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VOCES| ¡Sorry Pato!: La íntima despedida de Redolés a Patricio Manns

Por: Mauricio Redolés | Publicado: 29.09.2021
VOCES| ¡Sorry Pato!: La íntima despedida de Redolés a Patricio Manns |
¿Qué otro u otra poeta en Chile puede decir que sus poemas son coreados por profesoras, obreros, doctoras, sociólogos, campesinas, enfermeros, diseñadoras gráficas, sicólogos, periodistas, estudiantes, actrices, operarias textiles, trabajadores temporeros, etcétera, etcétera?

La madre de mi padre, mi abuela paterna, doña Luisa del Carmen Ibacache Valdés, conocida por todos sus nietos y todas sus nietas como “La Abuelita Vicha”, una sola vez en la vida me hizo alguna referencia a sus preferencias en lo relacionado a la música popular. Corría el año 1965, ella moriría a fines de ese año. Yo era un niño. Estábamos en el patio de la casona de calle Andes. Y de pronto comenzó a sonar en la radio ‘Arriba en la Cordillera’. Mi Abuelita Vicha, a la sazón de ochenta años, suspirando me dijo como en una revelación: “Hijo… ¡Qué me gusta esta canción!”. Nunca más en la vida lo olvidé. Ayer, el hombre que había hecho suspirar a mi abuela con unos versos, ha partido de esta dimensión y hoy quizás por dónde irá.

Ese fue el primer regalo que me hizo Patricio Manns de muchos más. Unirme de un nuevo modo con la mujer de la cual había nacido mi padre. Ya nos unía el ser el primogénito de su único hijo varón. Pero Patricio Manns me unió aún más con ella al regalarnos un nudo del más auténtico pop-folk chileno, el ‘Arriba en la Cordillera’. Me hice fanático de la canción, amé sus versos, me arrulló para siempre su ritmo de huapango mejicanote.

Pude confesarle esta unión con mi abuela al autor de ella un radiante mediodía del 2018 en la terraza de su departamento en Con-Con. Sonrió quedamente mientras saboreaba un vino tinto. –Es que la tocaban tanto en la radio, a cada rato –me dijo él–, si era desesperante.

Así era Patricio Manns, genial y sencillo. Generoso y único.

Pocas semanas después de la confesión de mi abuelita Vicha, estábamos con mi padre en la esquina de San Pablo y Sotomayor. Debe haber sido un 20 de enero, porque había una celebración en la Plaza Yungay. El año debe haber sido 1966. Vi que en Rosas con Sotomayor había un escenario, altoparlantes, serpentinas, challas, vítores, aplausos. Y de pronto escucho la voz de Patricio Manns cantando ‘Arriba en la cordillera’. Pude ver en lontananza a Manns cantando, (aún recuerdo su camisa blanca como la nieve que corona el ventisquero). ¡Papá! –le dije a mi padre– ¡Es la canción que le gusta a la abuelita Vicha!-. Mi padre me miró despreocupado y me llevó hacia la Plaza. Había un gran revuelo frente a la casona que albergaba al liceo Catedral Chileno, ubicada en la esquina nororiente de Rosas y Sotomayor. Venía llegando Lorenzo Valderrama quien tenía gran popularidad con ‘Tiré tu pañuelo al río’. Ni rastros de Patricio Manns. Había estado cerca de mi maestro.

En Londres, había una actividad cultural, onda “Peña”, en una gran vieja casona de varios pisos que recibía el exótico (“exótico” para los ingleses) y acogedor (“acogedor” par los latinoamericanos en Londres) nombre de “La Casa Latinoamericana” ubicada cerca de Hoxton Square, en el barrio de Shoreditch en el distrito de Hackney, al este de Londres. Allí llegué, con la esperanza de ver a Patricio Manns. Apenas llegué lo vi. Con un vaso de plástico que contenía presuntamente alguna bebida espirituosa en una mano, no tan alto como yo creía que era, rodeado de compañeras más que de compañeros. Parecía un león enjaulado (es que era Leo), miraba hacia todos lados, respondía preguntas, agradecía elogios. Me acerqué con cuidado. Tocaría al final de esa tarde latinoamericana. Oí que se requerían “teloneros”. Yo, había tocado solo con una guitarra ante una reducida audiencia una sola vez, eso había sido cuatro años antes, en 1975, en una celda de la Cárcel Pública de Valparaíso, cuando había interpretado unas pocas canciones ante un grupo de compañeros, prisioneros políticos como yo. Muchas veces había tocado en el exilio con grupos de compañeros y compañeras repertorio de La Nueva Canción Chilena. Pensé, debo adquirir valor y cantar antes que el maestro una canción. Y esa canción debe ser mía. Nunca había cantado una canción mía ante una audiencia que no fueran dos o tres amigos o amigas mías. Pero con ese león tan cerca, que años antes había hecho vibrar a mi abuelita Vicha con sus rugidos, no podía irme mal.

