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CRÍTICA| Anne Carson, su marido y la tragedia

Por: Tomás Henríquez | Publicado: 04.05.2021
CRÍTICA| Anne Carson, su marido y la tragedia anne carson |
Su principal mérito, acaso el que la volvió la poeta viva más importante en lengua inglesa, es volver refrescante el saber clásico, un saber que de tan repetido, a veces se nos olvida. En un país sin dioses, con un Olimpo en ruinas, y un panteón vacío pero plagado de grandes vates muertos, Anne Carson supo pasearse disfrazada de rockstar. Porque su poesía es música para las masas.

La visita de Anne Carson a Chile en 2018 fue corta pero intensa. Venía precedida de una fama inusitada. No solo era (y sigue siendo) una eterna candidata al Nobel. También traía consigo un pequeño boom editorial, hecho de tráficos y traducciones independientes en Argentina y Chile. En suma, se trataba de un fenómeno marginal y por eso mismo selecto.

El rumor hablaba de una pitonisa contemporánea cuya palabra revelaría la mezcla de un saber clásico, la melancolía de cierto romanticismo anglosajón, matizado por los avatares y las crisis del último siglo. Pero lejos de presumir sus medallas, contrasta la simpleza con la que ella misma se describe: una escritora que nació en Canadá y que se gana la vida enseñando griego antiguo. En dicha ocasión, dos editoriales nacionales gestionaron publicar nuevas traducciones de su obra.

Por un lado, apareció La belleza del marido. Un ensayo narrativo en 29 tangos (Editorial Bisturí 10, 2020). Texto considerado el más importante de la autora, y que si bien ya estaba traducido al español, no convencía a su fanaticada. O al menos no a Soledad Marambio, poeta y traductora de esta nueva versión. Se trata de la historia de un matrimonio, o más bien, de su lento proceso de ruptura. Relato que al mismo tiempo, puede leerse como carta de despedida, obituario sentimental, o diario del luto de una pareja. De cualquier pareja, o en particular, la de su autora. Porque Carson rehuye a hablar de su vida privada, prefiere que lo hagan sus libros. Así, somos testigos de una lenta agonía, de ese agotamiento por las rutinas que se vuelven un infierno. Triste monotonía de un amor tóxico, carente ya de ambición o delirio, de pasión, arrebato, o esa frescura adolescente que lo remueve todo. Porque sí, puedes estar profundamente sola mientras te acarician. Y vivir tranquila intentando ignorar lo obvio: sostener una relación llena de mentiras te mata lentamente.

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Mi marido mentía acerca de todo.

Dinero, encuentros, amantes,

el lugar de nacimiento de sus padres,

la tienda donde compraba camisas, la ortografía de su propio

     [nombre

Mentía cuando no era necesario mentir.

Mentía cuando ni siquiera era conveniente.

 

Mentía cuando con ello rompía sus corazones.

 

Mi corazón. El corazón de ella. A menudo me pregunto qué 

[pasó con ella.

La primera.

Keats, Homero, Parménides, Proust, Bataille, Beckett…

Anne Carson cita haciendo gala de su enorme erudición, pero también de un refinado sentido del despecho. Porque cuán elegante es su manera de convivir con el dolor. Antes muerta que sencilla. La autora sabe que de nada le sirve el odio o la rabia. Tampoco la compasión o la indiferencia.

Si pudiera matarte tendría que hacer después a otro exactamente igual a ti, dirá acaso embriagada todavía por el marido, amando y odiando esa belleza que convence, que hace posible el sexo. Variaciones y entredichos en torno al amor romántico, tema que la autora ya había profundizado en textos como Eros, el dulce amargo (1986) y que aquí retoma, no sin cierto pesimismo. Pues de fondo subyace una verdad tan cierta como dolorosa. Todo amor carga el sino trágico del desamor. Toda ilusión es un río que desembocará —de modo irremediable— en la desilusión. Dicho en simple: salga de ahí, mi niña. Deje a ese badulaque incapaz de leer entre líneas. Usted merece algo mejor.

Por otro lado, apareció también Bakkhai de Eurípides (La Pollera Ediciones, 2020). Se trata de una versión de Las Bacantes que la canadiense realizó en 2006, traducida al español por Bernardita Bolumburu. La obra cuenta la historia de un grupo de mujeres adoradoras del dios Baco, quienes para promover la fertilidad, se entregan a la lujuria y el deseo en ceremonias secretas prohibidas para varones. Por ende, deben enfrentarse ante la desidia y la prepotencia de un poder masculino que las ignora, las violenta y las denigra. Esas bacantes, esas mujeres histéricas, grita la ley, acaso temerosa ante el desborde de lo que desconoce. Así, la escena pone en el centro una imagen femenina que, cansada de tanta agresión, ha decidido abandonar su cómodo silencio individual por la colectividad de una sola voz que suena rotunda y estruendosa.

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 (…)

esas mujeres báquicas,

aquellas que arrestaste

y encerraste en la cárcel—

todas se han liberado.

Corrieron hacia las montañas,

saltando y bailando y llamando el nombre de su dios.

Los grilletes simplemente cayeron de sus pies,

las puertas se abrieron.

Sin ninguna intervención humana.

 

La obra viene precedida de una nota de la autora. desearía ser dos perros, así podría jugar conmigo, titula Carson un poema que también funciona como prólogo u hoja de ruta. En él, deja ver cómo la traducción es un ejercicio imposible, o bien solo deseable, allí donde la fidelidad entre original y copia carece de importancia.

Los dioses no deben parecerse a los humanos en su ira, dice Cadmo, citando quizás involuntariamente aquella lejanía entre las lenguas, distancia aquí no solo inevitable sino necesaria. Pero la autora también desliza la que podría leerse como una declaración de principios de su amor por lo clásico. No por nada busca en el mito claves para entender lo humano. Porque resulta inútil luchar contra la predestinación, contra el designio de que tu historia por venir ya está escrita. La ley divina le puso precio a tu cabeza. El final siempre estuvo en el principio. Aquella escena que tanto buscaste evitar, que quizá secretamente deseabas y por ende aborrecías, iba a ocurrir de todas formas, porque la tragedia es inevitable.

En ambas obras convergen elementos de ensayo, autobiografía, y prosa conversacional

Y están hechas de fragmentos, de voces dispersas, de murmullos y anomalías. Porque Carson sabe cruzar intelecto y emoción, alta y baja cultura, tradición y modernidad, lo docto y lo cotidiano. Mezcla que sin embargo —todos coinciden— resuelve con soltura, con un humor tan brutal como doloroso, lleno de rabiosa franqueza, coloquialidad y también de una sensualidad exquisita. Pero su principal mérito, acaso el que la volvió la poeta viva más importante en lengua inglesa, es volver refrescante el saber clásico, un saber que de tan repetido, a veces se nos olvida. En un país sin dioses, con un Olimpo en ruinas, y un panteón vacío pero plagado de grandes vates muertos, Anne Carson supo pasearse disfrazada de rockstar. Porque su poesía es música para las masas. Cantos para una generación vehemente, descreída, e incluso cínica, pero en el fondo frágil y sedienta por verdades imposibles de cuestionar.

Anne Carson

La belleza del marido. Un ensayo narrativo en 29 tangos

Traducción de Soledad Marambio

Editorial Bisturí 10, 2020

120 Páginas

$11.000

Anne Carson

Bakkhai de Eurípides

Traducción de Bernardita Bolumburu

La Pollera Ediciones, 2020

163 Páginas

$14.000

 

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