en sus editoriales las claves políticas a los fanáticos del régimen militar y la periodista Mónica González lo definió en una antigua entrevista como el “más influyente de la derecha chilena bajo la dictadura”.

Siendo subdirector de El Mercurio, Fontaine Aldunate habría recibido insumos del Centro de Estudios Socioeconómicos (Cesec), un think thank creado por Agustín Edwards encargado de la campaña del terror en contra del entonces candidato Salvador Allende, situación que no le impidió recibir el Premio Nacional de Periodismo en el año 1975.

En ese ambiente creció intelectualmente Bernardo Fontaine. Cuando ingresó a la escuela de Economía de la Universidad Católica, entabló amistad con José Manuel Silva y José Miguel Barros, posteriores socios en LarrainVial, y compartió clases con Andrés Gómez-Lobo, futuro ministro de Transportes de Bachelet. También fue amigo de Miguel Sifri, miembro activo de varios directorios en diversas empresas.

FOTO: Facebook Bernardo Fontaine

En el año 1985 se incorporó a la lista “Libertad y Autonomía” que participaba del claustro universitario convocado por la federación de estudiantes, encabezada en ese entonces por un joven Tomás Jocelyn-Holt. El colectivo político reunía a independientes y adherentes de la Unión Nacional, un movimiento donde participaban Andrés Allamand y Alberto Espina, que buscaba diferenciarse del gremialismo y que luego daría origen a Renovación Nacional. El mismo partido con el que Bernardo, sin ser militante, se ha comprometido en varios momentos de su vida.

De ese claustro, recuerda hoy Tomás Jocelyn-Holt, salieron todos los presidentes de las futuras siete directivas de la universidad, provenientes de las más variadas tendencias políticas, incluido el grupo donde participaba Bernardo Fontaine.

“Bernardo era un tipo que era un factor importante en el grupo, porque si bien no tenía mucho protagonismo o visibilidad, venía de una familia muy influyente. Su padre había sido director de El Mercurio y sus hermanos con los años tuvieron vínculos y relaciones que los hicieron relevantes. Arturo desarrolló su veta en el Centro de Estudios Públicos (CEP) del grupo Matte y Juan Andrés estuvo a cargo de los grupos Tantauco de Piñera”, rememora.

A veces es terrible cargar con el apellido. Sobre todo cuando uno no es más inteligente ni el más exitoso, pero ya me acostumbré”, diría tiempo después Bernardo en la prensa.

Su tesis de egreso la dedicó al tema tributario y su profesor guía fue el exministro de Hacienda de Eduardo Frei, Eduardo Aninat, quien lo llevó a trabajar en su consultora antes que egresara de la universidad.  Así fue como escaló rápidamente, siempre bien posicionado, y con la convicción de dar la pelea en la esfera pública en caso de ser necesario. Tal como lo hizo su padre. Tal como lo aprendió él desde niño.

El desastre de Isacruz y sus redes en los negocios

Bernardo Fontaine afirma algo que no necesariamente garantiza neutralidad, pero que asegura lo identifica plenamente: “Soy totalmente apolítico”. “De mi papá heredamos esta responsabilidad, la preocupación por los temas públicos”, agrega.

Si bien nunca ha militado en un partido, lo cierto es que ha participado en varios directorios de conocidas empresas: Lan, Metro, CMR Falabella, Isapre Cruz Blanca, Farmacias Ahumada, Coca Cola Embonor y La Polar, entre otras. Cuando llegó a la Convención, Fontaine era director de Bicecorp, Banco Bice y Bice Vida, parte de las redes empresariales del Grupo Matte. La cercanía con ese grupo empresarial no es solo de Bernardo: su hermano Arturo dirigió el Centro de Estudios Públicos (CEP), el influyente think tank ligado a los Matte.

Para Tomás Jocelyn Holt, Fontaine es “un tapado del grupo Matte (…) ahí tiene su padrinazgo político”. “Es una familia cuyo desarrollo político depende de El Mercurio y del grupo Matte”, acusa. El convencional lo niega. Asegura que su relación es solo en su calidad profesional y que no representa a ningún grupo económico en particular.