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Y no me fue mal. Desde allí en adelante dejé el grupo de covers de la nuevacanciónchilena y comencé a presentarme solo con mi guitarra, o sea, inicié mi carrera de “Cansaautor Lateroamericano”, como se dice por ahí.

Pasarían muchos años más antes de que volviera a ver de cerca a Patricio Manns. Esto ocurrió en la cena de año nuevo de la Sociedad del Derecho de Autor del año 1999, en Casa Piedra. El año anterior yo había grabado el álbum Bailables de Cueto Road, donde el tema ‘Trapa-Trapa’, en su modo es un homenaje a ‘El Andariego'(tiene el mismo número de versos, todos octosílabos, y se repite un verso sobre una niña de ojazos claros, pelo de trigo, besos de pan). Esa noche la SCD me había distinguido con un reconocimiento como el mejor autor de música rock-pop y me habían dado una medalla. Yo andaba tan contento que traté de tomarme todo el vodka del bar abierto esa noche. Envalentonado por el copete vi solo en un sillón a Pato Manns. Me acerqué por atrás, lo abracé como quien abraza temerariamente a un león que está descansando y le dije “Pato, Trapa-Trapa es mi homenaje a El Andariego”. No sé que habrá entendido Manns pero yo me fui feliz.

Y de ahí en adelante poco a poco comenzamos a encontrarnos. En Puerto Montt en unas jornadas por el Cine Latinoamericano, en Vallenar en la lucha por el agua, en Chillán en un Festival Víctor Jara, en Valparaíso en un Festival de las Escuelas de Rock. Siempre alegre y sencillo, siempre acompañado de la bella Alejandra Lastra. Luego de uno de esos encuentros casuales, con la sencillez y humanidad que caracterizaba a ambos, me dijeron “Ya poh Mauricio Redolés, tenís que venir a vernos a Concón con tu mujer y tu niña. Así llegamos un 2018 al mini-funicular que nos condujo a su departamento. Ese mediodía conversamos largo rato con Patricio Manns en la terraza frente al mar. Aparte de manifestarle toda mi admiración por sus canciones, de escuchar cómo se había inspirado, de profundizar en una larga conversación sobre nuestro mutuo escritor favorito, don Carlos Droguett Alfaro, de contarle de mi abuelita Vicha y escucharle hablar de su familia, almorzamos, recordamos con Alejandra de cuando nos conocimos con ella en Londres en 1975. Dormimos allí. Volvimos para el año nuevo del 2019. Estuvieron en nuestra casa un poco antes de la pandemia. Soy malo para llorar. O mejor dicho lloro no con lágrimas, no con hipo, lloro con letras, y este es mi llanto.

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El año 2020 presenté a Patricio Manns para el Premio Nacional de Literatura. Quisiera compartir con ustedes parte de esa presentación.

 “PRESENTACIÓN DE PATRICIO MANNS DE FOLLIOT AL PREMIO NACIONAL DE LITERATURA 2020

Patricio Manns nació en Nacimiento, en la antigua provincia de Bío-Bío, el 3 de agosto de 1937.   Desde la década del 60 su nombre se asocia al género de la cantautoría en las corrientes del Neofolklore, la Nueva Canción Chilena y recientemente al bolero. También ha desarrollado una dilatada carrera como novelista, ensayista, autor teatral y poeta. Dos textos iniciales,” De Noche sobre el Rastro” (1967), Premio Alerce de la Sociedad de Escritores de Chile y “Buenas Noches los Pastores” (1972), Premio Municipal de Literatura lo destacaron como una de las voces promisorias de su generación. En 1973, después del golpe de estado se exilia en Francia. En 1988 obtiene la beca Guggenheim. Regresa a Chile a finales de la década de los 90. Reside actualmente en el balneario de Concón. 

Patricio Manns ha escrito más de 20 novelas y libros de ensayo. Entre las obras que yo atesoro con más cariño están los dos volúmenes de “Los terremotos chilenos” publicados por la Editorial Quimantú en 1972 en tirajes de cincuenta mil ejemplares. Otra obra a la cual le tengo gran cariño es su biografía a Violeta Parra, publicada en la década de los ochenta en España.  

La obra poética de Patricio Manns se encuentra diseminada fundamentalmente en ediciones fonográficas tanto de él, como de otros y otras intérpretes.

