Voces

¿Qué tienen en común Gabriela Mistral con Luisín Landaez y Santaferia?

Por: Mauricio Redolés, escritor | Publicado: 08.09.2021
¿Qué tienen en común Gabriela Mistral con Luisín Landaez y Santaferia? |
Si no es por don Fernando Máximo Lorca Cortínez, nadie se hubiese preocupado por hacer llegar la voz de Gabriela a una joven maestra nicaragüense y tampoco hubiésemos tenido jamás la posibilidad de disfrutar, meneando el esqueleto en innúmeras fiestas y bailongos con ‘La Piragua’, ‘La Banda Borracha’ y el ‘Los 100 años de Macondo’ con las mariposas amarillas de Mauricio Babilonia. Ni tampoco Miguel Barriga hubiese podido gozar tanto con su Sexual Democracia, cantando con Luisín, ni tendríamos hoy en Chile a esa privilegiada voz del hijo de Luisín, Camaleón Landáez, “el chileno con más flow”.   

El pasado martes 7 de septiembre, conversando con Gloria Cruz y Eledín Parraguez en una agradable tertulia cuetina (tertulia realizada en calle Cueto), reflexionábamos de cuán pequeño, en cuanto a su número de habitantes, era nuestro querido Chile. De tal modo, que al poco rato de estar conversando tres personas de nacionalidad chilena, es muy probable que aparezca una persona conocida común. Claro, esto salvaguardando las naturales dificultades que imponen barreras geográficas y/o de clases sociales (o de castas sociales, algunas veces). Bueno, es más fácil que aparezcan conocidos comunes en una conversación entre tres personas de nacionalidad chilena, que entre tres personas de nacionalidad china, por hablar de un país con una población un poco más, solo un poco más, numerosa que la nuestra.

Y esta adorable proximidad me lleva a ver vínculos donde a simple vista no parece haberlos. ¿Saben ustedes cuál es el vínculo entre nuestra Premio Nobel de Literatura 1945 Gabriela Mistral y el gran cantante venezolano de cumbia avecindado en Chile Luisín Landaez? ¿Y cómo esa relación entre la divina Gabriela con la cumbia puede llegar hasta el más popular grupo de música tropical chilena entre los y las jóvenes de hoy día, o sea el grupo Santaferia?   

Para desentrañar este vínculo secreto entre Gabriela y la cumbia, debemos empezar por enterarnos de la existencia de don Fernando Máximo Lorca Cortínez, quien nace en Santiago de Chile, un cada vez más lejano 18 de febrero de 1911. En 1933 se casa con Iris Silva Clark, de cuya relación nacen tres hijas y un hijo. En 1928, a los 17 años don Fernando Máximo lo encontramos trabajando en la Compañía de Transportes Expreso Villalonga, En 1933 ingresa al Partido Liberal y por esa colectividad es elegido diputado en dos períodos, por Valparaíso y Quillota (1937-1941 y 1945-1949). En 1950 se integra al Ministerio de Relaciones Exteriores y es designado consejero ante las Naciones Unidas. Luego de estar un año y medio en esa responsabilidad, en el año 1951 es designado encargado de Negocios en Nicaragua. 

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En el Archivo del Escritor encontramos (en el Legado Gabriela Mistral gracias a una donación de Doris Atkinson), una carta de don Fernando Máximo Lorca Cortínez a Gabriela Mistral en aquel entonces residiendo en Rapallo, Italia. En esa misiva don Fernando le cuenta que está dedicado a estrechar lazos entre Chile y Nicaragua. Y le cuenta que :                                                                            

“Existe en el pueblecito de Jinotepe, una moderna Escuela Normal para señoritas, donde se educan aproximadamente doscientas futuras maestras. He visitado ese plantel acompañado por su directora doña Teresa Salcedo y créame que sentí una gran satisfacción. Creo que estaría bien en cualquier parte del mundo y que su directora es una verdadera educadora y con un espíritu de organización que asombra encontrarlo tan distante y en un pueblecito tan modesto.                                                                                           

Es la única Escuela Normal para señoritas en Nicaragua. Después de mi visita, yo le prometí obtener de ud. un retrato suyo, con dedicatoria, el que se colocaría en importante ceremonia en la biblioteca de la escuela. Me dejará cumplir con la palabra empeñada y hacer labor en favor de Chile. Yo espero que sí, pues ello me daría la oportunidad para desarrollar, en parte, el trabajo en favor de Chile que me he impuesto.                   