Una fuente cercana a Fontaine cuenta que su llegada a las empresas del grupo Matte se dio “a través de una rama distinta” a la que llevó a su hermano Arturo al CEP. También dice que no es cercano a Eliodoro Matte Larraín, aunque éste aportara un millón a su campaña y tampoco a Bernardo Larraín Matte, ex presidente de la Sofofa, quien también le aportó dos millones, según datos del Servicio Electoral (Servel).

La carrera de Fontaine ha tenido altos y bajos. El economista entró a Citibank a principios de los ’90, una aspiración compartida por varios jóvenes ejecutivos de “Sanhattan”, que buscaban codearse con los peces gordos de la compañía, como Francisco Pérez Mackenna, actual gerente general de Quiñenco, el conocido empresario Juan Bilbao Hormaeche y el nombre más famoso en ese entonces, el exPresidente Sebastián Piñera. Fontaine, tras algunos años de carrera, alcanzó la vicepresidencia.

FOTO: Facebook de Bernardo Fontaine

“Me fui a un área de Citicorp que en ese momento estaba muy de capa caída. Era un área que invertía en empresas y también hacíamos asesorías financieras”, cuenta sobre esa época. “Tuve que rehacerla entera, y me fue re bien”, agrega. Esto último, sin embargo, no fue tan así.

Mientras dirigía parte de las inversiones de Citibank, llegó a sus manos la posibilidad de invertir en Isacruz, una inmobiliaria dueña de más de 25 cementerios. Fontaine admite que él presentó el proyecto al banco, pero que la empresa quebró en medio de acusaciones de fraude. La pérdida para los inversionistas, entre los que figuraba el banco, llegó a los US $200 millones y los hechos le valieron una demanda al banco. Fue entonces cuando Citibank lo despidió. Mirando para atrás, asegura hoy, “fue un error haberse involucrado”.

Después de su forzada salida del “Citi”, el economista fue director de varias sociedades del holding de la familia Solari, controladores de Falabella. Allí fue director de CMR Falabella, CMR Argentina, Financiera CMR Perú, fue vicepresidente del directorio del Banco Falabella y encabezó la dirección de la corredora de seguros de la compañía.

Luego se independizó, creó la Fundación El Buen Samaritano, pero no cortó sus lazos con los Solari. Se dedicó a asesorar a algunos family office, entre ellos el Grupo Corso, ligado a Teresa Solari Falabella. Años más tarde su nombre aparecería mencionado en una declaración de Juan Carlos Cortés Solari ante el Servicio de Impuestos Internos, en una investigación sobre el uso de “empresas zombis” para eludir impuestos.

“Es posible, porque yo asesoraba a todas las cosas de Corso. Pero ni siquiera puedo saber si es verdad o no, porque no me acuerdo para nada”, dice Bernardo.

Para cuando decidió entrar en la arena política con su candidatura a la Convención, sus redes empresariales lo arroparon. Entre los aportes a su campaña figuran nombres como el de Juan Sutil (presidente de la CPC) o Patricio Parodi (gerente general de Consorcio). Con la suma de todos, se convirtió en el candidato electo con más aportes: sobre los $132 millones.

El reformista contrareformista

Soy full a favor de los cambios, siempre… pero los cambios bien hechos”, dice. Así ha sido la tónica de su discurso durante todos estos años: intervenir cuando las olas comienzan a agitarse en el horizonte. La historia en el caso de Fontaine parece ser cíclica; tarde o temprano aparece el mismo déjà vu.

Como en el año 2014, cuando alcanzó notoriedad con un sitio web llamado “Reforma a la Reforma”, una plataforma crítica de la reforma tributaria del segundo gobierno de la exPresidenta Bachelet, apareciendo en noticiarios y programas de televisión evidenciando su incomodidad con la propuesta.

FOTO: Facebook de Bernardo Fontaine

No fue la única vez que Fontaine se adentraría en la discusión de una reforma tributaria. Muchos años antes, a principios de los ‘90, participó de las negociaciones que dirigía el exministro Alejandro Foxley y que tenían como una de las principales contrapartes al entonces senador Sebastián Piñera.

Más de dos décadas más tarde, volvería a ser convocado para el mismo desafío. “Me llamó Andrés Allamand, ahí se inició una mesa de negociación con el gobierno”, cuenta sobre las polémicas conversaciones con el exministro de Hacienda Alberto Arenas, quien lideraba la reforma que impulsaba Bachelet. Episodio ocurrido en el año 2014 y que fue conocido como “la cocina”.

