La columna que critica la práctica del «stealthing», el acto de sacarse el condón en la mitad de un encuentro sexual

«El uso irresponsable del condón también puede ser una expresión de violencia contra las mujeres». Así comienza un texto que trata un tema que no ha tenido tanta visibilidad y que también incumbe a quienes luchan por las causas de género.

La columna, titulada «Más condón, menos violencia», hace una crítica a la forma en que los hombres se relacionan con sus métodos anticonceptivos y cómo muchas veces intentan evitar su uso de manera irresponsable y muchas veces de manera no consensuada.

A la usual petición de no utilizar condón por razones como que «es incómodo» o que «se siente menos», la cual se hace con una insistencia que muchas veces puede ser incluso violenta y que rompe con la idea del consentimiento en la relación sexual, se suma la práctica conocida como «stealthing», es decir, cuando el hombre se saca el condón en la mitad del acto sexual sin consultarlo, muchas veces eyaculando adentro sin el consentimiento de la persona.

«Existe una gran cantidad de relatos de mujeres que vivieron esta experiencia y que sin saber cómo reaccionar ante la situación, deben asumir costos económicos y responsabilidades por este tipo de violencia», escribe María Francisca Valenzuela, presidenta de OCAC Chile y autora de este artículo publicado en el sitio feminista Nosotrxs.

«Las víctimas del ‘stealthing’ en la gran mayoría de los casos debe incurrir en gastos de la pastilla del día después e incluso exámenes para chequear su salud sexual. Esta práctica que rompe el consentimiento del acto sexual, es incluso considerada por algunos especialistas como un tipo de violación (por supuesto no denunciable en este deficiente sistema). La violencia sexual tiene múltiples dimensiones y el consentimiento no se agota una vez que la persona accede a tener sexo, sino que son acuerdos que deben mantenerse de principio a fin. El ‘stealthing’ es recurrente en historias donde se trata del primer encuentro sexual, generando incluso un fuerte malestar psicológico en las víctimas».

Finalmente, la autora expone que vivir una sexualidad libre y segura es un derecho que debemos garantizar de forma colectiva y responsable. «Si alguna vez fuiste víctima de este tipo de violencia, no lo veas como una situación menor, es un acto capaz de exponer tu salud y reproducción sin tu consentimiento», remata.