Al solicitarle esta fotografía suya, que ojalá sea en el tamaño más grande, también me atrevo a pedirle otra para mí, a fin de colocarla en los salones de nuestra embajada. ¿Podría llegar a tanto su bondad?                   

¿Sería posible también, decir que ud. regalará uno de sus libros, con dedicatoria, a la mejor alumna que egrese de dicha escuela el presente año? ¿Se da cuenta de la felicidad y el orgullo que experimentaría esa futura maestra tener un recuerdo suyo firmado? Todo esto cuesta tan poco, admirada Gabriela y, en cambio, servirá enormemente a nuestro querido Chile, que tengo la seguridad de recibir, muy luego, una favorable respuesta de su parte y el aviso de que viajan ya las dos fotografías suyas.                                           

Perdóneme que le moleste con esta carta y estas peticiones, pero piense que es un chileno, que adora su patria, el que le solicita estos servicios. Con mis mejores deseos para ud., le saluda atentamente su compatriota y colega.

Fernando Lorca Cortínez.                                                                                                                   

Encargado de Negocios en Chile”.

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Amables lectoras y lectores, disculpen por favor, lo extenso de la cita de la carta de don Fernando Lorca a Gabriela Mistral, pero me parece que vale la pena, porque la redacción de esta carta nos habla de un Chile que ya no existe. Creo ver un cariño y un respeto por su labor en la misiva de don Fernando que es de otro siglo, literalmente hablando.

Siguió don Fernando en sus labores diplomáticas, y así, en 1964 lo encontramos en la Embajada Chilena en Caracas como ministro Consejero, preocupado por gestionar la ayuda para que un joven cantante de cumbia venezolano obtuviera la visa de residencia en Chile. Ese cantante era el gran Luisín Landáez. 

Es decir, si no es por don Fernando, nadie se hubiese preocupado por hacer llegar la voz de Gabriela a una joven maestra nicaragüense y tampoco hubiésemos tenido jamás la posibilidad de disfrutar, meneando el esqueleto en innúmeras fiestas y bailongos con ‘La Piragua’, ‘La Banda Borracha’ y el ‘Los 100 años de Macondo’ con las mariposas amarillas de Mauricio Babilonia. Ni tampoco Miguel Barriga hubiese podido gozar tanto con su Sexual Democracia, cantando con Luisín, ni tendríamos hoy en Chile a esa privilegiada voz del hijo de Luisín, Camaleón Landáez, “el chileno con más flow”.   

El 30 de mayo de 1976 fallece don Fernando Máximo Lorca Cortínez y 101 días después, o sea el 8 de septiembre de 1976, un día como hoy hace 45 años, su hija Verónica Lorca Clark da a luz a Cristóbal González Lorca, quien inadvertidamente quizás, con humildad y perseverancia, continúa con cariño heredado de su abuelo, la labor de sembrar códigos, relaciones, viajes, música y cariño.

Cristóbal ha sido baterista y productor del rock mestizo y el ska del grupo Santo Barrio. Ha hecho radio, ha sido cronista en diversos medios, tiene un par de libros publicados, entre otros el genial Latinoamérica es grande, La ruta internacional de Los Prisioneros. Es el genial manager de Santaferia, que en estos días cumple 15 años y que Cristóbal ha llevado a Nueva York y a Buenos Aires cultivando con sus buenos oficios diplomáticos heredados de su abuelo el abrir caminos a la cultura. Ha trabajado con el sonido esencial de la Banda Conmoción, con Mariel y con Joe Vasconcelos entre otras figuras. También, debo confesar ha sido mi manager y ha tenido una paciencia que no me ha tenido nadie. Está “operado de los nervios”, jamás pierde la calma, si hay un hoyo económico en alguna producción, se mete la mano al bolsillo, y en silencio “se pone”. Hay gente buena onda en nuestro querido Chile y está Cristóbal. Por eso, un abrazo Cristobalito, (“Gritóbal” para los amigos) en tu cumpleaños, no cambies nunca, sigue la senda de tu abuelo que está muy orgulloso de ti, mirándote desde algún lugar del cosmos, sonriendo.     

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