Expansión urbana y áreas de valor ecosistémico: Partes de un todo

Por: Maximiliano Santander | Publicado: 04.10.2023
Expansión urbana y áreas de valor ecosistémico: Partes de un todo Tunquén / Agencia Uno
Es necesario que todos los actores involucrados en planificación y desarrollo del territorio, desde el Gobierno hasta la comunidad local, trabajen en conjunto, como se hizo en Tunquén, para así asegurar la protección de estos espacios naturales que presentan singularidades únicas. Debemos protegerlas no sólo para nosotros, sino para asegurar que las futuras generaciones puedan tener el mismo privilegio nuestro, conocerlas, admirarlas y valorarlas, y así perpetuar su cuidado.

El Gobierno de Chile hace algunos días, a través del Consejo de Ministros para la Sustentabilidad y el Cambio Climático declaró como Santuario de la Naturaleza (SN), la parte que faltaba de un rompecabezas que buscó durante años completarse en Tunquén.

Esta nueva área declarada este año 2023, con una superficie de 41,54 hectáreas, denominado SN Playa Sur de Tunquén, se suma a las 144,5 hectáreas aprobadas en el 2021 del denominado SN Playa Tunquén y Quebrada Seca, y del inicial polígono protegido con una superficie de 95,7 Hectáreas desde el año 2014 denominado SN Humedal de Tunquén, lo que suma en total 281,74 hectáreas de área protegida en una zona donde no se tiene un gran número de éstas.

El Acuerdo Mundial para la Naturaleza o Global Deal for Nature, busca evitar el aumento sostenido de la temperatura del planeta, proponiendo conservar al menos un 30% de la superficie terrestre de agua dulce y de los océanos al 2030, y, además, poder asegurar un 20% adicional para lograr la anhelada estabilización climática al 2050.

Esto viene a entregar y enseñar la importancia que tiene la totalidad de esta área por su valor ecológico, el cual es medible y cuantificable: está compuesta por variados fragmentos de interés ecosistémico, tal como el estero, el humedal, la llanura de inundación, el estuario, las formaciones vegetales asociadas al matorral esclerófilo costero y del desierto costero, el sistema dunario, los acantilados y quebradas; pero además está el interés estético/paisajístico, algo más difícil de medir, pero no menos relevante.

El último esfuerzo de protección viene a hacer comprender que estas unidades de paisajes están en permanente interacción e interdependencia. Ejemplo de aquello es la Quebrada Seca, una microcuenca que permite el resguardo de flora nativa, debido a que retiene la humedad costera en las laderas por su morfología; otro ejemplo es el sector de la Laguna Seca, donde el agua estacional de la quebrada hace que se mantenga húmedo el subsuelo y, por ende, es posible apreciar vegetación en la temporada estival; un tercer ejemplo es el humedal que está conformado por las aguas del estero llamado Casablanca, por la llanura de inundación y el estuario; fundamental es la protección del sector sur, debido a que estas arenas —gracias a la acción del viento— son fundamentales para la existencia del campo dunar. Por lo tanto, debiésemos tomarnos un minuto para reflexionar sobre cómo queremos desarrollar futuros proyectos en áreas de interés de este tipo.

Desde el Taller de Verano de Paisaje, de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Diego Portales, asociado a las temáticas estudiadas por el Observatorio de Paisaje y Sustentabilidad UDP, nos contactamos durante el verano de 2022 con la Fundación Tunquén Sustentable para poder generar un vínculo y ocupar como área de estudio toda la zona actualmente protegida.

En esta instancia, se realizó un levantamiento y análisis detallado de variables relacionadas con territorio y paisaje, para posteriormente desarrollar proyectos llamados Puntos de observación del paisaje, los cuales buscan potenciar ciertos lugares que, por su condición, son importantes de poner en valor. Los estudiantes pudieron recorrer e interactuar con los diferentes mosaicos de ecosistemas presentes en esta área, hoy completamente protegida y, a partir de ello, pensar en cómo generar infraestructuras de bajo impacto que permitan aprovechar áreas de uso público o uso especial.

Punto importante de este análisis fue resaltar que la presión de parcelaciones sobre este ecosistema frágil y que está en constante cambio, era algo no pertinente de desarrollar. No hay que olvidar que en nuestro país presentamos eventos naturales de rango extraordinario constantemente y el área en donde se querían desarrollar las parcelaciones, se encuentra bajo la curva de nivel 30 (msnm.), bajo el límite de seguridad establecido frente a un posible evento de tsunami.

Esto, sumado a lo ocurrido con los socavones en Concón, o el último ocurrido en Cachagua, hace que sea prioritario establecer nuevas reglas del juego para el desarrollo en áreas que presentan interés medioambiental/paisajístico y que también son consideradas áreas de riesgo.

Esto nos hace preguntarnos cómo se deben planificar nuestros territorios o cómo debe proyectarse la expansión urbana en áreas donde existen lugares de interés. Es necesario que todos los actores involucrados en planificación y desarrollo del territorio, desde el Gobierno hasta la comunidad local, trabajen en conjunto, como se hizo en Tunquén, para así asegurar la protección de estos espacios naturales que presentan singularidades únicas. Debemos protegerlas no sólo para nosotros, sino para asegurar que las futuras generaciones puedan tener el mismo privilegio nuestro, conocerlas, admirarlas y valorarlas, y así perpetuar su cuidado.

Como afirmó el ambientalista senegalés Baba Dioum en la asamblea General de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza de 1968, “Al final conservaremos sólo lo que amemos; amaremos sólo lo que entendamos; y entenderemos sólo aquello que se nos ha enseñado”.

 

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