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«Héroes Invisibles»: un relato devastador sobre el horror en dictadura

Por: Iván Ávila Pérez, periodista, escritor y guionista | Publicado: 16.09.2020
«Héroes Invisibles»: un relato devastador sobre el horror en dictadura |
«Héroes Invisibles», coproducción chileno-finlandesa que estrenó Chilevisión entre el 9 y el 12 de septiembre, muestra cómo personajes anónimos se armaron de valor para tomar la bandera de la humanidad, la ética y la solidaridad por quienes no podían hacerlo, en una de las épocas más oscuras y violentas de nuestra historia.

Tapani Brotherus (el actor finés Pelle Heikkilä) logra ingresar al Estadio Nacional usando su visa diplomática. Está en busca de Rodrigo Sandoval (Juan Cano), esposo de su compatriota Seija (Aksa Korttila), para sacarlo del campo de concentración improvisado por la dictadura de Pinochet pocos días después del 11 de septiembre de 1973. Recorre los pasillos encontrándose con algunas escenas que develan la brutalidad desatada por el Ejército en contra de miles de chilenos que, de una u otra forma, tenían alguna relación con la Unidad Popular, partidos políticos de izquierda o que simplemente, eran dirigentes vecinales o estudiantiles. Un recorrido de pocos minutos, sombrío, devastador y angustiante que tiene su clímax cuando el agregado comercial finés desemboca en las graderías del coliseo y se encuentra cara a cara con el horror.

Héroes Invisibles, la coproducción chileno-finlandesa que estrenó Chilevisión entre el 9 y el 12 de septiembre tiene en esta escena, uno de los elementos que afortunadamente, abundan en sus seis capítulos: la capacidad de contar mucho con pocos elementos, de sumergirnos mediante una correcta ambientación, planos cuidados, actuaciones creíbles y toques angustiosos de suspenso, en uno de los tantos capítulos en los que, personajes anónimos se armaron de valor para tomar la bandera de la humanidad, la ética y la solidaridad por quienes no podían hacerlo, en una de las épocas más oscuras y violentas de nuestra historia.

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Así, entre muchas otras, se levanta la figura hasta hoy desconocida de Tapani Brotherus, un funcionario diplomático de segunda línea que por circunstancias fuera de su alcance, se encuentra junto a su esposa Lysa (Sophia Heikkilä) y sus pequeñas hijas, en una encrucijada. Por una parte requería mantener la neutralidad mandatada por su gobierno y por otra, vencer el miedo, hacer prevalecer sus valores y aprovechar una posición ventajosa para ayudar a cientos de chilenos y chilenas que comienzan a arribar a su propia vivienda en busca de un refugio para salvar sus vidas.

Es quizás en este entorno más íntimo, que nos encontramos con los sueños rotos, temores, nostalgias y las más crudas realidades de la más variada gama de personas que habían apoyado a la Unidad Popular, un espectro amplio de ideas y caracteres encarnados en personajes ficticios, aunque muchos de ellos, basados en la realidad. Es el caso del Senador Luis Salinas, interpretado por Marcial Tagle, quien ha declarado que se inspiró en la figura de Luis Guastavino. A él se suman la diputada Eliana Aguilera (Paola Lattus); Óscar (Gastón Salgado), el miembro del GAP que mantiene intacta su fe en un levantamiento armado contra la dictadura; Eric (Lucas Balmaceda), un joven rebelde; Franco Pavéz (Néstor Cantillana); y hasta una especie de cameo a Luis Altamirano (Nicolás Saavedra). Entre otros refugiados que contribuyen a perfilar no solo el pavor provocado por los primeros meses de la dictadura de Pinochet, sino que las múltiples sensaciones, desde las más emotivas hasta las más angustiantes, generadas por el final de aquel sueño esperanzador que representaba el gobierno de Salvador Allende.

La fortaleza de las convicciones

Brotherus también se desenvuelve en otro escenario, ese de la política y la burocracia que muchas veces contradice la defensa irrestricta de los derechos humanos más básicos. Es así que un personaje histórico ya conocido por su lucha para sacar del país a personas cuyas vidas estaban en riesgo, el embajador sueco Harald Edelstam (Mikael Persbrandt, Sex Education), lo toma como pupilo y le da algunas clases sobre cómo desenvolverse en aquel ambiente para lograr sus objetivos, antes de ser expulsado del país. Es un camino dificultoso en el que cuenta con el apoyo de su esposa y también de su asistente Ikka Villi (Ilkka Jaamala), una voz de la conciencia que muchas veces está en desacuerdo con las decisiones del joven Tapani, pero que jamás deja de apoyarlo. Tampoco es menor el rol de Andreas Voss (Sönke Möhring, Bastardos sin gloria), embajador de la República Democrática Alemana, cuya sede contra todo pronóstico se convierte en asilo político para miles de chilenos.

La dictadura tenía que disponer de un rostro y el elegido por esta producción fue el del vicealmirante Isamel Huerta (Cristián Carvajal), quien fuera ministro de Obras Públicas durante el gobierno de Allende en 1972, en un intento por estabilizar la situación interna del país. Huerta asume como ministro de Relaciones Exteriores después del Golpe y es en él que se encarna toda la soberbia, violencia, indiferencia y cinismo de los militares en el poder. Si bien, esta figura luce estereotipada y hasta excesiva, la razón es que en Huerta se buscó reflejar una serie de acciones, reacciones y discursos que ejemplifican la brutalidad de todo el sistema represivo y antidemocrático instalado en Chile por Pinochet. 

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La miniserie podría haber sido un fracaso si el camino hubiese sido optar por los lugares comunes, el discurso directamente político y demagógico, la violencia explícita y la emocionalidad excesiva. Sin embargo, Héroes Invisibles navega por otras aguas al centrarse en la figura de Brotherus y su círculo más cercano, dotando a cada capítulo de un ambiente de intimidad donde los cuestionamientos valóricos adquieren mayor peso que el contexto histórico. La violencia se desata en puntos de inflexión precisos que la hacen aún más abominable y de las misma forma presenta con exactitud a seres humanos viviendo el horror y no caricaturas politizadas, logrando momentos de escalofriante reflexión.

Hay un compromiso desde el guión de Tarja Kylmä y Manuela Infante, hasta la hábil dirección de Mika Kurvinen y Alicia Scherson por entregarnos un espacio que utiliza inteligentemente el contexto del golpe de Estado y sus aborrecibles consecuencias. De esta forma se logra una historia llena de humanidad, donde la fragilidad y a la vez la fortaleza de las convicciones se convierten en protagonistas encarnadas en cada uno de los personajes que deambulan por la oscuridad en busca de una luz de esperanza. Esa que hombres como Brotherus y Edelstam, poniendo en juego sus propias vidas, lograron encender. Y es en ese espacio envolvente e íntimo, en donde radica el tremendo valor de estos verdaderos “héroes invisibles”.

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