De acuerdo con registros de la Sociedad Chilena de Autores e Intérpretes Musicales, canciones de Patricio Manns han sido grabados en Chile y el extranjero por 578 intérpretes (solistas, grupos musicales, coros, etc.), entre los cuales se cuentan: Inti-Illimani, Quilapayún, Huasos de Algarrobal, Aquelarre, Charo Cofré, Ginette Acevedo, Gloria Simonetti, Los Huasos Quincheros, Illapu, Los Cuatro Cuartos, Las Cuatro Brujas, Tito Fernández, Conjunto del Bafochi (Ballet Folclórico de Chile). Y en el rock chileno han hecho versiones de sus temas Los Miserables y Los Bunkers. En el extranjero, solamente por mencionar Argentina, han grabado canciones de Patricio Manns: Los Tucu Tucu, César Isella, Mercedes Sosa, Teresa Parodi y Soledad Pastorutti.

La canción como expresión de la música popular no es bien mirada por los que podrían ser denominados representantes de la “alta cultura”. Así ocurre tanto en la relación de la música docta con la música popular, como en la poesía, y las letras de canciones. Incluso alguna vez escuché decir de las letras de tango, eran la “poesía de los pobres”. 

Así planteadas las cosas, el Premio Nobel de Literatura a Bob Dylan hace tres años es un golpe de cátedra de la Academia Sueca a la tradición literaria. Tanto así, que según el diario The New York Times, este premio “ha redefinido los límites de la literatura”. ¿Quién podría negar la importancia y el valor de la obra literaria de Violeta Parra? Pienso que es necesario superar esa falsa dicotomía entre “alta cultura” y cultura popular. Y creo que una buena forma de hacerlo es premiando a Patricio Manns, el mayor poeta de la canción chilena, y uno de los principales de la canción hispanoamericano con el Premio Nacional de Literatura. 

De la canción ‘Arriba en la Cordillera’, Nicanor Parra dijo: “Ah, esas se hacen una vez a las quinientas”. Por otra parte, Pablo Neruda dijo alguna vez al escuchar ‘Valdivia en la Niebla’. “No sabía que la Nueva Canción Chilena había llegado tan lejos”. 

¿Qué otro u otra poeta en Chile puede decir que sus poemas son coreados por profesoras, obreros, doctoras, sociólogos, campesinas, enfermeros, diseñadoras gráficas, sicólogos, periodistas, estudiantes, actrices, operarias textiles, trabajadores temporeros, etcétera, etcétera? Es decir ¿Quién se puede parar en un escenario, frente a un micrófono y decir un verso, un solo verso, y encontrar como una ola, el rugido de cientos y miles de voces de mujeres y hombres, que responden con el verso que sigue y así, completar todo el poema en la emoción de haberlo dicho con el autor? Es una experiencia emocionante que sólo un poeta en Chile logra. Ese poeta se llama Patricio Manns”

Hasta ahí parte de mi presentación de la candidatura de Patricio Manns al Premio Nacional de Literatura. 

Finalmente, el Jurado al Premio Nacional de Literatura, compuesto por:

Consuelo Valdés, ministra de las Culturas, las Artes y el Patrimonio; Ennio Vivaldi, rector de la Universidad de Chile; Diamela Eltit, escritora y anterior galardonada con el Premio Nacional de Literatura; María Eugenia Góngora, académica, miembro de número, y representante de la Academia Chilena de la Lengua; Jaime Espinosa, rector de la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación y Representante del Consejo de Rectores; Adriana Valdés, directora de la Academia Chilena de la Lengua; María Isabel Lara Millapán, poeta Mapuche y académica de la Pontificia Universidad Católica; otorgaron el Premio Nacional de Literatura a Elicura Chihuailaf Nahuelpan, poeta mapuche nacido el 15 de febrero de 1952.

Patricio Manns desde el 25 de septiembre del 2021 se une al selecto grupo de escritoras y escritores que no obtuvieron el Premio Nacional de Literatura mereciendo tenerlo. Este grupo está compuesto entre otros y otras por María Luisa Bombal, Vicente Huidobro, Luis Rivano, Stella Díaz Varín, Enrique Lihn, Eugenia Echeverría y Pedro Lemebel. Esto, en ningún caso debe ser leído como una alegación contra el poeta Elicura Chihuailaf Nahuelpan en el sentido que no mereciera el Premio. Él, como tantos otros y otras, merecía el Premio Nacional de Literatura, y me alegro que lo haya obtenido. Pero, no obstante, Chile ha quedado en deuda con un bello poeta que hizo vibrar y hará vibrar por mucho tiempo a muchas generaciones de habitantes de Chile y el mundo entero. ¡Sorry Pato!

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