Parte de las negociaciones se dieron en la casa del hermano de Bernardo, el exministro Juan Andrés Fontaine, y en la del exsenador Andrés Zaldívar.  Cuando los medios revelaron los detalles de los encuentros, el episodio se convirtió en un escándalo y un símbolo de los acuerdos “entre cuatro paredes”. El rol de Bernardo habría sido de carácter más técnico, teniendo reuniones, asegura el mismo, en “una oficina perdida en la Alameda”.

“Bernardo actuaba en representación de Renovación Nacional, a quien le pidieron que pusiera unos técnicos en el proyecto de reforma tributaria”, asegura Joaquín Villarino.

En medio de las conversaciones, Fontaine gestionó millonarios insertos a dos páginas en El Mercurio, Las Últimas Noticias y La Tercera, reuniendo a 40 figuras dispuestas a “corregir” la reforma tributaria, entre ellos Manuel Agosin, Hernán Büchi, Edmundo Pérez Yoma y Eduardo Engel, además de un promisorio economista de “la tele” conocido como Rafael Garay.

“¡Todos los acuerdos se cocinan!”, se defendió Bernardo en la época. Ahora, su opinión no ha cambiado. “Esta interpretación de que hubo un acuerdo a puertas cerradas fue totalmente falsa…los hechos fueron públicos”, dice. Se refiere a la firma final del protocolo con los presidentes de los partidos, pero admite que las discusiones previas “como todas las negociaciones del mundo, son a puertas cerradas”.

Pocos días después de que se acordara el “protocolo”, Fontaine fue a los estudios de CNN Chile. “Lo que hemos hecho es reescribir la reforma tributaria, rediseñarla enteramente”, se jactó ante las cámaras. El economista pudo entrenar la veta legislativa que llevaría años después a la Convención.

Fontaine destacó como un factor importante para alcanzar el acuerdo al “movimiento ciudadano” del representante de las pymes Juan Pablo Swett. En efecto, la “Reforma a la Reforma” de Fontaine se sumó a otras reacciones desde el mundo empresarial en contra del proyecto tributario. A raíz de esto mismo nació la Multigremial Nacional, también de la mano de Swett y el líder de los camioneros Sergio Pérez, que en su última asamblea general a puertas cerradas en el Hotel Sheraton, delinearon la estrategia del rechazo ante el plebiscito de salida.

Un año después, en 2015, Bernardo recibió otra llamada de Andrés Allamand. El excanciller lo invitó a participar en un video para que hablara de la reforma laboral que también impulsaba Bachelet. El tenor fue el mismo. Fontaine grabó para el exsenador RN un corto lleno de críticas al proyecto.

Actualmente, la cruzada de Fontaine es otra. El sitio Reforma a la Reforma contiene un video con gente sin ropa a la que le “empelota” la posibilidad de una cotización adicional que vaya a un fondo común. Ideas que Fontaine también ha defendido desde su palco en la Convención Constitucional.

La Convención

Mi mundo no es la política, nunca lo fue”, dice Bernardo Fontaine. “Siempre trabajé en empresas, fui empleado, después director, entremedio tuve negocios. Me fue muy mal. También me fue bien. Estuve desempleado”, resume. Y así hasta hace poco, cuando la vida volvió a llamarlo para discutir cosas importantes.

Fontaine ingresó a la Convención con cupo de RN y obtuvo el triste privilegio de convertirse en el único economista de la instancia. Dice que tuvo buena disposición en un comienzo, buscando acuerdos, pero que siempre ha sido muy consciente de pertenecer a una minoría.

Para un hombre acostumbrado a negociar técnicamente, en ambientes reservados, pasar de una “cocina política” a debatir con un universo más amplio fue un verdadero cambio de paradigma. Un recorrido que hasta ahora no lo ha dejado conforme. “Para mí ha sido frustrante…vine a aportar pero fuimos marginados”, dice.

Joaquín Villarino asegura que la marginalidad de Fontaine no es un asunto personal sino el vía crucis de toda la derecha. “Es un sector que no ha tenido muchas posibilidades de negociar. Yo creo que la centro derecha ha estado bien ninguneada en la Convención. Ha logrado algunas cosas, como morigerar algunos temas o cambios, pero la verdad es que su influencia ha sido tangencial. Y ese no es problema sólo de Bernardo”, arguye.

Para el convencional Álvaro Jofré, el menor de los hermanos Fontaine ha tenido que amoldarse a la Convención. “Él cuajó muy bien dentro de la forma de hacer política, aunque no le guste esta lógica de las bancadas y dice que no militaría en ningún partido…tampoco pierde su ideología respecto a lo que se debería hacer en el tema económico, y eso trae como consecuencia no abrirse demasiado al diálogo”.

FOTO: Agencia Uno.

Al igual que las antiguas veladas en la casa de su padre, Bernardo asegura que en la Convención ha tratado de llevar las discusiones al “campo racional”, pero que en la realidad ha sido imposible. “Me encontré con un mundo muy cerrado, que no reconoce el valor de los análisis, los estudios, sino que redactó una Constitución basada en la pasión y no la razón. Y donde no se tomó en cuenta los efectos de lo que estaba proponiendo”, argumenta.

Es precisamente este último enfoque el que lo ha llevado a preguntar siempre lo mismo: ¿cómo se va a financiar todo eso? Si bien Fontaine asegura tener cierta conexión con algunos sectores de izquierda preocupada por mejorar los derechos sociales, difiere en las herramientas para alcanzar una mejor política pública.

Yo comparto la preocupación por mejorar las condiciones de vida, la salud, la educación, las pensiones…está bien exigir que el Estado cree instituciones y asuma una mayor cantidad de tareas, pero la discusión sobre su financiamiento nunca ha sido tema”, dice.

Para el convencional Fernando Salinas, la distancia de Fontaine y algunos convencionales es “abismante” y respondería a otros factores. “Nunca tuvimos problemas, pero sí había una diferencia respecto a la economía, en particular con nosotros los ecologistas. Él piensa que todo se resuelve en el mercado en función de las fuerzas que allí operan … siempre encuentra que es una locura lo que no es coherente con lo que él piensa. Es muy dogmático”, dice.

FOTO: Agencia Uno

A Fontaine no le gusta que lo encasillen. Asegura que no se siente un lobo solitario al interior de la Convención, pero que le “habría encantado tener más gente que tuviera la misma formación mental que la mía”. “Igual uno está abierto y en la vida conoce gente muy distinta y, en ese sentido, he tenido harta relación…que yo tenga opiniones independientes, no significa que no tenga relación con otras personas”, agrega.

A pesar de no compartir la lógica de las bancadas y no militar en ninguno de los partidos políticos de Chile Vamos en la Convención, Bernardo Fontaine se acopló a la votación en bloque que propuso la derecha. En siete meses de votaciones, el economista rechazó y se abstuvo de gran parte de los artículos presentados, incluso aquellos que defendía en su programa político.

Una de las votaciones que causó más revuelo mediático fue durante la discusión del derecho a la propiedad. La norma fue aprobada el 31 de marzo por 107 votos a favor, con una redacción similar a la de la Constitución de 1980. Sin embargo, Fontaine rechazó el artículo.

En cuanto al apartado económico, declaró a Radio Pauta que era muy importante mantener la autonomía del Banco Central, porque era “un avance institucional que ha cuidado que la inflación no se coma el bolsillo de los chilenos”. No obstante, cuando una norma muy similar a la que rige actualmente fue presentada, el economista se abstuvo.

La verdadera batalla de Fontaine, aseguran algunos convencionales, no estaría en los pasillos del exCongreso sino en su capacidad de influir en los medios de comunicación. Desde allí ha criticado, últimamente, la heredabilidad de los fondos de pensiones, acusando que en el nuevo sistema los cotizantes no serían dueños de sus ahorros. Situación que generó fuertes críticas de parte de la presidenta de la Convención, María Elisa Quinteros, y provocó que la convencional Loreto Vidal lo denunciara por faltar al principio de veracidad y desinformación. Finalmente la Comisión de Ética no lo sancionó.

Pese a lucir públicamente como una cara visible del Rechazo, Fontaine dice que tiene esperanza en que la Comisión de Armonización pueda perfeccionar el texto de la nueva Constitución. “No sé si va a resultar o no, así que todavía estoy en eso”, dice. Luego agrega, con calculada humildad: “No tengo vocación de ser rostro. Para nada”.

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